Arcano literario
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
-…y el tutú nos hace bailarinas?”, pregunta candorosa mientras de cabeza columpia en la barra de ballet su metro treinta de cinco años en posición fetal inversa, la pequeña de ojos chispeantes mientras el resto del grupo se concentra en las indicaciones de los movimientos corporales y cada una sigue el desplazamiento de los pies y piernas. Desde algún lugar en el salón con espejos en las paredes, se escucha:
- “¡Ayuda! El hábito no hace al monje pero le ayuda. Cómo todo en la vida, la base es la vocación y talento original, que armoniza la música con la sangre para fluir con su expansión en todo el cuerpo, la disciplina en el aprendizaje de las diversas técnicas en la evolución del arte con origen en la profundidad del tiempo, y denominado en latín ballo, ballare, ‘bailar’ con su antecedente griego ballizo que se entiende como ‘bailar’, ‘saltar’. ¡Es un salto con ritmo que plasma la naturaleza! Y…”, le interrumpe una voz femenina:
- “¡Están pequeñas! Considero inapropiado una explicación tan detallada”, le replican:
- “La formación primaria o básica del ser humano es desde la gestación hasta los doce años. Y están en el momento en que abrevan, absorben todo lo que les rodea.
Y parece que fue ayer. Rememora en este momento la bailarina principal del ballet de su país, al sonreír por verse de cabeza en la fotografía tomada por el incomprendido poeta maldito alemán Henry Charles Bukowski, quien describió la mayor parte de su vida alcohólica en Los Ángeles, de sus setenta y tres años trascendidos en 1994. La recordadora relee en la parte de atrás: "El espíritu libre es raro, pero cuando lo veas puedes identificarlo fácilmente".
Y guarda su pensamiento: “¡Con la danza volamos para sentir y vivir la libertad!”
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