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A las madres buscadoras de los desaparecidos por el CO
...chin! ¡La regué!", piensa el imberbe de unos nueve años, frente al espejo que refleja una mirada entre incrédula y temerosa, la mueca de coraje retenido en la boca y en la mano derecha con el dedo pulgar en una oreja de unas tijeras de cocina, el índice sobre la otra y en el orificio el cordial con el anular con la plena libertad del meñique.
La línea de pensamiento la interrumpe una voz masculina en modo de reclamo: "¡¿Qué hiciste?!" Balbucea el increpado: "N-a-d-a. Trataba de cortar en un círculo, mi cabello", y señala la parte de la coronilla. Con una disimulada sonrisa, el titular del Barber shop "El Catrín Elegante", en pleno centro de la capital del Estado, señala la tusada en forma de ele del lado izquierdo en la parte media y dice: "¿Como que está un poco lejos, no crees?" Y asiente con un nervioso movimiento de cabeza.
Iba a dar una explicación, pero le interrumpe la interrogante: "A ver, dime niño, ¿tus papás saben que estás aquí?" La expresión negativa conduce a la otra pregunta: "¿Decidiste hacer una travesura?" Negación total con la cabeza. En lo que suspira con cierto enfado, aprovecha el infante para dar su verdad: "Hay dos cosas. La primera que vine a solicitarle me deje trabajar como su ayudante. Y la segunda, que ví al Papa en su vista reciente al pueblo y tenía con corte de cabello circular en la parte trasera de la cabeza y me dije que, si me hacía un corte igual, me daría un lugar como peluquero y no como barrendero de todo el pelo en el suelo y...." Ataja el emocionante discurso al mirarlo detenidamente y expresar:
-"Vamos por partes, como dijo en 1888 el británico Jack el Destripador", le interrumpe: "¿Quien?" y escucha, un asesino serial de Londres que destazaba a su victimas, por eso te digo que vamos por partes". Se sienta en el confortable sillón giratorio y se acomoda de frente al niño: "¿Te mandó tu mamá?" Le responde: "¡No! Ella ni sabe que estoy aquí". Rápido le cuestiona: "Entonces, fue tu papá..." Lo niega en su respuesta. Casi se desesperado el interrogador: "Entendería que tu mamá necesita aumentar el ingreso de la casa para alimentar a la familia. Pero no fue ella. Lo explicaría que tu papá lo hiciera para poder sustenta su diversión etílica con sus amigos. Pero tampoco. ¡Quien te mando, entonces!" Se sorprende con la respuesta: "¡Yo me mandé solito! Porque quiero ayudar a mi mamá que no le alcanza para las medicinas y.…"
Se hace un pesado silencio. Leve, pero parece eterno. El fígaro reflexiona: "Muy bien. Esto implica que no quieres trabajar, sino que ¡necesitas laborar! Y los medicamentos caros y en constante aumento, te exige una buena posición laboral para asegurar un buen pago. ¡Mmmmhhhh! ¿Y cómo pensabas convencerme de ser un estilista y no un simple limpiador de pisos?" Sin inmutarse le señala: "Ahí está la razón de mi corte en mi cabeza. ¡Quería una copia del estilo papal!", y se ríe al agachar la testa para que el sinodal vea con mayor detenimiento su obra de arte.
-"Tienes el trabajo a condición de que venga tu mamá porque eres menor de edad y necesito el permiso de tus padres o uno de ellos, para no meterme en problemas", dice al ver la luminosidad en la mirada del pequeño que está a punto de salir corriendo y es detenido: "La primera sesión de tu trabajo es una lección sobre el corte de cabello de, ¡mmmmm!, ¡sí! de lo que te interesó: ¡El Papa!"
Aspira profundamente y diserta: "Ese corte que le viste, se llama Tonsura. Consiste en afeitarse la coronilla de la cabeza como votos de renuncia al mundo y sus placeres para dedicarse de lleno a la vida religiosa. Empero, no es únicamente de exclusividad del Papa, sino de los religiosos que inician en un ritual monástico", observa la profunda atención del niño, que bebe para una de sus palabras, y prosigue:
-"Al quedar descubierto del cabello, la coronilla que se conoce como La Flor de los Mil Pétalos, queda una puerta abierta al ingreso de energías, negativas y positivas, y debe protegerse con el casquete de seda circular llamado Solideo que simboliza la Presencia de Dios y sus colores varían según el nivel sacerdotal: Blanco en el Papa que es el máximo dirigente de la Iglesia Católica, púrpura en los Obispos, rojo en los Cardenales. El protocolo ordena su uso en las ceremonias litúrgicas".
El menor procesa en su mente la información recibida, con la satisfacción de haber encontrado un maestro que además de los secretos de la barbería, tiene mucho que enseñarle. Y con sus primeras monedas va corriendo a su casa para estrecharse en un fuerte abrazo con su mamá y llevarla a la farmacia a comprar las primeras medicinas que alivien su enfermedad que es producto de la angustia por no saber si podrá alimentar a sus hijos. Cosas de la modernidad del Tercer Milenio en que la Gran Tribulación se viste de empobrecimiento, hambre y miseria democrática, en esa narrativa en que se manipula la realidad de cancelar las libertades y derechos fundaméntales de las mayorías con un exterminio ordenado por una minoría oculta en la oscuridad.
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