Arcano literario
Mario Luis Altuzar Suárez
-...si Manuel viviera! Era todo un hombre. ¡Cuánta falta me
haces!”, piensa en voz alta con los recuerdos de la Cofradía de la Guirnalda,
el corpulento de un metro noventa y tres de altura con sesenta y cuatro años que conservan su atractivo
juvenil francés, el mismo qué impactó a Manolito, cómo le decía de cariño desde que fue
su Secretario General de Gobierno en la capital del país.
Su acompañante está desconcertado. Manuel está bien vivo a
sus setenta y con "estrechisima" relación desde 1994 en que unieron
sus objetivos políticos los dos Manueles y un sólo Marcelo.
Más, la política a la mexicana, une complicidades ¡tan
frágiles!, que se rompen o reacomodan según el interés coyuntural. Así vio el
coraje berrinchudo cuando se hizo añicos la promesa estudiantil de que "el
primero en llegar jala al compañero" y quedó reuniendo su odio al ser
marginado de la presidencial con la risa burlona del apátrida francés Joseph
Mari Córdoba Montoya.
Y hoy, se recicla la experiencia en él, que sacrificó su
legitima aspiración y reforzar el proselitismo del otro Manuel, el de la
promesa más rápida de la política y que nadie quería ni quiere ver su adicción
a la traición mortal, con su insaciable ambición de poder y avaricia por
apoderarse de los recursos públicos qué, como buen ladrón, creía que eran
suyos.
-"¡Ah! Si estuviera Manuel"... ¿Para qué? Él, qué
fue incapaz de saturar la herida causada por el amigo estudiantil ¿le
aconsejaría dejar y enfrentar al traidor? Fue lo que hizo sin frutos buenos.
¿Bajarse los pantalones y decúbito dorsal, digerir la violación a su sueño
presidencial? Si hubiese decodificado fingir sumisión y obediencia, ¡bien valía
la Silla!
Y en esta paradoja deshoja la margarita de su futuro ¿cuál?
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