sábado, 8 de octubre de 2022

Los inquebrantables, cuento

Arcano literario

Cuento

Por Mario Luis Altuzar Suárez

La Tierra ofrece lo suficiente como para satisfacer lo que
cada hombre necesita, pero no para lo que cada hombre codicia.
Mahatma Gandhi, (1869 -1948)

…sin espacio para la tristeza! Reina la alegría en su mayor riqueza: ¡La vida! Disfrutan la ¡libertad absoluta! Descargados de lastres del pasado y aflicciones del futuro: Sin espejismo: Lo único real el efímero instante presente. Ajenos al invento explotador económico: “¿Cuál crisis?”, me dice con mirada desconcertada al que considero vagabundo recostado en uno de los grandes tubos de drenaje, apilados en esta olvidada parte citadina.

Se ríe burlón. Risa tan diferente al del infante que se da sentones en la panza del enmuletado. Insisto con preguntas sobre la inflación o el aumento descontrolado de precios. “¡No compramos nada! Regalan las cosas o buscamos, incluso, en la basura los alimentos”. Reviro sobre enfermedades mortales sin asistencia médico asistencial o medicamentos: “¿Qué es eso?”

Explico el dolor de estómago, gripe, cáncer o los partos. Suelta la carcajada. Su vecina del tubo izquierdo, parió tres meses atrás. Reta: ¡Mírala! ¿Las ves mal? ¿Su hijito, lo miras enfermo?” A mi negativa testal, dice: “Las mujeres saben de eso, desde que nacen. La señora de aquí arriba (en el segundo nivel) y también ellas (dos adolescentes del tercer nivel superior, ocupadas en tatuarse). A nosotros, al chaval de arriba y a mí, nos mandaron a buscar trapos y acarrear agua. Mientras que los niños grandecitos, como ese (señala a su derecha en el tercer nivel), se les pide que cuiden a los más pequeños. ¡Estamos bien organizados!”

Inquiero sobre posibles contratiempos, como mala posición del nonato o el ombligo enredado en el cuello. Me pone nervioso su risa al decir: “¡No, señor! Eso no es para nosotros. Nunca ha sucedido”. Insisto en infecciones y ataja: “¿Qué son? ¿Ve a mis vecinitos del lado (derecho)? ¡Ayer comieron un manjar! En la basura del restaurante de aquí cerca, tiraron dos docenas de ostiones en su concha, quesque porque estaban echados a perder. Ellos, (señala a los infantes llenos de vida que juegan a las pinturas rupestres, o es lo que yo creo), ¡los disfrutaron! ¡Se chupaban los dedos! ¿Echados a perder?” Suelta la estrepitosa risa.

Ni siquiera se preocupan de que les quiten su “residencia” al reiniciar las obras del drenaje. “¡No son nuestros estos tubos! ¡Ni la vida es nuestra! ¿Pa´qué preocuparse entonces? ¡¿Para que perder la vida antes de tiempo, en tristes angustias y supuestos sufrimientos?!”

Entiendo, entonces, que no le entiendo. ¿Cómo reconocer a la libertad desde mi cárcel económica y social del más alto, el más fuerte, el más rápido? ¿Cómo sentir la vida alegre y espontánea si pesa tanto, tanta carga, este lastre del pasado doloroso con sus frustraciones y limitantes? ¿Cómo disfrutar cada instante con la ceguera preocupante de la declaración de impuestos, de la ropa, casa y auto de mi estatus social?

¡Cuánta diferencia! Tan parecidos y tan distantes. Ellos, tan indestructibles por la vanidad económica, política y social y yo, nosotros, ¡tan vulnerables! por el miedo a perder… ¡¿perder qué?! ¿La obligación de trabajar para sostener la haraganería de los políticos metidos a aprendices de gobernantes? ¿La frivolidad y superficialidad de comunidades multitudinarias que cultivan el agónico individualismo? ¿Perder la vida en ese laberinto desamoroso y solitario?

Este reportaje que hice en alguna parte de Bangladesh, sobre la crisis de refugiados, me desconcierta en un punto abandonado de un país sumido en el hambre en 2014. ¿La razón? ¡Ah! Tiempo suspendido en la desmemoria:

El británico George Harrison y el bengalí Ravi Shankar organizaron el uno de agosto de 1971, dos conciertos en el Madison Square Garden de Nueva York para recaudar 243 mil 418,50 dólares para los refugiados de Pakistán del Este, hoy en día Bangladés. Se beneficiaron los políticos, y el hambre que llevaron los paquistanís a la Guerra de Liberación de Bangladesh ¡tomó carta de naturalización!

Situaciones repetidas en cualquier parte del mundo. En los sismos en México de 1985, 2017 y 2019, los damnificados siguen siendo damnificados en campamentos que laceran la conciencia visual y los políticos decretan que acabaron con la pobreza, pero la suya porque a los pobres les “salvaron” al enviarlos al panteón en donde descansan y también los supuetos gobernantes. Y todos ¡sin espacio para la tristeza!

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 6 de octubre de 2022

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