PALACIO
-Secuestran autobuses y operadores
-Los “premian” con 84 plazas automáticas
-Libre manifestación y vandalismo
Por Mario Díaz
DESDE el ángulo
que se observe, no tiene justificación alguna la acción criminal cometida por
estudiantes de la Escuela Normal Rural Lázaro Cárdenas del Río, ubicada en
Tenerías, municipio de Tenancingo, en el estado de México.
Mediante el uso
de la fuerza, normalistas se apoderaron de 92 autobuses de servicio foráneo con
sus respectivos operadores, en la terminal de Ixtapan de la Sal. La acción se
concentró en unidades de transporte de las empresas Flecha Roja, Teo y Zinabus.
Es inadmisible
la retención durante diez días de los 92 choferes, que fueron obligados a
conducir las unidades hasta las instalaciones de la Escuela Normal Rural y ahí
permanecieron privados de su libertad.
Como es del
dominio público, los futuros maestros argumentaron que tomaron esa medida
extrema de presión para reclamar la asignación de 84 plazas automáticas para
los egresados de la generación 2015-2019.
Independientemente
de si les asiste o no la razón en su exigencia, lo cierto es que el robo de
autobuses, daños materiales y retención de los operadores son delitos
contemplados en el Código Penal y no derechos constitucionales.
Tras poco más
de una semana de crisis, los normalistas aceptaron devolver las unidades de
transporte colectivo y liberar a los operadores, luego del diálogo sostenido
con el subsecretario de Gobernación RICARDO PERALTA.
Como si lo
anterior no fuera suficiente, estudiantes de la Normal Rural Carmen Serdán en
la comunidad Teteles de Ávila Castillo, ubicada en la sierra norte de Puebla,
también tomaron las instalaciones educativas.
Exigen la
destitución del director y subdirector administrativo, del subdirector
académico, mejoras en las instalaciones y la investigación acerca de probable
desvío de recursos.
En apoyo,
normalistas de la escuela Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, y Lázaro
Cárdenas de Tenería, estado de México, tomaron por la fuerza sendos autobuses y
se trasladaron a la serranía poblana.
Es evidente que
las inconformidades ciudadanas abusan de la pasividad del estado mexicano que
tolera que los actores hagan y deshagan, en una mala interpretación de lo que
es permitido y lo que está fuera de la ley.
El gobierno de
la Cuarta Transformación ha mantenido su política de no represión mediante el
uso de la fuerza pública, sin tomar en cuenta que no es lo mismo el derecho a
la libre manifestación que acciones vandálicas.
Desde esa
perspectiva, mantener el orden y la paz social con los instrumentos legales no
se podría calificar como un acto represor el sometimiento y detención de personas
que causan daños en propiedad ajena, durante manifestaciones o en casos como el
de los normalistas.
No hay que
olvidar que la erradicación de la corrupción y la impunidad, es el estandarte
del gobierno que encabeza el presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
Sin embargo,
tal parece que el robo de 92 unidades de transporte colectivo y la privación
ilegal de la libertad de 92 operadores no parece ser un tema relevante para el
gobierno capitalino y el federal.
Durante las
pasadas movilizaciones en la ciudad de México, un centenar de jóvenes
encapuchados se dedicaron a causar destrozos y pintas en edificios públicos y
privados, sin que autoridad alguna interviniera.
La tolerancia
en exceso podría degenerar en actos vandálicos y violentos de mayores dimensiones,
ante la estrategia política gubernamental de dejar hacer, dejas pasar.
En el caso de
los normalistas, por supuesto que les asiste el derecho a luchar por lo que
consideran justo. Sin embargo, el robo de autobuses y la retención de choferes
no son las vías apropiadas utilizadas por los futuros trabajadores de la
educación.
De no tomarse
las medidas pertinentes, se corre el riesgo de que cualquier grupo de
ciudadanos inconformes intenten lograr sus propósitos amparados en una mala
interpretación de lo que es el derecho a la libre manifestación y el
vandalismo.
DESDE EL
BALCÓN:
De la guerra
sucia que comienza a manifestarse en el Club Primera Plana, orquestada por el
cacicazgo que se resiste a dejar el poder y permitir el relevo generacional, hablaremos
en la próxima colaboración.
Y hasta la
próxima.
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