Arcano literario
Arcano Radio
A la salud de Maite Lacave
...y la carcajada en el desierto ¡retumbó en todo el mundo! Su frecuencia vibratoria movió la arena y reacomodó las dunas. ¡Llenó de agua los dátiles de los pequeños y escasos oasis! Voló en la sonoridad intangible del viento y se alzó a las nubes. ¡Hasta el sol de energizó y del naranja luminoso se coronó al amarillo blanquecino! Esa Luz de la que dicen los científicos de la NASA que es el color del Universo. Una carcajada, tan solo una carcajada expandida en libertad desconocedora de fronteras, clases sociales, dogmas doctrinarios de los istmos político de los eunucos adoradores del Becerro de Oro.
¿Una carcajada? ¡No! Nos es cierto. Son dos que se hacen una en la armonía del sonido que taladra los timpanos y prosigue su invasión a las neuronas decodificadoras en la superficie ceebral, la que transmite el doloroso mensaje de abrir los ojos de los millones de... ¡horror! de esas máquinas que se dicen humanas y con las manos tensas cubren los oídos al apretar los párpados para cerrar los ojos y se refugian en la comodidad del bálsamo del importamadrismo de su individualismo profundamente egoísta.
En la profundidad de las entrañas se acuna el miedo paralizante. Temerosos de que sean los sonidos del Apocalipsis anunciado desde aquél tiempo en que Josué, esa invocación de terrible de "Dios es el Salvador", y sus siete sacerdotes alzaron sus trompetas para derribar las murallas de Jericó después de siete días angustiosos que, en este momento al ritmo de la carcajada, para ellos, de origen desconocido, termine con su confortable encadenamiento al vivir para trabajar, lo que permite pagar las facturas de las tarjetas de crédito bancario, de los servicios urbanos y sobre todo, ¡de los impuestos! que permite a los auto investidos como los modernos Hierofantes del tributo sagrado al Becerro de Oro.
Carcajada que amenaza a los hombres y mujeres que se sienten los herederos de la Dinastía Qin que emulan a la Gran Muralla China en esas Murallas Aislacionistas Arancelarias, sin recordar que los chinos edificaron su protección de los que creían bárbaros, por allá del 221 antes de nuestra Era, empero, cayó y la volvieron a levantar ¡en cinco ocasiones! Tres más que las dos derruidas murallas comerciales con el millón doscientos mil víctimas en la primera vez y cerca de nueve millones en la segunda ocasión, con los preparativos de la tercera caída con la previsible purga de cuando menos mil millones de los que darán de baja... siempre y cuando se en un escenario controlado.
Más, los abuelos decían que Dios Dispone, el hombre propone y viene el diablo y todo lo descompone. Y así como se invirtieron los conceptos de sacralizar el materialismo consumista de una minoría en la oscuridad del anonimato de donde resuenan los tintineos monetarios y condenar como herejía blasfema el reconocer al Ser Humano como el Divino Hijo del Hombre, se condena esa sonora carcajada en algún lugar del desierto.
Si respetaran sus propios dogmas científicos, esos seres de la oscuridad profunda del mundo verían a una rolliza pequeña de unos siete años, orgullosa portadora de la vestimenta de los beduinos, con los puños cerrados y los brazos extendidos, con su vientre lleno de aire para exhalar y generar el movimiento de las sonrojadas mejillas al abrir la boca y carcajearse con los ojos cerrados, al lado de un hermoso camello de pelaje amarillo que secunda el sonido gutural para confirmar que si un solo puede mover al mundo, ¡dos lo pueden voltear de cabeza!
Más, los dos seres carcajeadores están muy lejos de pensar en la revolución de la conciencia en el Despertar del Espíritu. Máxime que ¡se sienten solos en la inmensidad desértica! Y se saben dueños de sí mismos, de su espacio y de su tiempo en donde simple y llanamente ¡reina la felicidad de estar vivos! ¿Será por esa sencilla razón que amenazan con destruir la murallas sociales, económicas y políticas? Y como las trompetas sacerdotales en Jericó, ¿se anuncia la caída de la satánica herejía y se aproxima el amanecer de la libertad del Hijo del Hombre? ¡Hay, Dios! Si supieran que en esta vida es inexistente la casualidad y emerge la causalidad.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 28 de mayo del 2025.
No hay comentarios:
Publicar un comentario