martes, 21 de marzo de 2017

Ocupa México posición 77 de 188 de Desarrollo Humano, informa PNUD

* Una de cada tres personas sigue viviendo en bajos niveles de desarrollo humano

De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político


En picada el desarrollo humano mexicano pese a la mediática
Cruzada Nacional contra el Hambre lanzado
por el presidente Enrique Peña Nieto y 
su íntimo Manuel Velasco Coello
el 21 de enero de 2013 en Las Margaritas, Chiapas.
Ocupa México la casilla 77 de 188 en el Informe deDesarrollo Humano 2016 “Desarrollo humano para todas las personas”, publicado este martes en Estocolmo por el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD). Concluye: el impresionante avance alcanzado en desarrollo humano durante los últimos 25 años sigue dejando atrás a muchas personas.

Los excluidos afrontan  obstáculos estructurales, a menudo no cuantificados, para salir adelante. Para garantizar un desarrollo humano sostenible para todas las personas, resulta  necesario centrar los esfuerzos sobre quienes hasta ahora han sido excluidos y adoptar medidas para enfrentar  las barreras que los marginan.

El Informe constata que, aunque en promedio el nivel de  desarrollo humano mejoró considerablemente en todas las regiones del mundo entre 1990 y 2015, una de cada tres personas sigue viviendo en bajos niveles de desarrollo humano,  según el Índice de Desarrollo Humano.

 “El empeño de no dejar a nadie atrás debe definir cada acción que emprendamos como comunidad global. Con el fin de superar las barreras que obstaculizan tanto el desarrollo humano como el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el principio de inclusión debe guiar nuestras decisiones de política”, dijo el Primer Ministro sueco, Stefan Löfven, en la presentación oficial del Informe hoy en Estocolmo junto con la Administradora del PNUD, Helen Clark, y el autor principal del informe y Director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano, Selim Jahan.

“El mundo ha recorrido un largo camino en la reducción de la pobreza extrema, la mejora del acceso a la educación, la salud y el saneamiento, y la ampliación de las posibilidades para las mujeres y las niñas”, señaló Helen Clark. “Sin embargo, estos avances son el preludio del siguiente desafío, posiblemente más difícil, el de velar por que los beneficios del progreso mundial lleguen a todas las personas”.

Esta preocupación se da también en los países desarrollados, donde la pobreza y la exclusión también constituyen un problema, pues más de 300 millones de personas —incluida más de un tercio de la población infantil— viven en situación de pobreza relativa.

Discriminación sistémica hacia mujeres, pueblos indígenas y minorías étnicas


El Informe señala que no solo hay millones de personas que aún sufren carencias extremas, sino que las desventajas afectan de manera desproporcionada a ciertos grupos.

 “Prestamos demasiada atención a los promedios a nivel nacional, que a menudo ocultan enormes desigualdades en las condiciones de vida de las personas”, declaró Selim Jahan. “Para avanzar, tenemos que examinar más de cerca no solo lo que se ha logrado, sino también quién ha quedado excluido y por qué”.

El Informe muestra que, en casi todos los países, ciertos grupos sufren desventajas que con frecuencia se dan de manera simultánea y se refuerzan mutuamente, lo que aumenta la vulnerabilidad de estas personas, amplía la brecha en las posibilidades de desarrollo de una generación a otra y hace más difícil que estos grupos recuperen el terreno perdido mientras el resto del mundo avanza.

Las mujeres y las niñas, los habitantes de las zonas rurales, los pueblos indígenas, las minorías étnicas, las personas con discapacidad, los migrantes y refugiados y la comunidad de personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) se encuentran entre los grupos excluidos de manera sistemática por obstáculos que no son simplemente económicos, sino también políticos, sociales y culturales.

En el caso de las mujeres, el más numeroso de estos grupos, el Informe señala que, aunque las disparidades mundiales de género se están reduciendo lentamente, los patrones arraigados de exclusión y falta de empoderamiento de las mujeres y las niñas siguen siendo un problema acuciante.

En general, las mujeres son más pobres, ganan menos y tienen menos oportunidades en la mayoría de los aspectos de la vida que los hombres. En 100 países, se ven legalmente excluidas de ciertos empleos por razón de su género, y en 18 países necesitan la autorización del marido para trabajar. Además, persisten prácticas peligrosas como la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado.

Las poblaciones que viven en las zonas rurales también se enfrentan a múltiples obstáculos. Por ejemplo, los niños de los hogares rurales pobres que asisten a la escuela tienen menos probabilidades de aprender matemáticas o a leer y escribir.

Además, según señala el Informe entre otros ejemplos,  migrantes y refugiados a menudo enfrentan obstáculos para trabajar, estudiar y participar a nivel político, y más de 250 millones de personas en el mundo sufren discriminación por razón de su etnia.

Es hora de hacer frente a los obstáculos al desarrollo más arraigados


 “Es posible erradicar la pobreza y lograr un desarrollo sostenible, pacífico y justo para todos si se eliminan aquellas  normas sociales y leyes discriminatorias arraigadas y persistentes y se acaba con la desigualdad de acceso a la participación política, problemas que han impedido a tantas personas avanzar”, dijo Helen Clark.

Los grupos que han quedado marginados a menudo tienen escasas oportunidades de influir en las instituciones y las políticas que determinan sus vidas. Es esencial cambiar esta situación si se quiere romper el círculo vicioso de exclusión y privación.

Por ejemplo, los pueblos indígenas representan el 5% de la población mundial, pero el 15% de las personas que viven en situación de pobreza. Y los miembros de la comunidad LGBTI no pueden defender activamente sus derechos cuando los actos homosexuales entre hombres son ilegales en más de 70 países.

Por ello, el Informe hace un llamado para que se preste mucha más atención al empoderamiento de los más marginados de la sociedad y reconoce la importancia de darles mayor voz y participación en los procesos decisorios.

El Informe también pide mejores análisis para fundamentar las acciones, incluyendo un mayor énfasis en la evaluación del  progreso en ámbitos como la participación y la autonomía. Además, resulta esencial disponer de datos desglosados por características como el lugar, el género, la situación socioeconómica y la etnia, para saber a quién se está dejando atrás.

Además, el Informe advierte de que los principales criterios de medición del desarrollo pueden sobrestimar el progreso cuando se centran en la cantidad y no en la calidad del desarrollo. Por ejemplo, la matriculación de niñas en la educación primaria ha aumentado, pero en la mitad de los 53 países en desarrollo que disponen de datos, la mayoría de las mujeres adultas que cursaron entre cuatro y seis años de educación primaria son analfabetas.

El desarrollo humano para todos es alcanzable


 “Pese a las diferencias de progreso, el desarrollo humano universal es alcanzable”, afirmó Selim Jahan. “En las últimas décadas hemos sido testigos de logros en materia de desarrollo humano que antes se consideraban imposibles de alcanzar”.

Por ejemplo, desde 1990, 1.000 millones de personas han salido de la pobreza extrema y el empoderamiento de la mujer se ha convertido en una cuestión trasversal: mientras que en la reciente década de 1990 muy pocos países protegían legalmente a la mujer de la violencia doméstica, en la actualidad lo hacen 127 países.

El Informe hace hincapié en la importancia que reviste la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a la hora de aprovechar estos avances, y señala que la Agenda 2030 y el enfoque de desarrollo humano se refuerzan mutuamente.


El Informe incluye una series de recomendaciones para entre ellas la de reorientar las políticas para asegurar que el progreso llegue a los más rezagados e insta a llevar a cabo reformas en los mercados e instituciones mundiales para hacerlos más equitativos y representativos.

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