Arcano literario
Por
Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
-“…nooooo!
¡No es cierto! ¡Me quiero morir! ¡No puedo creerlo!”, grita con llanto mucoso y
doloroso mi hermanito de cinco años el puro estilo melodramático de la pionera
de las telenovelas Fernanda Villeli registrada como María Ofelia Villenave
Garza, en Ciudad de México el 14 de mayo de 1921. Me recordaba a su obra “La culpa
es de lo padres” con Silvia Derbez de 1963, por lo elevado de la negación.
Aunque, desde la perspectiva retrospectiva, podría haber tenido razón ¡aquel
día triste en que nos enteramos que los Reyes Magos no eran reyes ni magos…y
saber que eran tan simples y comunes, sin magia divina, porque se trataba
únicamente de nuestros padres.
A
mí no me afecta por que ¡ya soy grande! Ese seis de enero, ya tenía siete años.
Curtido en decepciones, en un principio, por la ausencia de esos regalos que
había pedido con argumentos increíbles, desde que se los robaron por los policías
en complicidad con los ladrones, o que les faltó tiempo en la producción para
atender a tantos niños, o… un rosario inmenso en extensas letanías, como si le
hablaran a un retrasado mental en abierta ofensa a mi inteligencia.
¡Me
desquité! Les pagué con la misma moneda. Fingí creerles todas las tonterías con
que creían que me engañaban. ¡Así aumentaría su complejo de culpa por no
cumplir mis deseos infantiles! Y yo disfrutaba mi secreto que había descubierto
dos años atrás, gracias a mis habilidades periodísticas, que en ese momento no
sabía que así se llamaban. Los ví un cinco de enero en el momento en que
acomodan las cajas de regalos. Cuando engulleron las galletas con leche que habíamos
dejado y después tocaron las campanillas klllllllllllllm,kkkkprisa!” Y lo ví
con mis propios ojos. Me aguante como los meros machos. Lo que me evitó ese
sufrimiento que veía en ese día, de mi hermanito.
Un
momento en que, algún filosofo diría: Nadie está preparado para la verdad sino
para la verdad que espera y normalmente es una mentira para ser felices. Un
elemento que dominan también los políticos en el Arte del Engaño. ¿Cómo aceptar
la cínica verdad de la inexistencia de los intangibles viajeros de Oriente,
esos grandes sabios eruditos, que entregaron al Niño Dios Oro, Incienso y Mirra
y la tradición desde 1866 en Alcoy con la Cabalgata para que a nosotros nos
regalen los apreciados juguetes?
-“…nooooo!
¡No es cierto! ¡Me quiero morir! ¡No puedo creerlo!”, gritos que espantan a mis
recuerdos. Miro a mi esposa frente a mis tres hijos llorosos e incrédulos. Ante
la presión porque no llegaron los productos descriitos detalladamente y
solicitados en la carta lanzada en globo, le tuvo que decir la Verdad: La
pandemia que nos confinó con la posterior pérdida de empleo, generó nuestro
desempleo y penuria económica, elevada exponencialmente por los ignorantes al
frente del gobierno y… pues no tuvimos recursos para poder adquirir los
juguetes.
Dan
golpes y patadas al salir corriendo hacia la recámara para llorar por el dolor
que, curiosamente, se repite metódicamente en las familias a través de los
años. ¡Duro entrenamiento que nos legaron nuestros padres para la vida, que
heredamos a nuestros hijos! ¿Quiénes son los culposos?
Triste realidad, cargando todo el peso de la ignominia, ésos padres, qué en lugar de heredar un legado honroso, dejan detrás de sí,un aprendizaje triste e ignominioso, en el futuro de la ilusión hecha trizas...en el ánimo de sus futuras generaciones.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por su generoso comentario. Saludos.
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