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…todo puede cambiar en un segundo! Y más cuando se presenta el miedo. ¡Qué poderosa es la mente! Tan creativa. Aunque en forma negativa. En un instante crea una novela para fundamentar el riesgo, real o imaginario. A cada paso de la vida. ¡Oh Dios, que frágiles somos! Y lo peor es que somos tan débiles ¡ante nosotros mismos!
¿De qué habló? Bueno. Les relato la mayor experiencia. Al pardear la tarde, cuando se observa la luz detrás de la oscilación de los árboles por un tenue viento. ¡Magnificamos la visión! Y parecen caminar… dirigirse a nuestra posición. ¡Tan enormes! ¿Me pisan o me engullen? ¿Los dos? ¿Primero me pisan y después degluten mi cuerpo?
He salido a pasear un rato y creo que ese hombre me está siguiendo, si voy de prisa el me sigue, estoy asustada... ¡al frente esos gigantes y en la retaguardia el desconocido amenazante! Una situación en que las neuronas parecen colapsar en la vorágine decodificadora del entorno. La parálisis momentánea se transforma en la urgencia de huir.
El ulular del viento arroja una rama en mi cara. Empero, en este momento percibo ¡la mano de uno de esos gigantes! Se agita la respiración en el grito silente, ahogado en la faringe que bloquea el ingreso de aire a los pulmones y las palpitaciones del corazón amenazan con la implosión del plexo solar.
Cierro los ojos con la repetición mental de que debo recuperar la calma y armonizar las funcione corporales como única forma de garantizar la sobrevivencia. Poco a poco se restaura la tranquilidad. Aprieto los párpados con la mentalización de la realidad en la imposibilidad de los árboles caminen. ¡Es una visión óptica! Un espejismo tan solo.
Abro los ojos en coincidencia con la calma del aire y distingo a los gigantes vegetales en su mismo lugar. Con las raíces bien enterradas por lo que es falsa la terrorífica idea de que podían degustar mi cuerpo. Es cierta la existencia de plantas carnívoras pero su capacidad para alimentarse se limita a insectos. Respiro profundo y exhalo lentamente.
Solucionado el primer frente de guerra en la revolución de los pensamientos, es el momento de superar el miedo y ver en un análisis sereno, de la silueta borrosa por el horizonte vespertino, en ese ocaso que mi mente convirtió en terrorífico, y establecer las condiciones reales del observador que mi pánico irracional activo la alarma de que me persigue.
Escuchó un hiriente ¡jo, jo, jo!, por lastimar mi orgullo. Frotó fuertemente los ojos al ritmo del tintineo de campanillas. De haber corrido ¡era imposible que me alcanzara! Difícil mover con la agilidad de mi delgado cuerpo ese voluminoso metro noventa, con botas negras a la mitad de la pantorrilla y su pantalón y chamarra roja de lana con olanes de peluche blancos, asegurada con un grueso cinturón de piel y hebilla cuadrada, coronado con un gorro pompom beanie.
Distingo un leve movimiento de sus labios cubiertos por ese bigote y barba que cubren casi la totalidad del rostro rosado, en donde destaca la mirada inquieta y alegre de sus ojos azules:
- “Veo que ya recibiste tu regalo de Navidad”, dice sin que vea ninguna caja o bolsa y parece que lee mi pensamiento al expresar: “¡Claro! Es la Enseñanza de conocer tu importancia al ser muy valiosa por ser, simple y llanamente, hija del Divino Creador con 72 nombres. Lo más importante: Conocer el miedo con el programa mental de controlarlo y transformarlo en valentía para enfrentar a los enemigos, esos incontrolados pensamientos, capaces de crear escenarios inexistentes. Por eso es el enemigo más poderoso por ser el propio yo interno con su influencia a base de la ambición, avaricia y envidia”,
Pone su enguantada mano sobre mi cabeza y le escucho: “Gracias damos por recuperar la libertad de tú hija, Padre Eterno”. Rosa mi mejilla izquierda y da media vuelta con el sonoro: “¡Feliz Navidad! Ha recibido el regalo más valioso; Reconocer tu Niño Interno que Renacerá como un Sol Invicto para iluminar tu sendero en que pisarás fuerte para que otros puedan seguir tus huellas”.
¡Y se fue! ¡Llevándose mis miedos!
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, a 12 de diciembre del 2024.
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