jueves, 4 de agosto de 2022

Indomables, Cuento

Arcano literario

Por Mario Luis Aluzae Suárez

-…Tata, no me sueltes de tu Santa Mano!”, piensa en su idioma, con la mirada a lo alto en que proyecta la angustia que constriñe su corazón, al igual que sus manos aprietan ese pedazo de papel con los enigmáticos dibujos desconocidos en el analfabetismo que le acompaña como su sombra desde su nacimiento, en que los usos y costumbres le adornan con ese vestido adornado con cintas de colores y se abulta de la cintura hacia abajo por los varios justanes, que hacen destacar el color moreno de la piel de sus pies descalzos.

El delantal es semi cubierto por un rebozo de bolita, utilizado como valija alrededor del hombro izquierdo por la espalda a la cintura derecha, como una banda con efecto óptico de amarrarla al tubo de sostén de los pasajeros en alguna línea del metro de la inmensa selva de concreto tan deshumanizada por el culto al individualismo del egocentrismo disfrazado de instinto de conservación para sobrevivir en esa cotidianeidad asfixiante.

Jóvenes preparatorianas al fondo, en su propio mundo de risas y sueños, con la máxima preocupación de contar con el dinero diario y evitar bajas calificaciones y, si es más complicado, desilusiones amorosas que parecen pasarle solamente a ellas y que nadie les entiende sin por intuir como se comunican en ese ambiente de música de sonido alto.

Esa mujer, una de los trece millones de indígenas, equivalente al once por ciento de la población, llegó por la mañana a la Capital y mira la espalda de una de los cincuenta millones de mujeres del país, en la pasajera peli teñida, de pantalón de mezclilla, bien entallado, con zapatillas con tacón de quince centímetros, una chamarra de vinil imitación piel, con una gran bolsa de mano del mismo material. La diferencia de estatura es únicamente por el calzado.

Temerosa, le toca la espalda y balbucea: “Koltayel”. La interpelada le mira desconcertada y burlona, le da la espalda para ocultar su ignorancia del concepto “ayuda” en idioma Tzeltal, que muchos consideran “dialecto” de los Hombres Libres cercanos a Comitán, Chiapas.

-“¡Dios, ayúdame, tengo miedo!”, ruega con miedo en su pensamiento, mientras mira los dibujos de las estaciones del Metro para intuir que debe bajarse en del convoy en la estación que podría significar parte de lo que está escrito. ¡Espíritu indomable con su lenguaje de silencio, después de quinientos años de sometimiento!

Y así fue como llegó, con la conducción de una fuerza invisible que le lleva a la dirección buscada, para encontrarse con su hija que labora como doméstica ¡y ya es bilingüe!: Tzeltal y español. El regreso, aunque doloroso por asistir al sepelio del líder de la familia, será luminoso porque lleva también, a su empírica guía de turistas para decodificar esa inmensa selva humana que, hoy fue vencida, aunque nadie lo sepa.

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 4 de agosto de 2022.

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