jueves, 17 de junio de 2021

El Equilibrado, Cuento


Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ

…trémulo el andante, otea nervioso, casi en el límite del miedo, el horizonte grisáceo en esa su percepción del instante expandido al presagio de la decodificación de su entorno, tan coyuntural como la intensidad de un instante que… ¡siente eterno! Sí, es cierto: ¡Pesa tanto el tiempo sofocante en algunos momentos!

Salió en la intempesta cuando la casa estaba en silencio, todos dormían y sin equipaje, únicamente con la ropa puesta, desaliñado  sin bañarse, emprendió ¿la huída? ¿la búsqueda? ¿de qué? ¿de sí mismo? Preguntas que se acumulan en los suspiros lacrimosos del andariego con su cargamento de recuerdos danzantes en el viento, fantasmas que no siempre fueron gratos y que duelen hasta ¡morderse las entrañas!

Miraba su vida de reojo, ¡tan solo un parpadeo! Tal vez un soplo que anima todos los sentimientos de generoso amor a los compañeros de viaje hasta qué… ¡se percata que el calificativo de “buena gente”, recibido por los que creía sus iguales, le definía como ¡tonto! ¡Qué digo tonto! Más bien… esa palabra adjudicada al pelo púbico y que suena tan despectiva al aplicarse a una persona.

Enjuga una lágrima en medio del sollozo y se flagela por el mea culpa de haber sido “bueno”. Tal vez, ¡no tal vez! Seguramente se hubiese evitado este trance al mantener su comportamiento que le permitió sobrevivir y destacar en su actividad laboral que le permitió enfrentar a los lobos en la selva social enclaustrada en el asfalto y el culto al individualismo erotizante de la realidad virtual.

¡Le tenían miedo! Su arrogancia para enfrentar a los enemigos y adversarios que… ¡eran todos! La máscara de soberbia para esconder temores a las limitantes desarrolladas en el inconsciente, bajo el principio de que si te miran débil ¡te devoran sin misericordia!

Hasta qué, le conoció con la frase de que el “Maestro aparece cuando el discípulo está listo”. Le condujo por el laberinto del camino oculto en donde reconoció su máxima virtud y su máximo vicio. Descubrió que todo lo logrado fue por resentimiento y por lo mismo, le impidió disfrutar sus éxitos y reconocimientos. ¡Tan distinto cuando todo es por Amor! Se saborea, se paladea, ¡se disfruta planamente!

Se cayó el miedo y calló las frustraciones para liberar el renacimiento del nuevo ser que… desde este punto del camino, ¡ah, cuánto duele! Y es que vibra la sangre por la ira al ver que abusaron al grado de endilgarle ese calificativo de “buena gente”.

Resuena en el interior de su cabeza: “Todo es Enseñanza. La desperdicias al dolerte y ubicarte como efecto de lo sucedido cuándo tú eres causa”. Abre desmesurados los ojos, al buscar sorprendido el origen de la voz, sin descubrirlo, condenado a solamente escuchar:

“Olvidas que el vicio no es beber alcohol, fumar o drogarse. ¡Vicio es “exceso”! Y al excederte en la bondad y generosidad incurriste en el pecado de ser buena gente. Hay razón: El temor al karma de lo hecho en la vida anterior, te condujo a vendar los ojos y cegarte para encubrir con la soberbia y el engaño, el supuesto cambio de actuar por Amor. ¡Ahí tienes el resultado! Rompiste el punto de equilibrio. ¡Despierta! ¡Recuerda! Y regresa a cumplir con tu responsabilidad”.

Tiemblan las corvas al frenar al trémulo andante para dar vuelta y regresar al punto de partida cuando la casa estaba en silencio, todos dormían… y todavía duermen al entrar silente, sin hacer ruido y escuchar la misma voz: “Recuerda que la armonía se logra con el equilibrio y la paz en el Espíritu”.

1 comentario:

  1. Faltan palabras para describir y comentar ése " Silencio de buena persona, tantas veces es confundido con tontería ", " terminando con maravilloso resumen: " la armonía se logra con el equilibrio y La Paz del espiritu".

    ResponderEliminar