Arcano literario
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
Quiero dormir el sueño de las manzanas
alejarme del tumulto de los cementerios
Federico García Lorca
85 Aniversario Luctuoso
-…se desmorona, manito! ¡Se cae a pedazos! Destruyen el
hermoso jardín de nuestra Patria. ¡Lo arrasa esa tlaconetiza mediática de la
maquinaria hitleriana propagandista! Babosean los zapatos del hijo del
indocumentado español investido de falso profeta, para construir su culto a la
personalidad. Lo invisten de monarca y lo convierten en dueño de los ciudadanos
y su patrimonio. ¡Así, ambiciona imponer la creación de mártires con la
democracia del hambre, la miseria y la muerte en donde la mentira, la calumnia
y la difamación inquisitorial se hacen forma de gobierno!
El momento en que aspira profundamente, lo aprovecha el
interlocutor para señalar:
-¡Tranquilízate, mano! ¡Ya, cálmate! Mira, vamos por partes,
como dicen que dijo el londinense Jack el Destripador. La queja plañidera en
nada ayuda, de nada sirve. ¡Te puedes enfermar! Y mientras el que causa esa angustia,
¡tan feliz en su latrocinio! Lo peor es que conseguiría su objetivo: ¡Qué te
mueras! Para ese hombrecillo, no hay mejor crítico o adversario, que el crítico
y adversario muerto. Y no se le puede dar ese gusto anticipado. Veamos,
después, ¿está en tu mano solucionarlo? ¿Qué puedes hacer para quitarlo del
cargo? ¡Nada! Es cierto. ¡Pero se puede hacer personal, individual!
-¿Individual? ¡Lo miro como algo egoísta! Cómo algo que se
excluye de la colectividad…
-Una observación apegada a la irrealidad creada por los
mismos manipuladores que viven y disfrutan de los bienes y trabajo que usurpan
de los que han sido encerrados en la profunda oquedad de sus miedos.
Se dirige al librero en la pared Norte de la Sala y toma una
piedra ovoide de unos quince centímetros y dos más semi redondas, una de cinco
centímetros y otra de dos. La grande la acomoda entre los dedos de la mano
derecha y las pequeñas en la izquierda, y se las muestra para interrogar:
-¿Qué ves? Y escucha:
-Un gato pintado en la grande, una cara de un aborigen en la
mediana y una especie de candado en la pequeña. ¿Y eso que tiene que ver con lo
que te estoy planteando?
-¡Calmado! Usted no diga frio hasta no ver los pingüinos. –Y
mueve oscilatoriamente la piedra mayor- Mira, tú ves un simple gato pintado. En
realidad es la esencia de un gato encerrado herméticamente en el mineral, sin
que se logre reducir esa energía que proyecta en la caraca digna y con ojos de
mirada firme. ¡Es el símbolo del contenedor mediático en que nos encerraron, exacerbando
nuestros miedos que nos paralizan para despojarnos de nuestra identidad humana
y reducirnos a objeto-cosa!
Toma aire y prosigue:
-Así como la piedra mediana, ¡somos muertos en vida!, al
darles el poder de someternos. Siempre cansados, irritados, arrojados al
precipicio de la infelicidad, incapaces de repetir a nuestra pareja, esa famosa
frase de Ilsa Lund… en… eso es, en esa película de 1943, Casablanca que tengo
allí, en DVD: “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos” y ¡romper con
esa inercia que nos conduce al matadero! En cualquier parte del país, amontonan
los cuerpos en fosas comunes, sin siquiera amortajarlos con pétalos, como esos
pétalos secos de aquel jarrón.
-¿Qué me propones?
-Algo sencillo: Nadie puede dar lo que no tiene. Y el amor,
la libertad, la fraternidad, están dentro de uno mismo, en nuestra mente. Y
esta pausa aterradora de la pandemia apocalíptica mundial, nos permite a nivel
nación, a nivel personal, escarbar en el camino oculto de nuestro interior,
para romper cada una de las máscaras que ocultan todos y cada uno de nuestros miedos
y, ¡sí! Encontrarnos en esa triada grandiosa del Hijo del Hombre que enfrentó y
superó la caída de Constantinopla el 29 de mayo de 1453 y el desmoronamiento
del imperio romano, la derrota de México-Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521,
las dos grandes guerras mundiales. Renace la estirpe humana de sus cenizas. Y
estamos condenados a renacer, reconstruirnos pedazo a pedazo de la miseria del
ambicioso y avaricioso aspirante a dictador. ¡Al encontrarnos a nosotros mismos
nos preparamos para resistir y empezar a organizar la resistencia colectiva al
ignorante arrogante y su tlaconetiza de maquinaria hitleriana propagandista!
Y se dieron un fuerte abrazo tarareando esa canción
interpretada por el pianista Pianista Sam. Wilson, “Las cosas fundamentales se
aplican/ A medida que pasa el tiempo” que reanima la conciencia de que uno puede
mover al mundo, dos pueden transformarlo y tres pueden reconstruir la estirpe
humana.