Arcano literario
Mario Luis Altuzar Suárez
A
la memoria de Federico García Lorca
87
Aniversario Luctuoso
Como todos los domingos, José se sentaba en un banco del
parque mirando hacia la ventana de aquel tercer piso y estallaba esa querencia
adolorida, del fondo de su entraña al endurecimiento muscular de la cara, acompasado
al doloroso apretar de los puños y la rítmica contracción de las vísceras con
el sollozo reverberante del aire de los pulmones a las lágrimas que, escurrían
de los ojos por las mejillas hasta depositar su sabor salado en los labios. Lanzaba
al viento su grito blasfemo, resentido:
- ¡Cuánto dolor, Padre mío! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué a mí?! ¿De
qué me sirvió ser tan bueno? ¿Para qué? ¡Sí al final… de nada sirve! Y nos
dañan. ¡Nos pisotean!
Y se giraba el torso y la cabeza, porque buscaba con la
mirada, el origen de esas palabras que escuchaba ¡espantado! Con el miedo
creciente porque se acerba el fuerte sonido que le taladraba el cráneo,
perforaba el cerebro y se acomodaba en el espacio electromagnético de las
neuronas, y buscaba ser decodificado por el adolorido observados de la ventana:
-Y te has preguntado: ¡¿por qué no a mí?! Lejos del tormento
quejumbroso, corresponde el análisis para diagnosticar lo sucedió. Te ciegas
para entender, comprender que al avanzar se hace más estrecho el camino y sin
adecuar el paso, a ese cambio, involucionas al permanecer en la comodidad del
momento.
Con la boca seca a causa de la adrenalina paralizante,
balbuceaba la interrogante del lugar en que se encontraba la voz, y por lo
menos que se identificara y le explicara lo que no alcanzaba a entender.
Escucha:
-Yo soy el que soy, el que ha sido y el que será. Nada es
nuevo bajo el sol, porque todo tiene su forma y tiempo. No te espantes. Cierra
los ojos y busca el origen del dolor. ¿Qué fuiste bueno? ¡Seguramente lo
fuiste! ¿Pero nada más fuiste bueno o… te excediste? Sí se rompe el punto
medio, se cae en el vicio, en el exceso. ¿Qué diste todo lo que pudiste dar?
¿Te lo pidieron o rompiste la Ley Universal del Libre Albedrío? ¡Ni para hacer
el bien, puede imponerse a otro ser! Y si lo diste sin mediar solicitud,
confiado en la reciprocidad, abonaste, entonces, el camino de la traición. Así,
llegamos a la causa del dolor: Los excesos de la bondad y generosidad al romperse
el punto de equilibrio, sin medir la respuesta de la condición natural de tus
iguales: ¡Obtener todo con el menor esfuerzo! Es decir, recibir todo sin dar
nada a cambio.
Discurso que iluminaba con el bálsamo de la Reconciliación
interna en un momento diferente, distinto, sin ser igual como todos los
domingos, en que José se sentaba en un banco del parque mirando hacia la
ventana de aquel tercer piso y asimilaba la Enseñanza de crecer internamente al
ser diferente cada día, sin dejar de ser el mismo que se ajustaba a la
estrechez del camino, ese que nos conduce al final en donde todos llegamos, satisfechos
de haber seguido nuestros sueños y con el Conocimiento suficiente para asimilarnos
a la Gran Energía Cósmica. Allí, en dónde ya… nada importa.
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, México.
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