jueves, 7 de marzo de 2024

Se protege el misógino en el 8-m (video)

Arcano de la efeméride

La noticia traducida en un poema

De la Mesa de Redacción
Arcano Radio

Dispuestas las murallas de acero de tres metros de alto en doble círculos alrededor del Palacio Nacional, para que el misógino “celebre” enmurallado, el Cuadragésimo noveno Día Internacional de la Mujer, instituido por la ONU en México en 1975, cuando el Compañero Echeverría, ¡sí!, el Hacedor del aspirante a emperador, era presidente.

Aunque los antecedentes pueden llevarnos hasta Lisistrata con la primera huelga de piernas cruzadas, para terminar con la eterna guerra fratricida entre Grecia y Esparta en el Siglo Cuarto, podría remontarse esta conmemoración al 1848, cuando indignadas por la prohibición que impedía a las mujeres hablar en una convención contra la esclavitud, las estadounidenses Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott congregan a cientos de personas en la primera convención nacional por los derechos de las mujeres en Nueva York.

En México, Anna Macías menciona: “Se dice que en México la primera manifestación feminista se puede encontrar en sor Juana Inés de la Cruz (Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, nace en San Miguel Nepantla, Tepetlixpa, el 12 de noviembre de 1648 o 1651y muere en Ciudad de México, el 17 de abril de 1695) …, ella pugnaba porque se les concediera a las mujeres la oportunidad de estudiar”.

@marioluisaltuzarsuarez La noticia traducida en un poema Dispuestas las murallas de acero de tres metros de alto en doble círculos alrededor del Palacio Nacional, para que el misógino “celebre” enmurallado, el Cuadragésimo noveno Día Internacional de la Mujer, instituido por la ONU en México en 1975, cuando el Compañero Echeverría, ¡sí!, el Hacedor del aspirante a emperador, era presidente. #narcopredidenteamlo2 ♬ sonido original - Arcano Radio

Arcano Literario

Cuento

8-M ©

Mario Luis Altuzar Suárez

-…se rompió!”, dice el pequeño con su mejor mirada de inocencia, para evitar las consecuencias de sus actos, al desmembrar la muñeca de trapo de su hermana menor. La mamá lo abraza amorosa mientras levanta los pedazos con la mano derecha, le susurra: “No se preocupe mi niño. Aquí está su mama que todo se lo compone”.

-… se rompió!”, dice con las manos temblorosas y manchadas de sangre al tiempo que las lágrimas al borde de los párpados acompañan las contracciones musculares de la boca. El médico endurece la mirada al preguntar: “¿Así nomás?” Escucha la voz entrecortada: “Si. Así nomás”. La estabilizan en la camilla. Hilos de piel sostienen apenas los miembros superiores e inferiores, con los ojos morados al resistirse a ser extirpados. Un Déjà vu de 25 años. ¡Igualito a la imagen de la madre con muñeca desmembrada!

El de bata banca llama al agente del ministerio público para que levante el acta. “¿Cuál?”, pregunta el agente. El galeno, adoctrinado en salvar vidas, le mira con ojos de fuego al interrogar; “¿Cómo que cuál? Casi mata a la mujer. ¡Por lo menos es intento de homicidio!”

Le sorprende el “Jajaja” y le espeta: “¿se ríe? ¿A qué la risa?” ¡No da crédito a lo que oye: “¿Para qué? En cuanto los policías le detengan y lo lleven a ‘chirona’, la mujer clamará para que lo dejen libre. ¡Bah! La historia de siempre, como si fuesen esos capítulos repetitivos en Cien años de Soledad”. Y se consuma

¡Es increíble pero cierto! ¿Pacto patriarcal? ¿Dónde inició? En su irritación, el médico se topa con la leyenda urbana del “Pecado Original”, incongruente porque unos culpan a Eva de haberle dado la manzana a Adán, y en el contexto bíblico, la pareja es seducida por la serpiente para comer el fruto del conocimiento, en franca desobediencia al Creador.

Sin embargo, en algún lugar de la evolución de la retórica clerical, se perdió ese equilibrio de los géneros y se culpó a la mujer para juzgarla y sentenciarla desde la institución de un credo, a pagar resignadamente el pecado original, en un pacto rutinario que normalizó el hábito, la costumbre, en la corresponsabilidad de los dos géneros biológicos y que se complica en el Tercer Milenio al ponderar la confusión de venerar el parecer de lo que supuestamente se sienta, por encima del ser.

Y se consuma la doble agresión de sometimiento a la mujer por los hombres que heredaron el principio de superioridad y por hombres que se sienten mujeres para invadir el territorio biológico femenino y someterlas a falsos derechos adquiridos por las químicas en cuerpos cambiados.

Solamente miramos y repetimos: “¡Se rompió!”, sin aceptar que nosotros la rompimos y al romper a la mujer, caemos en un abismo en que se suicida la especie humana, sin derecho, sin esperanza de preservar su especie. ¡Ellas! Bueno, que decir… ¡que se conformen con el ritual de adorarles sus derechos en su ocho de marzo! Sin sentir nuestro dolor en su dolor.

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