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A mi hijo Mario Luis en lo que serían sus 18 años
...qué no! Me tapo los oídos. ¡No te oigo! ¿Qué soy culpable? ¡Bah!", proyecta las frases mentales en su imagen con la boca fruncida en donde asoma una especie de anillo, los largos dedos índices en los oídos armonizados con la mirada furibunda en donde se refleja el brillo de una calva enorme que corona su cuerpo peludo, observado detenidamente por los médicos del zoológico.
Su molestia contrasta con la emergencia sanitaria declarada en México, al reportarse cuatro mil cien infectados con la Viruela del Mono en el territorio nacional con 30 fallecidos. Lo preocupante es la indefensión de los pacientes por la ausencia de vacunas a causa del colapso del sistema de salud por saqueo oficial de recursos que enriquecen a hombres y mujeres del poder. ¡Claro que no es el único país! Están afectadas 79 naciones con más de treinta mil pacientes confirmados y 119 fallecimientos, con base en los reportes de organismos internacionales.
Puede explicarse la reaparición de enfermedades superadas hasta el arribo del hombre de palabra fácil e ignorancia real con su ambición desmedida por el dinero y el poder labioso, con esa habilidad manipuladora para victimizarse de la realidad, más que en los mil 236 ejemplares de 222 especies en zoológicos y sin contabilizar los objetivos de caza en la destruida selva Lacandona. ¿Pero, en el mundo? Se creía erradicada la Viruela del Mono, descubierta en el Suroeste africano, por allá, en el Congo de 1958. Si pudiese leerse la memoria del bonobo molesto, veríamos la frase: "¡Todo yo!" Hay razón. Los culpan de la Viruela del Mono y 25 años después, a sus parientes los Monos Verdes los responsabilizan del llamado por el Seguro Social de Monterrey, Nuevo León, México, en un principio, Cáncer Gay y después, al confirmarse en Atlanta, Estados Unidos, que afectaba también a sectores femeniles -principalmente amas de casa y sexoservidoras-, ancianos y niños, se aplicó el pomposo nombre de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida con su acrónimo popular SIDA.
Con el invaluable concurso de la ONU, se afirmó esa "teoría" para ocultar que, estos virus diagnosticados en los grandes y pequeños monos tienen incongruencias de su transmisión a los humanos. Los médicos que someten al simio a su agresivo escrutinio en aras de salvar a la humanidad, saben y callan que, por lo menos el SIDA, es parte de la investigación de la guerra bacteriológica de los Estados Unidos, según documentos del Congreso, al autorizar partidas presupuestales a laboratorios militares, permitir el uso de inmigrantes haitianos en cinco campos de concentración y presos condenados a muerte, a ser conejillos de experimentación, cancelados en 1968 por ausencia de resultados concretos, cuando la inoculación lleva un promedio de diez a quince años para mostrarse en forma acelerada.
Emerge una visión apocalíptica. La Organización Mundial de la Salud advirtió el regreso masterizado del Cólera con casi un millón de infectados y cerca de seis mil muertos, tan solo en 2024, en donde las zonas más impactadas por el cólera abarcan el Mediterráneo Oriental, África, el Sudeste Asiático, América y Europa.
¡Y acabamos de pasar, a medias, la Pandemia del Covid-19! El Simio se revuelve ante los piquetes para extraerle sangre. Como contorsiona a la humanidad esa advertencia bíblica, al ser nombrado el primero de cuatro Jinetes del Apocalipsis "Pestilencia". Empero, la conexión parece estar lejos del Castigo Divino y su causa y origen es directamente proporcional a los preparativos bélicos de la secreta guerra bacteriológica, para insistir en la fallida aspiración de concentrar al mundo bajo la férrea mano de un imperio para decretar vida o muerte a hombres y mujeres, esclavos del consumismo y producción, en donde, solamente nos queda la resignada interpretación de nuestra realidad en las frases del simio auscultado:
"Me tapo los oídos. ¡No te oigo! Me tapo los ojos ¡No te veo! Preferible no ver por qué muero".
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 26 de octubre del 2025.
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