jueves, 13 de abril de 2023

Gracia reptiliana, cuento

Arcano Literario


Mario Luis Altuzar Suárez

…nuestro Gran Señor de la Cueva, solicito su Gracia”, dice el hombre de metro cincuenta, hincado en el piso de tierra frente a una inmensa brillante cabeza serpental con ojillos que lanzan sus rayos amarillos al interior de la oquedad de la cañada de cincuenta grados de inclinación.

El temor invade el delgado cuerpo del hombre al escucharse el rashhh, rashhh, rashhh, del enroscar y desenroscar los dos metros del cilíndrico cuerpo. Aprieta los ojos el visitante, como un exorcismo que evite el sacrifico sagrado de abandonar la vida para saltar a lo desconocido. Piensa ilusamente que, si no mira lo que sucede en el entorno, entonces no existe, como si al apretar los párpados y la mandíbula, tuviese el sortilegio de hacerlo invisible y, pues, evitar convertirse en el platillo degustador del anfitrión.

Un coloquio mental interesante entre dos seres tan distintos, tan diferentes, con el resultado exitoso para suerte del huarachudo color de barro, que recoge su sombrero de palma y empieza a caminar lentamente, hacía atrás, sin darle la espalda a su reptiliano visitado y también, sin mirarlo, incluso cuando cruza la oquedad del ingreso.

Frota los ojos para acostumbrarse al sol de mediodía con sus cuarenta grados a la sombra y aspira profundamente y restaurar el equilibrio en los signos vitales. Exhalar con fuerza, arrojando el miedo de haber jugado en el límite de la muerte con la fortuna de haber ganado, por lo menos el derecho a seguir vivo.

Metros debajo de la cañada lo esperan varios hombres vestidos pulcramente con trajes de casimir inglés. El líder le grita: “¿Cómo le fue a mi empleado favorito?”, a lo que responde que pueden proseguir con la construcción de casas dúplex e individuales con edificios de tres pisos de concreto precolado en el lado contrario de la cañada por donde serpentea el rio.

Recibe la promesa de una buena recompensa al liberar un proyecto millonario de los fraccionadores que destruyen la selva Lacandona, ignorantes de que atentan contra el tercer pulmón de la humanidad y sin el mínimo respeto a la fauna y florar y devastan el hábitat de los seres de la Cuarta Dimensión que se defienden.

Así, muchos albañiles, los obreros de la moderna construcción, sin razón psicológica o alcohólica, subieron a la azotea de los edificios y ¡se tiraron de cabeza! La mortandad sin cuenta, alejó a los trabajadores y después de medio año de retrasos, el velador sugirió que se pidiera permiso a los inmortales dueños del lugar.

Por sus conocimientos empíricos de chamanismo, le comisionaron para ser intermediario ante los seres desconocidos. Y así, fue como se aventuró a visitar a nuestro Gran Señor de la Cueva, para solicitar su gracia. ¡Le fue concedida! Y en honor a sus facultades el fraccionamiento de denominó Valle Dorado.

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 13 de abril de 2023

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