jueves, 25 de abril de 2024

Comulgante ©, Cuento

Arcano Literario

Mario Luis Altuzar Suárez

…parece flotar el frágil cuerpo de veinticinco kilógramos. Investida a sus ocho años ¡de Divinidad! Al ondear levemente el velo coronado con claveles y margaritas blancas, engarzadas en alambre de un milímetro forrado de papel arroz verde, deja ver un gesto un tanto preocupado al morderse el labio inferior, sin quitar la mirada del sinuoso camino empedrado. Su vestido de satín a la oreja, los puños y el huesito del tobillo, con calcetas blancas cuyos bordados destacan a la orilla de los botines de ternera que protegen sus pies.

- “¿Qué le hace flotar?” Pregunta la curiosidad de los vecinos. Una mujer de treinta años de vestido morado con vivos de flores multicolores y suéter a la mitad del brazo, conjetura: “La mano izquierda de la madre”. Reflexiona la interlocutora al escanear, mirar de arriba abajo a la señalada. Mantiene firme el vestido negro, muy parecido a la moda del medioevo, aunque más corto al llegar a un tercio de la espinilla. Su paso seguro, al comulgar la piel descalza con las piedras y la tierra. “Veo una manga en el brazo y su mano un arreglo de orquídeas”, aventura y escucha: “Eso es en la mano derecha. Yo me refiero a la izquierda que sostiene la manita de la niña”.

Y lanza el aguijón de la crítica frustrada por desconocer el por qué flota la niña: “¡Abríase visto! Qué la niña esté vestida de fiesta dominical, con todo y botines caros y ¡la madre descalza! Quieren darse ínfulas de grandeza…” Le ataja su acompañante en ese callejón parecido al descrito tantas veces por Víctor Hugo, como si se hubiese detenido el tiempo en estos parajes tan iguales en todo el mundo y tan distantes por la geografía y tan separados por las fronteras imaginarias:

-Discrepo de usted. Es cierto que las madres nos quitamos el bocado de la boca con el dolor de contracción y expansión del hambre, para que los hijos no padezcan esa dramática experiencia. Pero en este caso, todo es distinto…” No puede terminar la idea al ser interrumpida:

-No se crea. Los conozco bien y siempre se han sentido superiores…

Aspira profundamente y prosigue:

-Tal vez tenga razón en ese punto, aunque no coincido con usted. Más bien creo que la causa responde a otro efecto: El primer encuentro con Dios. ¡Es una Gran Fiesta! Y para recibir la Primera Comunión, debe limpiar su Templo Interior y decorarlo, vestirlo con sus mejores galas. ¡Mire el rostro de satisfacción de la mamá! Pero, sobre todo, la figura infantil que parece flotar, de hecho, ¡flota! por la Gracia Divina de Dios Padre ya le acompaña al punto sagrado en que se dará la reunión con su primera ostia que simboliza el Cuerpo de Cristo. Encontramos formas distintas en otras culturas y religiones, ¡empero, los mismos fondos! Por ejemplo, Octavio Paz describe una ceremonia proamericana en donde la ostia circular de harina de trigo era sustituida por una similar, pero de ¡amaranto!

Las dos mujeres deciden seguir los pasos flotantes de la discípula y su madre.

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 25 de abril del2024.

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