lunes, 7 de septiembre de 2020

Elefante blanco

Yo Campesino


*Aeropuerto en Santa Lucía y refinería Dos Bocas, gasto inútil

Por Miguel A. ROCHA VALENCIA

El presidente López prometió en su campaña que cancelaría obras del Aeropuerto Internacional de Texcoco porque era una expresión de corrupción. Cumplió a un costo tan alto que todos los mexicanos lo lamentamos. Perdimos dinero, confianza internacional y oportunidad.

A dos años del hecho y con una deuda que se pagará en dos décadas, nadie demostró, ni el mismo ex secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú antes de irse, la existencia de corrupción en ni uno de los procesos, incluyendo el proyecto Ejecutivo y la obra misma.

Es decir, el presidente tomó una costosa decisión por todo lo que implica, incluyendo deuda, desprestigio, desconfianza internacional en varios sentidos y la cancelación de una obra que sería emblemática de México, no de un sexenio.

Y lo hizo sin que los mexicanos pudiéramos oponernos al poder presidencial. Por eso López no tiene por qué seguir mintiendo afirmando que Santa Lucía es la mejor opción por “barata”, lo cual, no es cierto por varios motivos.

En primera se debieron pagar las inversiones realizadas en Texcoco por obras realizadas y eso suma cerca de 105 mil millones de pesos que a julio de 2019, a los que se sumarían siete mil 300 millones para completar los 14 mil 500 que lo hecho del edificio terminal. La cancelación de contratos se incluyó.

La Fibra E que se pagaría con el TUA del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, con valor de seis mil millones de dólares, inició a pagarse y en vez de fijar su liquidación a 30 años, se fijó en dos décadas, habiéndose liquidado ya mil 200 millones de dólares. El resto se amortizará a razón de 200 millones de dólares anuales donde se incluyen los intereses del 10 por ciento.

Ahora, faltan los gastos de la nueva terminal, donde los procesos, contratos, asignación de obra y proyectos, son parcialmente conocidos y están bajo la administración de la secretaría de la Defensa Nacional.

No obstante, se sabe que el costo de dicha terminal aumenta permanentemente y en la actualidad ya alcanza una inversión “oficial” cercana a los cuatro mil 700 millones de dólares, es decir, 700 millones más de los inicialmente previstos.

Eso es por un lado, pero por el otro, se desconoce el proyecto ejecutivo, que necesariamente cuesta más la serie de estudios especialmente los de aeronavegabilidad. El de impacto ecológico, ya se sabe que no obstante las opiniones en contra, finalmente el gobierno de López se “autorizó” la obra.

Pero el mayor costo es el de la utilidad. Empresas aéreas, la Organización Internacional de Aeronáutica Civil (OACI) y la certificadora Mitre opinan que Santa Lucía no tendrá las capacidades que se estimaron para el NAIM y que es un error de inicio planear un terminal como Santa Lucía desde “abajo”.

Los aeropuertos, se construyen desde arriba y en este caso, ninguna autoridad internacional ha sancionado la viabilidad de Santa Lucía como sustituto del NAIM y cuestionan la aeronavegabilidad simultánea con el AICM.

Coinciden en que con operaciones alternadas, si podrán operar paralelamente. Los riesgos la operación simultánea, son muy graves, dicen los expertos.

Por lo pronto, 30 de las 52 líneas que operaban en México, dejaron de hacerlo y de acuerdo con la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) que representa a 290 empresas de 120 países, advirtió que varias de sus agremiadas no volarán a México por el aumento del TUA, costos de operación y difícil accesibilidad a Santa Lucía.

Por cierto, aun no hay nada en torno a cómo se va a comunicar Santa Lucía con el AICM y su accesibilidad, lo cual también implicará un costo.

Es decir Santa Lucía será costoso, de difícil accesibilidad y, podría ser sólo una terminar alterna que no crezca en demanda como ocurrió con Toluca por incosteable.

De Dos Bocas, no hay mucho qué decir; decrece producción de crudo en México y el consumo de combustibles fósiles en el mundo. Las pruebas: 600 millones perdidos en medio año por Pemex.

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