Arcano literario
Cuento
Por Mario Luis Altuzar Suárez
La Tierra ofrece
lo suficiente como para satisfacer lo quecada hombre necesita, pero no para lo
que cada hombre codicia.Mahatma Gandhi,
(1869 -1948)
…sin espacio para la tristeza! Reina la alegría en su mayor
riqueza: ¡La vida! Disfrutan la ¡libertad absoluta! Descargados de lastres del
pasado y aflicciones del futuro: Sin espejismo: Lo único real el efímero
instante presente. Ajenos al invento explotador económico: “¿Cuál crisis?”, me
dice con mirada desconcertada al que considero vagabundo recostado en uno de
los grandes tubos de drenaje, apilados en esta olvidada parte citadina.
Se ríe burlón. Risa tan diferente al del infante que se da
sentones en la panza del enmuletado. Insisto con preguntas sobre la inflación o
el aumento descontrolado de precios. “¡No compramos nada! Regalan las cosas o
buscamos, incluso, en la basura los alimentos”. Reviro sobre enfermedades
mortales sin asistencia médico asistencial o medicamentos: “¿Qué es eso?”
Explico el dolor de estómago, gripe, cáncer o los partos.
Suelta la carcajada. Su vecina del tubo izquierdo, parió tres meses atrás.
Reta: ¡Mírala! ¿Las ves mal? ¿Su hijito, lo miras enfermo?” A mi negativa
testal, dice: “Las mujeres saben de eso, desde que nacen. La señora de aquí
arriba (en el segundo nivel) y también ellas (dos adolescentes del tercer nivel
superior, ocupadas en tatuarse). A nosotros, al chaval de arriba y a mí, nos
mandaron a buscar trapos y acarrear agua. Mientras que los niños grandecitos,
como ese (señala a su derecha en el tercer nivel), se les pide que cuiden a los
más pequeños. ¡Estamos bien organizados!”
Inquiero sobre posibles contratiempos, como mala posición
del nonato o el ombligo enredado en el cuello. Me pone nervioso su risa al
decir: “¡No, señor! Eso no es para nosotros. Nunca ha sucedido”. Insisto en
infecciones y ataja: “¿Qué son? ¿Ve a mis vecinitos del lado (derecho)? ¡Ayer
comieron un manjar! En la basura del restaurante de aquí cerca, tiraron dos
docenas de ostiones en su concha, quesque porque estaban echados a perder.
Ellos, (señala a los infantes llenos de vida que juegan a las pinturas
rupestres, o es lo que yo creo), ¡los disfrutaron! ¡Se chupaban los dedos!
¿Echados a perder?” Suelta la estrepitosa risa.
Ni siquiera se preocupan de que les quiten su “residencia”
al reiniciar las obras del drenaje. “¡No son nuestros estos tubos! ¡Ni la vida
es nuestra! ¿Pa´qué preocuparse entonces? ¡¿Para que perder la vida antes de
tiempo, en tristes angustias y supuestos sufrimientos?!”
Entiendo, entonces, que no le entiendo. ¿Cómo reconocer a la
libertad desde mi cárcel económica y social del más alto, el más fuerte, el más
rápido? ¿Cómo sentir la vida alegre y espontánea si pesa tanto, tanta carga,
este lastre del pasado doloroso con sus frustraciones y limitantes? ¿Cómo
disfrutar cada instante con la ceguera preocupante de la declaración de
impuestos, de la ropa, casa y auto de mi estatus social?
¡Cuánta diferencia! Tan parecidos y tan distantes. Ellos,
tan indestructibles por la vanidad económica, política y social y yo, nosotros,
¡tan vulnerables! por el miedo a perder… ¡¿perder qué?! ¿La obligación de
trabajar para sostener la haraganería de los políticos metidos a aprendices de
gobernantes? ¿La frivolidad y superficialidad de comunidades multitudinarias
que cultivan el agónico individualismo? ¿Perder la vida en ese laberinto
desamoroso y solitario?
Este reportaje que hice en alguna parte de Bangladesh, sobre
la crisis de refugiados, me desconcierta en un punto abandonado de un país
sumido en el hambre en 2014. ¿La razón? ¡Ah! Tiempo suspendido en la
desmemoria:
El británico George Harrison y el bengalí Ravi Shankar
organizaron el uno de agosto de 1971, dos conciertos en el Madison Square Garden
de Nueva York para recaudar 243 mil 418,50 dólares para los refugiados de
Pakistán del Este, hoy en día Bangladés. Se beneficiaron los políticos, y el
hambre que llevaron los paquistanís a la Guerra de Liberación de Bangladesh
¡tomó carta de naturalización!
Situaciones repetidas en cualquier parte del mundo. En los
sismos en México de 1985, 2017 y 2019, los damnificados siguen siendo
damnificados en campamentos que laceran la conciencia visual y los políticos
decretan que acabaron con la pobreza, pero la suya porque a los pobres les
“salvaron” al enviarlos al panteón en donde descansan y también los supuetos
gobernantes. Y todos ¡sin espacio para la tristeza!
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 6 de octubre de 2022
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