martes, 1 de septiembre de 2020

Pregonero de la miseria, microcuento (Video)


Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ

…brinca! ¡Salta más arriba! ¡Un brinco muy alto! ¿Con
piruetas mortales? ¡Ya no estás en edad para ello! Mi mono Tatemo, el del
nombre de librero modular, es joven y divierte con su amor y genera confianza
en su mirada alegre. En cambió tú…mmm. ¡Ya! Termina el engaño de falsas
piruetas, para enriquecerte pregonero de la miseria de los saqueados. Se decía
y decía bien: Chango viejo no aprende maroma nueva. Y se sabe muy bien, Andrés,
el de la palabra falsa, descubierto por más maquillaje mediático, porque “lo
esencial es invisible a los ojos”, como publica en Nueva york, en 1943, un año
antes de su muerte con base en la biografía del aviador francés Antoine de
Saint Exupery, en el Capítulo XXI de El Principito, dirigido a los niños y que
ni entienden los adultos.
Frase distinta y con el mismo fondo en Mateo 13:9: El que
tenga ojos para ver y… ¡horror! Se manifiesta un residente de la Cuarta
Dimensión, cerca, muy cerca, cerquita de tu oído izquierdo. Magnifica tu mirada
de odio profundo, en esa fotografía del traslado en un auto blindado con chofer
del Estado Mayor Presidencial. Imagen confirmadora de tu verdadero servicio de
alimentar a los oscuros seres con el dolor, llanto y sangre de los indefensos
mortales, víctimas de tu resentimiento. Impotentes de protegerse con un collar
de caracoles y limones consagrados en el ritual de un Babalao a Shangó o en un
Rosario a Santa Bárbara.
Más, ¡abran los ojos! Nada es para siempre. Los caídos, como
“un relámpago amarillo centelleó en su tobillo” de El Principito, los
inmovilizará en el silencio eterno. Mientras observarán, en la tierra como en
el cielo, como te consumes en el fuego diabólico con brincos de angustia por
los siglos de los siglos.
¡Salta más arriba! ¡Un brinco muy alto! Sin poderte escapar
del Amanecer del Hijo del Hombre.

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