viernes, 12 de noviembre de 2021

Premonición, Cuento

Arcano literario


Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ

-…golpea su cerebro ese doloroso recuerdo que inicia al abrir tamaños ojotes a sus escasos cuatro años, al ver las letras del nombre de la calle que le decodifica su mamá que le decían de cariño: Nati. Y exclama al repetir la palabra: “¡Sombra!”, en el distrito madrileño de Carabanchel Bajo. Al tiempo de sentir un piquete en medio del pecho que estuvo a punto de desmayarla.

El velo negro que cubre ese bello rostro por donde se ocultan los setenta y tres años, mira el ataúd con la tapa abierta y entre sollozos musita con determinación: “Gracias a que te fuiste ha llegado la hora de levantar del anónimo olvido los pedazos de dignidad y poder reconstruir mi nombre ¡mi vida! Salir de la sombra premonitoria como destino manifiesto”.

Un encierro iniciado a sus veinticinco años como castigo familiar a la herejía de haber presentado su primera obra literaria titulada “Cuentos breves”. Fría sentencia social globalizada, sintetizada años después, en mil novecientos setenta y tres y que partió un año después, la mexicana Rosario Castellanos Figueroa, en su obra “Mujer que sabe latín…”, la frase de los abuelos: Ni tiene marido ni tiene buen fin.

Soluciones dramáticas en la historia como la narrada en el corrido Juana Matamaridos en los tiempos revolucionarios mexicanos: “Entre las diez y las once, Juana se puso a pensar/ "Voy a matar mi marido para salirme a pasear". Más, son pocas, escasas en la historia libertaria femenina, más allá del feminismo manipulado para que todo cambie sin cambiar y quede en el mismo lugar con diferente forma con el mismo fondo.

Subsiste la premisa medioeval de que el hombre no debe entender o comprender a la mujer, simplemente amarla. Dos mitades del mundo en una cohabitación distante, con la mutilación femenina. ¡Qué proyección tan realista y que ubican en el surrealismo en una mujer sin manos de Juan Emar o Jean Emar bautizado en Santiago de Chile como Álvaro Yáñez Bianchi.

¡Y cuándo se creía que las cadenas sociales y mentales se había roto, sus eslabones gozan de cabal salud… en su pensamiento! Atemoriza a todos. Y la pequeña de cuatro años que sintió en sus entrañas su Destino Manifiesto, observa que se necesitaron cuarenta y seis años después de su llegada al Gran Camino Universal, para poder ser comprendida en la catarsis tan suave como la crema de un tarro de nívea, de la barcelonesa Vanessa Montfort que abrió los ojos, ¡sí!, llegó a estos planos en el Año Internacional de la Mujer del neofeminismo.

Una promesa tan dulce como la miel de caña… qué terminó en la misma historia de La Mujer sin Nombre ¡qué no es una! ¡Tantas y tantas y tantas! ¿Hasta cuándo? ¡Absurdo! En el Principio de los Tiempos, sabemos que Varón y Varonas fueron hechos a imagen y semejanza. ¿En qué recodo de la “evolución” perdimos ese Poder Procreador del Amor? ¿Cuándo inyecta la Serpe el veneno de la ambición de endiosarnos como seres superiores, dueños y amos del Universo? ¡Hay abuelos! No se trata de no comprenderlas y amarlas. Es tan urgente rescatarnos en esa igualdad para salvar el mundo.

-…golpea su cerebro ese doloroso recuerdo que inicia al abrir tamaños ojotes a sus escasos cuatro años, conocida como María Lejárraga... ¡No! La premonición está en el cerebro de todos nosotros, que paralizados abrimos los ojos para cerrarlos violentamente y con miedo, negarnos a ver por qué morimos.

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