Arcano literario
Mario Luis Altuzar Suárez
Tú eres
pobre, lo soy yo;soy de
abajo, lo eres tú:¿de dónde
has sacado tú,soldado,
que te odio yo?
No
sé por qué piensas tú en 1937en
MéxicoNicolás
Guillén 1902-1989
¿Cómo llega este momento del supremo sacrificio en un joven
abandonado en la sierra? En medio de los estertores finales recuerda la
advertencia de su voz de mando: “¡Cuídate! ¡Cuídate mucho! Estamos en una época
de oscuridad en donde la confusión es la madre de la política divisionista de
hombres y mujeres. En donde la intriga lleva al asombro, los recuerdos a
las lágrimas y, tú soldado, eres importante para servir a la Patria, si
estás vivo y no como doliente recuerdo de tu familia que dejas abandonada a la
vorágine de criminales disfrazados de gobernantes”.
Intenta mantener abiertos los párpados cada vez más pesados,
como si agujas de hierro candente y pesado, intentaran descansarlos en la
oscuridad eterna con su promesa de descanso. “¡Servir a la Patria!” ¡Claro que
sí! Porque era servir a la población al rescatarlos de los desastres naturales.
¡Proteger a los ciudadanos de criminales y asesinos! Portar orgulloso el
uniforme que cada noche lavaba y planchaba en cada madrugada. Uniforme y hombre
con paso marcial por las calles, despiertan exclamaciones de admiración, de
respeto, ¡de querer ser como ellos!
¿En qué esquina de la política se perdió el horizonte, el
destino, la esperanza? Los borbotones de sangre traen esos discursos llenos de
engañosas promesas. Del resentimiento del mediocre que se revuelca en el lodo
de su ignorancia y ambición de encontrar la razón de su mísera existencia. El
innovador mediático de acabar con la delincuencia al atacar sus raíces. Es
decía. Y decretó la intrigante frase de “abrazos, no balazos” para causar el
asombro de una cortina de humo que impidiera ver el fondo de tan ocurrente
idea; Su complicidad y estar a su servicio… desde el primer minuto en que se
apoderó del poder para poder bañar en sangre a los crédulos y engañados.
Y el Rememorador agónico, esboza una triste sonrisa por donde
escurre una de sus últimas lágrimas al retumbar en los tiempos esa orden
¿extraña?: “Cuiden a los delincuentes, a los narcotraficantes, porque deben
respetar sus derechos humanos. Son buenas personas. Son trabajadores. ¡Ya basta
de estigmatizarlos!”
Así, en la última exhalación, balbucea la pregunta, igual
millón y medio de interrogantes silentes que se pierden en la eternidad de la
muerte: “¿Y mis derechos humanos, señor disque presidente?” Aunque les hubiese
escuchado está imposibilitado de responder. Atiende una crisis física: ¡Le dio
una embolia! ¿La causa? Se publicaron investigaciones del Departamento de
Estado del vecino norteño, que le señalan como narco, pero no un narco
cualquiera, no es igual a la mafia del poder, él es diferente porque, ¡es todo un
Señor Narcopresidente!... sin percatarse que también agoniza.
Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, México, 22 de febrero de 2024.
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