Arcano Literario
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
-..como arriba es abajo!”, escucho al entunicado de unos 35 años con casi dos metro de alto, barbado, con la mano derecha alzada al cielo que baja el kerykyeion a la tierra y vuelve a subir ese su bastón de mando, dirigido al Sol en el desierto. Giro la cabeza y descubro a la multitud con miradas angustiadas y cuerpo temblorosos, por el miedo de asistir al cumplimiento apocalíptico de los tiempos. Trémulos por el pánico, oyen:
-“¡Hágase la paz en los corazones de los Hijos del Uno! ¡Reine el Ritmo del Equilibrio en las emociones y la Templanza en la Mente! Tenemos ese Poder porque todas las cosas fueron creadas por el Uno, así todas las cosas fueron creadas a imagen del Uno”.
¡Ese concepto: El Uno, mueve el resorte interno del razonamiento! Despierto y con los ojos fijos en la ventana para tratar de dimensionar el cielo, los labios pegados por la sequedad de la boda y la garganta retornada a los tiempos dadaístas, repito: El Uno, el Uno, el Uno… y como si se tratase de un Mantra en el mágico número Tres, se ilumina el pensamiento: ¡Escuché el concepto con los Concheros! En esas danzas con armónicos sonidos en sus píes que parecen no tocar el suelo y el cántico que parece configurado de muchas letras de colores: “¡Uno con el Uno!”, con lo que se denominaba al Dios Único y Verdadero en el proceso sincrético de respeto a las muchas y varias religiones asimiladas en la construcción de su Poderoso Imperio Meshica de lo que sería el Centro de Estados Unidos a Nicaragua con epicentro en Tenochtitlán, y que implica otro concepto de las Escuelas Iniciáticas: Somos Cuerpo, Alma y Espíritu, ¡ somos Uno, una Tríada Divina! Y se conecta con el Uno, lo que llaman Divinidad, Quinta Esencia, Todopoderoso, Creador de los Universos, Alá… y ¡tantos nombres como las más de cuatro mil doscientas religiones en el mundo registradas por la ONU!
Luego entonces, la forma cambia y el fondo sigue siendo el
mismo. ¿Pero, quién era el Profeta de mis sueños? Se parece pero no era Jesús. Del
librero en el Sur de la Sala, extraigo la compilación de artículos de Jaime
Alvar, Domingo Plácido Suárez, Fe Bajos y Julio Mangas, titulado: Un Manual de
Historia Volumen Dos, de la Editorial Historia 16 de 1994 en Madrid, y en sus
878 páginas sobre Egipto, ¡nada encuentro!
Hay explicación: Son estudiosos de la historia en donde la ausencia de referencias históricas excluyen a Hermes Trismegisto, el Tres Veces Grande y con base en los libros iniciáticos le atribuyen al Mensajero de Dios haber señalado: “Por esto soy llamado Hermes Trismegisto, porque poseo las tres partes de la sabiduría y filosofía de todo el Universo”. Por ello, para el italiano Marsilio Ficino, uno de los más grandes filósofos humanistas de los principios del Renacimiento que nace el 19 de octubre de 1433, en Figline Valdarno, Italia y muere el 1 de octubre de 1499, Hermes era el mejor filósofo, el mejor sacerdote y el mejor rey y el presunto autor de la Tabla Esmeralda, traducida por el británico ¡Isaac Newton, que estableció las bases de la mecánica clásica!
A las tres de la madrugada voy al refrigerador y me apodero de dos naranjas para pelarlas y comer a gajos, en medio de la revolución de las ideas que atropellan a los pensamientos, en donde predomina el momento de los gestos endurecidos por el pánico de los oyentes del Mensajero de Dios al tiempo final. Retumba en mi cabeza sus palabras:
“Toda acción provoca una reacción. Toda reacción proviene de una acción. Toda causa tiene su efecto. Todo efecto tiene su causa”, y las acciones cotidianas del sembrador de odio des Palacio que pretende hincar a la población con el empobrecimiento, el hambre y la muerte, provoca un sentimiento que incuba una reacción para ejercer su derecho a la rebelión en la defensa de la heredad de sus hijos, empero, el costo histórico, ¡es el quince por ciento de los habitantes!, lo que sería como el apocalipsis y de ahí, el rostro angustiado de los oyentes.
“¡Llegado es el momento en que los opuestos se tocan! Duele pero es necesario para reequilibrar a los Hijos del Hombre en esta parte de la Tierra”, pienso y me recuesto para completar el descanso.
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