Arcano Literario
Mario Luis Altuzar Suárez
…ruedan y ruedan a toda velocidad los vehículos con sus
preciados pasajeros! Los a lo desconocido… empero, muy bien conocido en sus
sueños de esa espera en el tiempo que… ¡parece un parpadeo! Tomados de la mano
izquierda, él y de la mano derecha ella, se transmiten la vibración electromagnética
de los cuerpos que buscan presurosos, el momento sagrado de la intimidad
amorosa, en alguna esquina de la cotidianeidad ¡su nueva cotidianeidad! Esa en
la que rebosa el color brillante de la piel, con la respiración agitada del ¡sublime
encuentro del amor!
El escándalo de los botes amarrados a la parte trasera de
los vehículos, con el letrero de “¡Just Married!” con su traducción: Recién
casados, resuena en el tímpano de los observadores con su sonrisa, pícara en
algunos casos y tierna en los más, que motiva un espontáneo aplauso con su
proyección rítmica en los ojos llorosos que empañan los anteojos de los
protagonistas de la historia cobijada por el poder del amor en donde la
emocionada mujer repite “…yo soy tu dama/ Y tú eres mi hombre”, como cuando se
estrenó la melodía en 1984… ¡Ah! Año en que se conocieron y por razones tan
extrañas, se alejaron en el aire prometedor de ese verano.
La madurez treintañera presagiaba senderos tan distintos,
tan distantes con destino al olvido y, cuando mucho, a un dulce recuerdo oculto
en la sonrisa de la mirada nostálgica y el suspiro profundo aunque, discreto
por los cánones sociales que empujan a formalizar, con quien sea, una relación
de pareja para formar una familia y, cumplir así, con le obligación de la vida…
bueno, de los dogmas doctrinarios de lo efímero y coyuntural sin importar la
esencia de la eternidad del amor que se renueva al infinito de la naturaleza.
¡Y sí! Se renovó en su esencia primera, en la heredad
otorgada en la profundidad de los tiempos, al cruzarse las miradas ansiosas que
encontraron, así, la fuerza de saberse vivos aunque sus familiares lo ignoraran
y los ingresaran en ese asilo con su esperanza mezquina de cobrar en breve, la
herencia y ser ricos con el mínimo esfuerzo de atender las exigencias del albergue.
Con la experiencia del pasado, guardaron sus expresiones.
Hasta que pudieron exclamar al mismo tiempo: ¡Por fin solos! Se platicaron sus
respectivos trayectos de vida. Lloraron por los momentos de insomnio en el
recuerdo, uno del otro. Se apretaron las arrugadas manos al rememorar esos
momentos en que fueron felices y que se convirtieron en la esencia de la
sobrevivencia, ¡su razón de ser! Con esa frase de: Tal vez mañana nos
reencontremos.
¡Se encontraron con sus espíritus jóvenes y entregados! Así
se profesaron amor eterno en la parroquia. Con la frase repetitiva de que “lo
que Dios ha unido, no lo separe el hombre”. ¡Separaron sus cuerpos más no sus
espíritus! Porque, así lo comentaba los enfermeros: Matrimonio y mortaja del
cielo baja. ¿Tarde? ¡No! Nada es antes ni después de lo que está dispuesto.
En la capilla del hospicio, se escuchó fuerte la voz del
cura: “¡Hasta que la muerte los separe!” Y una vida pasa a nuestros ojos como
un instante tan relativo como la eternidad. ¡Y ruedan y ruedan a toda velocidad
las sillas de ruedas, con sus preciados pasajeros, con destino a la
inmortalidad del amor!
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, México, 28 de septiembre de 2023.
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