Arcano literario
Mario Luis Altuzar Suárez
In memoriam
-…espera! ¡Espérame!”, fueron las primeras palabras con las
que le conocí alguna tarde de 1973. Con la mano derecha impedí cerrara la
puerta del elevador y alcé la vista para ver correr los cinco metros de
distancia su metro setenta y tres del cuerpo de mediana complexión, sin que la
agitación borrase su generosa sonrisa treintañera y malabareando con sus manos los
papeles que milagrosamente parecía adherirse a su cuerpo.
El brillo de su mirada recorre mi esquelética figura de 17
años, con una libreta en la mano derecha y un libro de poesía en la izquierda y
al pedir se apriete el botón del tercer piso pregunta mi destino, que era ni
más menos, a lugar en donde pudiera solicitar trabajo. Su carácter jovial y de
ágil conversación, permite identificarnos pese a la diferencia de edades. Me
pide le acompañe al abrirse el elevador en un amplio salón lleno de escritorios
con máquinas de escribir, y jala la basura un joven pero experimentado barrendero.
Entramos a un salón con una mesa larga, como para 10
personas, ubicada del lado izquierdo y de frente abre las dos hojas de la
puerta para ver un escritorio de tres metros con montañas de papeles, al lado
derecho un cuadro de madera que sostiene periódicos, las paredes forradas con
libreros. Se instala en el sillón bajo una ventana muy grande, y me pide
sentarme en la silla frente al escritorio. Sonríe al expresar:
-“¡Anda! Cuéntame de qué quieres trabajar”, a lo que
respondo de lo qué sea y suelta la carcajada y muestra su tolerancia para
indicar que empecemos por el principio. A su interrogante de si tengo la preparatoria
terminada y mi negativa por solamente tener cuatro bimestres de los seis, se
toca la barbilla con la mano izquierda, con la derecha tamborilea un lápiz y de
pronto, pregunta: “¿Qué haces?”, respondo como me indicó alguna ocasión mi
madre literaria, Guadalupe Alfonso Albores: “¡Soy poeta y cuentista!”
Abre muy grandes los ojos, aspira profundamente y me
inquiere: “¿Y puedo leer algo de tu obra?” A lo que exclamo: “¡Claro que sí!” y
muy orgulloso prosigo: “Un poeta nunca está desarmado”, y le entrego mi libreta.
Tal vez fue una o dos horas que dedicó a la lectura de mis poemas, cuando reflexiona
que es una lástima que esté inconclusa mi preparatoria para que ingrese como ayudante
de la redacción, pero hay otra solución. Mira el reloj que marca las 18:30
horas y me pide que le espere.
Regresa y me dice que le siga. Cruzamos el salón de la mesa
grande y al lado izquierdo de la sala de escritorios con máquinas de escribir, hay
un cuartito con dos escritorios y un hombre fornido de metro sesenta, barba y
bigote tupidos, asiente con la cabeza al escucharle: “Es el chavo del que te
hablé. Te lo encargo mucho”, me voltea a ver y menciona: “Aquí vas a empezar,
como colaborador de la Sección Cultural a cargo del excelente cuentista Manuel
Blanco”.
Escucharle fue el bálsamo en mis oídos a las burlas y
ofensas en mis recorridos diarios por los diez periódicos importantes, en ese
1973, de la Ciudad de México, en donde causaba sorna mi petición laboral en una
plaza “de lo que sea”. Y nací así, al periodismo bajo la paternidad de Rafael
Castilleja Ramírez, jefe de Redacción, y, a regañadientes, del excelso escritor
Manuel Blanco, en un ríspido ambiente de frustrados escritores, dramaturgos o
cineastas y, para sobrevivir, reducidos al periodismo cultural en el periódico
oficial El Nacional. En todo este tiempo, escucho tu consejo: Lee mucho,
principalmente de periodismo.
Imágenes y sonidos en mi memoria. De las primeras palabras con
las que te conocí y… la profunda tristeza de no haber oído tus últimas
palabras, ¡ni siquiera saber el momento exacto de tu ingreso a la Gran
Redacción Universal del Padre Creador de los Universos, allí, en su Reino, con
su inmenso Poder y su máxima Gloria! Solamente esas líneas el 17 de octubre del
2023 en el grupo de WhatsApp: “Se fue otro grande, Rafael Castilleja, quien
fuera presidente del club Primera Plana. Descanse en paz” y firma Josue
Beutelspacher Huízar.
Tuxtla Gutiérrez,
Chiapas, México, 18 de octubre de 2023
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