Arcano literario
Cuento
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
…ah, la mar! Se mira quieto… a la distancia y siempre en movimiento. Regula los ciclos naturales de la tierra sin incomodarnos desde el origen de la vida. ¡Tan romántico al despertar esas nostalgias latentes en el inconsciente! Inolvidables en su marea, las promesas de amor que navegaron el aparente olvido en alguna de sus olas.
¡Y existen! En el Agua. En el Viento. En la Tierra. En el Fuego. En el corazón que le recuerda, que le piensa, que le siente aunque… el paso inexorable del tiempo, haya desdibujado el rostro, las sonrisas, el cuerpo, las caricias, en la orfandad del reclamo: ¡Y si hubiera…! Un verbo inencontrable por haber justificado la resignación cobarde del miedo limitante, inhibidor de recibir el regalo de esa compañía revivida en un poema adolescente:
Siluetas
Siempre seremos dos siluetas en el mar
Hasta el momento del reencuentro
Militante eterna del recuerdo
En el manantial inmortal del sentimiento
“Siempre seres dos siluetas en el mar”
¡Autopromesa que, seguramente se incumplirá! Y anhelamos limpiarnos de esos miedos fantasmales con la milagrosa regeneración marina anoñara de Fuenteventura, Islas Canarias, observada en esa gráfica con técnicas modernas de Dron del rosarino Enmanuel Morales Schmidt, que adoptó el seudónimo de Fuertevidorra en donde, adoptar un seudónimo, normalmente oculta un dolor como el nuestro.
¡Ah! La buena mar y el buen viento que jamás regresarán, porque siendo los mismos son tan distintos, son otros, para suspirar en las exequias del pasado y aspirar fuerte, al fondo pulmonar, el presente con su maravilloso milagro de la vida y exclamar: ¡Gracias a los seres que compartieron ese pasado, para mi glorioso, para los demás, quien sabe, por haberme permitido vivir con seguridad y confianza! ¡Vivamos!
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