Arcano literario
Mario Luis Altuzar Suárez
A
María Esther Rojas
-…y nos miramos, así, al cruzar nuestros poderosos
vehículos. ¡Le recuerdo muy bien! ¡Ja ja ja! Como si fuese hace unos momentos.
Detenido el tiempo en mi subconsciente, aún siento su mirada tierna. Con las
manos entre sus piernas, protegidas por una chalina tejida y sus enormes
zapatos en los reposapiés de la silla de ruedas con su desgarbado cuerpo
coronado con un gorro de punto cálido de otoño-invierno y su chamarra gris…
aunque… no se… siempre le había recordado con una sonrisa, pero… no. ¡No! Era en
realidad tristeza.
¡Ah! ¡Cómo pasa la vida de rápido! Sin percatarnos de lo
furtivo del momento vacío en que llenamos nuestro cotidiano, ¡solitario! Pese a
que el vehículo manual, sea empujado por alguien más joven, familiar o
asistente que tomas las empuñadoras para conducir esos instantes introvertidos
por la añoranza de lo que fuimos y ya no podemos ser, en el doloroso recuerdo
en que me vio en mi poderosa carriola plegable y con mangos abatibles, en que me
transportaban mis padres para mantener el control de mi inquieta persona de
tres años de edad, con excesiva energía con su hiperactividad.
¡Hola extraño! Le dije en silencio. Y sentí un escalofrío
que recorrió mi espalda, como un pregonero que, en un abrir y cerrar de ojos, ¡así
me vería cómo hoy me veo! Y ahora lo entiendo, descifro el lenguaje de esa
mirada que transmite telepáticamente la forma de su pensamiento: ¡Disfruta cada
instante! Vive como tú sientas que es lo que te satisface sin perderte los
grandes momentos por la imposición social que desean masificar tu existencia.
Al fin y al cabo, lo que hagas, bueno, malo o regular, siempre te criticarán
con base en sus insatisfacciones que limitan su visión de esos pequeños
detalles que engrandecen el vivir plenamente.
Fue un momento tan efímero al cruzar en ese centro
comercial, nuestros poderosos vehículos, más no era la silla de ruedas y mi
carriola, sino que ¡eran nuestros cuerpos! Y reconocerlos, para usarlos y al
llegar al momento supremo, al descargar el canasto con los frutos recolectados,
respirar profundo y decir, proclamar: ¡He vivido!
Vocabulario
Furtivo: Que
se hace a escondidas.
Pregonero: Antiguamente
en España y los virreinatos hispanos, el oficial público que en alta voz daba
difusión a los pregones, para hacer público y notorio todo lo que se quería
hacer saber a la población.
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, México
Club de los Retos de Dácil. Hoy
toca una foto en color.
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