lunes, 17 de junio de 2024

San Cristóbal de las Casas

Arcano de Opinión


Guillermo Ochoa-Montalvo
Arcano Radio 

Querida Ana Karen, El silencio monacal del hotel Diego de Mazariegos se extiende sobre las calles de San Cristóbal este lluvioso domingo. Los turistas, desde la madrugada, abordan los helicópteros y avionetas de las expediciones hacia la selva; hacia el encuentro de esa región pletórica de misterios, de folclor, tradición y enorme biodiversidad.

Los pasillos palaciegos del hotel me recuerdan que fue justamente Diego de Mazariegos quien fundó la capital, Villa Real, el 5 de marzo de 1528, a orillas del río Grande, a unas leguas de la capital de los Chiapa, pero de inmediato la trasladó a esta ciudad, el 31 de marzo del mismo año. Más tarde sería elevada al rango de Ciudad Real. En 1535 el Rey Carlos V le entrega el escudo de armas, y Paulo III en 1538, la declara sede de un Obispado.

Mientras recorro las calles, aún húmedas por el rocío de la mañana, vislumbro quinientos años de brecha cultural, de tradición y abolengo entre Tapachula y San Cristóbal; 500 años de tradición colonial, de edificios majestuosos y otros modestos que, sin embargo, conservan la belleza de su arquitectura protegida por su propia sociedad empeñada en no ser perturbada por la modernidad. Porque la modernidad que vive San Cristóbal no ha logrado alterar su paisaje urbano para deleite de miles de viajantes europeos y nacionales, quienes acuden a visitar la que fuera capital de Chiapas durante el Siglo XIX. Turistas que, se maravillan con los barrios indígenas que la circundan, con las artesanías de tzotziles, tzeltales y algunas chol que abundan en los tianguis, mercados y calles.

Una agradable sensación me invade, como si traspusiera la frontera del tiempo. Quinientos años de distancia cultural existen entre Sancris y Tapachula, quinientos años de distancia entre la creación del Colegio de San Francisco Javier dirigido por los jesuitas y la primera universidad en Tapachula. San Cristóbal cuenta con el orgullo de haber sido sede de la primera escuela Normal de América fundada por el tapachulteco Fray Matías de Córdoba y Ordóñez en el Siglo XIX; San Cristóbal de las Casas, como capital cultural de Chiapas vio nacer la primera imprenta y con ella, los primeros periódicos como fue La Campaña Chiapanecay el Para Rayo fundado por el propio Fray Matías en 1827. Para mi beneplácito, las cafeterías abundan en San Cristóbal. Es difícil elegir entre ellas, porque en cada una, se respira una atmósfera agradable El café exprés humea incesante mientras leo una reseña del maestro Enoch Cancino Casahonda alusiva al insigne coleto José Felipe Flores.

 El doctor Flores fue un médico destacado por ser el primero en el mundo en facilitar el estudio de la anatomía humana, convencido de su utilidad esencial en la formación de los médicos creando después de siete largos años de trabajo, figuras anatómicas de ceras armables y desarmables, antes de que lo hiciera el abate Fontana, muerto en Florencia en 1805, a quien se atribuye ese mérito. El Doctor Flores destacó también por sus aportaciones a la campaña de vacunación contra la viruela salvando miles de vidas, utilizando la vacunación de brazo a brazo, antes que Eduardo Jenner la perfeccionara en Inglaterra años después”.

Por si fuese poco, este insigne chiapaneco nacido en San Cristóbal, Médico de Cámara del Rey Carlos IV, fue también el inventor del primer barco de vapor que hubo en España, botado en el Guadalquivir poco antes de morir en 1824. Y mientras me maravillo con las biografías de los chiapanecos ilustres no puedo sino constatar que nadie es profeta en su propia tierra.

 Como ellos, miles de chiapanecos han aportado al mundo importantes inventos, descubrimientos y un caudal inconmensurable de manifestaciones culturales, artísticas, científicas y tecnológicas, desconocidas en su mayoría por los propios chiapanecos. El tercer café exprés me anima a contemplar el arte indígena de las pinturas y fotografías expuestas para su venta en los muros de la cafetería. Pinturas de enorme colorido; fotografías de dramática expresión reflejando esa interminable lucha entre blancos, mestizos e indios. Porque debes saber que esta zona fue poblada por los mayas, 1500 años antes de Cristo. Más tarde, 1300 años antes de Cristo se consolidan los centros ceremoniales de Izapa y otros lugares de Chiapas, los cuales se caracterizaron por tener una fuerte influencia olmeca.

Debes saber que la lucha es legendaria. Desde que los mayas parten al Mayab y al oriente de Yucatán en el año 550; en Chiapas, los que se quedan se fragmentan en numerosos cacicazgos haciéndose la guerra entre sí. Más tarde en el año 900 los indígenas chiapa, dominan a los grupos mayas locales y fundan guarniciones y colonias en el Soconusco y Zinacantán. Cincuenta años más tarde, los Olmecas del Altiplano Central llegarán a imponer sus costumbres y creencias.

La historia cuenta que los aztecas invaden el Soconusco en 1482, pero no pueden vencer la resistencia de los chiapa y por ello, establecen guarniciones en Zinacantán y Soconusco imponiendo tributos a los pueblos conquistados, consistentes en ropa, cacao, pieles de tigre y pájaros raros. Por las calles de San Cristóbal se ve a los niños indígenas abordar a los turistas: escríbeme aquí tu nombrele solicita una pequeña a un rubio alto con mochila al hombro. El extranjero accede y de inmediato la niña le pide que le pague la contribución que acaba de firmar. El argentino sonríe sin entender que ha sucedido, quizá se imaginó que le solicitaban un autógrafo, pero la niña se aferra y le insiste hasta que el tipo se desprende de unas monedas para obsequiarlas. La vida cotidiana en San Cristóbal transcurre llena de contrastes.

  Con seguridad, ningún indígena, o pocos de ellos, sabrán que fue Diego de Mazariegos en 1527, al mando de una fuerza española, quien vence a los indígenas chiapa en el peñón de Tepetcha y que los sobrevivientes se arrojan al cañón del Sumidero, antes que entregarse a los españoles.

Quizá, pocos conozcan el origen de tanto rencor y odio hacia los blancos y de tanta desconfianza hacia los mestizos, pero lo cierto, es que fue Fray Bartolomé de las Casas quien trató de apaciguar tanta guerra estéril y quien luchó tenazmente contra los encomenderos por su actitud esclavista hacia los indígenas. Él, luchó hasta lograr en 1549 la liberación incondicional de los esclavos y sirvientes que no recibían salario y la modificación del tributo en los distritos de Chiapas.

Un viento fresco sopla agradablemente mientras el sol empieza a elevarse por el cenit. Desde lo alto del mirador de San Juan Chamula, me extasío en la contemplación de un pueblo sincrético donde el cristianismo se funde con la idolatría y las prácticas paganas festivas tan llenas de magia como de brujería y santería. En 1824, los chiapanecos votan por su anexión a México mediante un plebiscito.

La guerra de Castas de 1869 de los indios tzotziles en contra de los ladinos de San Cristóbal, pareciera ser interminable. Los tzotziles lograron reivindicar sus derechos sobre la tierra cuando se produce la sublevación de 32 pueblos tzeltales, que instauran una república propia y desconocen a las autoridades españolas. Fuerzas al mando del Capitán General de Guatemala vencen la rebelión con la toma de Cancuc.

Desde esa misma altura escucho a Fray Matías de Córdova proclamar la independencia de Chiapas, oponiéndose a la servidumbre; pero hoy, se presencia otro tipo de servidumbre impuesta por los caciques de la región y por el imperio del narcotráfico, incluso por los refrescos de Cola que lucen sobre la juncia fresca dentro del templo Chamula de San Juan Bautista, como parte de los rituales sincréticos que profesan.

La juncia se mezcla con el incienso; el aroma es profundamente místico y las luces de las velas iluminan la austera iglesia donde los espejos se han colocado sobre el pecho de los santos como símbolo de que uno vive en el corazón de María al verse reflejado en ellos. Observo con respeto los rituales de limpiaque se ofrecen mutuamente frotando un huevo sobre el cuerpo, escupiendo aguardiente sobre el enfermo mientras se degüella una gallina en medio de un rezo indescifrable que se eleva como un dulce murmullo casi a nivel de cántico.

Ya en la cafetería, escucho a una joven hablando con orgullo de Florinda Lazos, la primera mujer Diputada en México, porque debes saber que en 1921 le fue reconocido el voto a la mujer chiapaneca. La chica celebra el triunfo electoral de una mujer en la presidencia municipal. La primera coleta en lograrlo.

La noche es gélida, un aire frío sopla obligándonos a cobijar con esas imágenes imborrables que brinda la historia y el presente de una ciudad que ha sido protagonista de la última guerra del Siglo XX, de la sublevación de los indígenas en busca de autonomía, de la violencia y el homicidio como práctica cotidiana y de la coexistencia entre blancos, indios y mestizos. La joven expresa su esperanza de pacificación al llegar Eduardo Ramírez a la gubernatura del Estado.

Siento frío, pero también la calidez de una noche apacible y dulce para decir con Rosario Castellanos: San Cristóbal es una ciudad antigua, situada en un gran valle rodeado de montañas. Al amanecer, baja la niebla hasta las casas y las ronda. Ya tarde empieza a alumbrar el sol. Los días son largos, transparentes, purísimos. Y las noches, con esos cielos de cristal, de estrellas fijas y remotas. El encuentro con San Cristóbal es un encuentro con las raíces chiapanecas, un encuentro contigo, conmigo mismo; simplemente, una cuestión de amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario