jueves, 1 de septiembre de 2022

Soñador, Cuento

Arcano Literario

Por Mario Luis Altuzar Suárez

“…que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son”.
Segismundo en “La vida es sueño”
Pedro Calderón de la Barca

…brrr… Tirititi… ¡Qué frío! Castañean los dientes y duele toda la cabeza. Pese al gorro de lana, siento las orejas congeladas. Pero la vista es generosa con la nieve blanca por todo el paisaje matutino. Los primeros rayos del sol invernal ¡quema, pero no calienta! Tiene la virtud de alegrar al gallo con que kikiriqui que alejó el manto nocturno.

Diviso la primera de dos cercas para llegar a casa. ¡Mmmmmm! Ya saboreo anticipadamente el chocolate caliente como bálsamo preparado por mi madre. ¡Tanto tiempo sin verla! Disfrutar su charla, aunque… bueno, primero aguantar las recriminaciones de que no nací de una piedra y después los regaños por alejarme tanto tiempo… aunque por trabajo.

Todavía falta un buen tramo y ¡esta hambre mordelona de mis entrañas! ¿Dónde los guardé? ¡Ya! Abajo del jorongo los puse. ¡Son tres! Todo un manjar en momentos hambrientos. Amarillos y grandes. Los plátanos que siempre acompañan al viajero de las blancas y brillantes estepas en esta parte del mundo, ¡tan alejado de ese supuesto confort de la comodidad del sistema de vida de una sociedad que todo contamina!

¡Oh! Mis dedos chocaron con los dos pescaditos de feria y las orgullosas armellas, desafiantes a los visitantes ansiosos de ganarse un premio, normalmente, peluches para llevarle a la novia. Pero los peces, uno café y otro rojizo, seguramente le gustarán a mi anfitriona. ¡Ah! La madre todo lo recibe con profundo amor, sin importar precios o tamaños.

¡Ahí se miran las dos ventanas de la casa! Vale la pena aguantar el frío en el sendero. Ahora que toque la puerta y pueda mirarla con su amplia sonrisa que no desmerece por su boca desdentada y decirle: ¡Madre, ya regresé! Y…

Despierto de este maravilloso sueño en el reencuentro con la mujer que me dio la vida y viaja al astral tres años atrás.

¿Por qué las reminiscencias tan vívidas? ¡Claro! Tengo en mi pecho el cuadro que pintó hace más de 30 años, nuestra querida amiga Maité Lacavé de La Gran Canaria, y que bajé de su página y reproduje para deleitarme con ese paisaje nevado y… ¡me dormí!

Bueno, al fin y al cabo, la vida es sueño, estableció en 1635 el madrileño Pedro Calderón de la Barca y le añadiría: ¡Entre dos eternidades! El Alfa y Omega de nuestra existencia.

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 1 de septiembre de 2022.

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