Arcano literario
Por Mario Luis Altuzar Suárez
…qué te va la vida!”, exclama una cincuentona de complexión mediana vestida de negro con vestido a la mitad de la espinilla, suéter de lana, mascada protectora de la rebelde cabellera entrecana, con la mano izquierda en la cintura y la mano derecha oscilatoria y dedo índice dirigido de la tierra al cielo que acentúan su autoridad sobre una treintona de cabello corto, que pese al frió septembrino lleva un vestido delgado a la rodilla y hombros descubiertos que entrelaza las manos atrás de su cuerpo, a la altura de la cadera con su adusto gesto lleno de impotencia ante la retahíla verbal.
A su lado derecho, la inocencia de una niña de siete años, juega en cuclillas los cebollinos en una tina, que deberán trasplantarse con la humedad otoñal y garantizar una cosecha mínima de 25 millones de kilogramos en una superficie de mil setecientas hectáreas lanzaroteñas, aunque existe cierto pesimismo por la sistemática reducción a finales de los sesenta del Siglo Diez y nueve, tal vez por el agotamiento de cincuenta años de explotación del producto originario de la región asiática de Irán y Afganistán muchos milenios antes de nuestra Era.
Otean al Oriente tres mujeres de rostros endurecidos que limitan los sesenta años. Es la estructura de capataces con la misión de rescatar la eficiencia agrícola que de ser exportadora empieza a convertir en importadora a las Islas Canarias. Un ambiente tenso y desesperado frente al molino de Uga en Lanzarote, la más oriental del archipiélago, empero, no es el único en el mundo, ya que México, el orgulloso país de la Raza del Maíz ¡en 1966 de exportar al mundo y alimentar a su población, importó por primera vez la gramínea para comer!
La mujer erguida aquí, con dignidad característica de los “mahos” provenientes de una región norafricana de Túnez al Sahara, y emparentados con los “bereberes” del actual Magreb, como las mismas capataces o el sector de los trabajadores, desconocen que son víctimas de una realidad político-económica mundial, diseñada al concluir la Segunda Guerra Mundial y aplicada pos los Diabólicos Gemelos, paridos en 1944 por los acuerdos de Bretton Woods y presentados en sociedad el 27 de diciembre de 1945.
Se respira a finales de los sesenta, el temor por la angustia del constante reduccionismo del poder adquisitivo salarial y la expansionista productividad que exige más obligaciones al trabajador, en cualquier lado de ese nuevo mundo bipolar de guerra fría, en el preámbulo de la evolución tecnológica que ajusta los sistemas de producción y extienden las cadenas fabriles a cadenas de naciones. Estoica, escucha:
-“¡Qué te va la vida porque es la vida nuestra! Nos ordenan exigirles más, porque ¡salen muy caros! Y nos lo explicaron y te lo digo como me lo dijeron: Sembrar medio kilo de cebollinos en cinco mil metros cuadrados, requiere un peón de a cuatrocientas pesetas y ocho mujeres a trescientas pesetas, que suman dos mil ochocientas pesetas. ¡Mucho dinero y ustedes de flojos!”, sin decir que esa “onerosa” cantidad representa el uno punto sesenta y ocho por ciento ¡de un euro!
¿Obedece esta realidad que se repite en el mundo bipolar, al símbolo representativo de Lanzarote: El cangrejo ciego? El mismo que se inútilmente se esconde en los tubos volcánicos de los Jameos del Agua, en la Cueva de los verdes, abiertos a la explotación turística que ya lo puso al borde de la extinción… ¡curioso! Un proceso que amenaza a la humanidad por el fracaso de un sistema predador de la mayoría de los siete mil ochocientos ¡por el hambre insaciable de poder y dinero de cinco familias!
Tuxtla
Gutiérrez, Chis., Méx., 3 de noviembre 2022
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