Por Christine LAGARDE
Directora general del FMI
Para Arcano Radio
El 8 de marzo marca el Día Internacional de la Mujer, que
brinda la oportunidad de reflexionar sobre la lucha por una mayor igualdad de
género. Las raíces de este evento anual se remontan a más de un siglo, sin
embargo, su enfoque en el respeto y las oportunidades para las mujeres sigue
siendo sorprendentemente relevante hoy en día, desde el acoso sexual y la
violencia hasta las leyes desiguales y la injusticia en el lugar de trabajo,
donde las mujeres con demasiada frecuencia están subempleadas y poco prometido.
El trato desigual o injusto puede marginar a las mujeres y
obstaculizar su participación como individuos productivos que contribuyen a la
sociedad y la economía de manera invaluable. Sin embargo, cuando considero el
rico tapiz de organizaciones e individuos que pueden marcar la diferencia para
garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades, también veo un
papel crucial para los responsables de la formulación de políticas. Pueden usar
sus posiciones para diseñar políticas que ayuden a las mujeres y las niñas a
acceder a lo que necesitan para una vida satisfactoria, que incluye educación,
servicios de salud, transporte seguro, protección legal contra el acoso,
finanzas y acuerdos laborales flexibles.
Si el empleo de las mujeres fuera igual al de los hombres,
las economías serían más resistentes y el crecimiento económico sería mayor.
El FMI recomienda este tipo de medidas políticas a sus
países miembros, y trabaja con muchos gobiernos para examinar cómo afectan las
políticas a las mujeres. En los últimos años, hemos aumentado nuestro énfasis
en el empoderamiento de las mujeres precisamente porque, más allá de las
consideraciones éticas importantes, también representa una oportunidad perdida
en la búsqueda de la estabilidad macroeconómica y el crecimiento inclusivo,
donde reside la experiencia del FMI.
Nuestra investigación ha demostrado, por ejemplo, que si el
empleo de las mujeres fuera igual al de los hombres, las economías serían más
resistentes y el crecimiento económico sería mayor. Nuestras nuevas
estimaciones muestran que, para la mitad inferior de los países de nuestra
muestra en términos de desigualdad de género, cerrar la brecha de género en el
empleo podría aumentar el PIB en un promedio del 35 por ciento, de los cuales
7–8 puntos porcentuales son ganancias de productividad debido al género diversidad.
La incorporación de una mujer más en la alta dirección de la empresa o en la
junta corporativa, mientras se mantiene el tamaño de la junta directiva sin
cambios, se asocia con un rendimiento de los activos de 8 a 13 puntos básicos
más altos. Si los bancos y los supervisores financieros aumentaran la
proporción de mujeres en los cargos superiores, el sector bancario también
sería más estable.
Los 189 países miembros del FMI enfrentan muchos desafíos
diferentes, pero empoderar a las mujeres sigue siendo un denominador común y un
imperativo global para todos aquellos que se preocupan por la equidad y la
diversidad, pero también la productividad y el crecimiento de las sociedades y
economías que son más inclusivas. Si podemos lograr esto, todos ganamos.
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