Arcano literario
Mario Luis Altuzar Suárez
Soy débil, y al marchar por entre escombrosme dirige la fuerza de tu plantay reclino las sienes en tus hombros.
Elogio a Fuensanta
Ramón López Velarde1888-1921
-…voy bola 8”, exclama en su silla de ruedas el septuagenario
regordete con smoking negro, camisa blanca y corbata de moño en perfecta
armonía con el bigote y barba bien cuidadas. Con las manos impulsa las ruedas
del lado de metro ochenta y ocho de largo de la mesa, y el taco de mediano
tamaño, en los descansos de los brazos. Intenta levantarse para acomodarse en
el borde de la mesa negra de billar, pero… cae de bruces sobre el paño verde. La
mejilla derecha en la base del juego y el rostro con rigor mortis, muestra la
boca abierta con dentadura postiza de porcelana.
Una imagen digna de la Dama del Misterio, la británica Agatha
Christie, que nació en el 15 de septiembre de 1890, en Torquay, Reino Unido y
regresa a Casa del Padre el 12 de enero de 1976, por Winterbrook, Reino Unido,
según supieron los primeros familiares que llegaron a la escena de lo que
sabrían después, era un crimen.
- “¡Mataron al abuelo!”, dice entre sollozos una adolescente
muy delgada que cubre su rostro con las manos al tiempo que su hermano, más
tranquilo, señala con imagen docta: “Y fue por envenenamiento”.
Al llegar la policía observa el cuerpo decúbito dorsal, En
el piso, debajo de la mesa de billar la biografía de la escritora británica con
su nombre de título y de subtítulo “vida y misterio”, escrita por la galesa-estadounidense
Gillian Catherine Gill y que publica a sus 51 años en 1993 con la editorial
Espasa-Calpe, posteriormente conocida como Planeta.
¿Quién leyó esa obra? ¿Fue su inspiración? Las preguntas
primarias para ubicar la personalidad del ignoto sin soslayar las secundarias de
la causa, forma y tiempo. Se recuerda que en las cerca de trescientas víctimas
que aparecen en sus más de 70 novelas, la mayoría parte hacia el más allá por
obra y arte de alguna sustancia tóxica, es decir, por envenenamiento.
Hay razón si se observa que en la Primera Guerra Mundial, la
novelista fue voluntaria en los servicios médicos en donde aprendió como
envenenar con arsénico, que al encontrarse en mariscos, carnes y frutos, era
difícil rastrear la sobredosis mortal y manipularlos con cuidado, evita que se
manchen la ropa. La pista más clara era la botella de licor de 80 grados Frangelico,
inventado en Piamonte haca el mil seis cientos por el dominico Fray Angelico, a
base de avellanas. “¡No hay la mínima duda!”, piensa el investigador designado
para el caso.
Al avanzar la pesquisa,
se establece una disputa familiar muy fuerte, porque el abuelo había encontrado
el verdadero amor en una delgada veinteañera de ojos azules llenos de candor, y
los consanguíneos también le tenían mucho amor… a la herencia. Y se sintieron
amenazados por lo que argumentaron el sacrificio personal de cuidarle y atender
todas sus necesidades, porque ya no era autosuficiente y estaba esclavizado a
la silla de ruedas.
- “¡Imberbes!”, pensó el septuagenario que fingía una
extraña enfermedad para evitarse incomodidades de atender los reclamos de dinero,
cada vez más fuerte. Emerge la pregunta estratégica: ¿A quien beneficia la
muerte del anciano? Para resolverla, se llama al notario público y a todos los
integrantes de la familia que ¡son cerca de cien! El letrado les mira fijamente
y anuncia el nombre del amor invernal como ¡heredera universal!
Por su irritación de haber sido despojados de lo que creían,
era su dinero y riqueza en bienes inmuebles, no se percataron que un joven de
25 años, de excesivos modales finos, se escurre por la puerta y al sentir que
nadie puede verle ni oírle, marca un número en su celular y casi histérico,
dice: “¡Todo para nada! El viejo no nos dejó nada. Pero con la mesada de mis
padres, puedo seguirte sosteniendo” y en un acto de coraje digno de una fémina,
arroja el aparato y grita: “¡Desgraciado, solo era el interés de mi dinero!”
Escucha una voz ronca: “¿Su dinero? Era de su abuelo. Deme las muñecas para
esposarlo. Todo lo que diga puede ser usado en su contra…” Y sí, el abuelo fue
a la negrura de la bola ocho, pero no tan densa como la de su nieto.
Tuxtla Gutiérrez,
Chiapas, México, 7 de marzo del 2024
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