Arcano Literario
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
-…. auch! ¡Hag! Duele. Y es el principio. El golpe en el dedo gordo del pie derecho. Al intentar subir el pie para sobarlo con lágrimas en los ojos en la profunda oscuridad nocturna, ¡caigo! Se escucha el ¿Zaz! ¡Cuaz! ¡Pongoch! Al golpear mi cuerpo con el piso y desplazar otros muebles. De mi boca se escupen palabras altisonantes sin que mitiguen el dolor, ahora generalizado en mi geografía corporal. Resuenan como eco en mi cerebro las exclamaciones femeninas: ¡Levántate! No es importante caerse ¡sino levantarse!... y recordé aquel olor a lejía que se desprendía del delantal de mi madre al mirarme con firmeza amorosa del momento. Y remató: ¡Nadie te dará la mano para que te pongas de pie! Al estar caído todos te patearán y apalearán sin motivo, simplemente por el placer de responder a su condición natural cainita. ¡Ah, mi madre! Cuánta razón tenías… aunque incompleta, ya que también al estar parado o estar arriba, buscan tirarte y golpean físicamente y con difamaciones, por la envidia de la frustración de los resentidos por su fracaso, lo mismo en Palacio Nacional que en los que piensan merecerlo todo sin hacer nada. ¡Madre! Solo tú, estuviste y sigues conmigo. Y milagrosamente se mitiga, se calma el dolor, tan solo con el recuerdo de esas caricias maternas tan necesarias en todo momento.
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