viernes, 7 de junio de 2024

Hippietalista, Cuento

Arcano literario


Mario Luis Altuzar Suárez
Arcano Radio

…qué onda, ¿me das las tres?”, dice un septuagenario a una mujer robusta de pelo cano con una cinta colorida, su vestido de colores armoniza con la blancura de su piel que besa a los siete collares grandes que, el imaginativo, serán perlas, y en la mano derecha, un cigarro forjado con Mary Juanita, al tiempo que entrecierra los ojos para tratar distinguir al interlocutor. Le inquiere:

- “¿Te conozco?”, y escucha un discurso que parece silabear cada palabra:

- “¡Todos nos conocemos en la Voluntad del Universo! Escrito está, Maesa, que debemos compartir, compartirnos, para fomentar el amor libre, desinteresado y monógamo por decisión propia, sin las imposiciones de esas cadenas de producción que llaman sociales”.

La mujer extiende la mano con el carrujo y sonríe al mirar a sus dos amigas, una al lado derecho y, otra, ligeramente retrasada, sin desvincularse en esa marea cercana al millón de personas con el “¡chap, chap, chap!” de sus huaraches doble llanta en el fangoso y resbaladizo sendero en que se cumple el mandato “hippietalista” del 18 de agosto de 1969, de estar en respetuoso contacto con la naturaleza.

Reportaron los periódicos y medios electrónicos en esos días, la “orgía de sexo, drogas y rock and roll de tres días en la granja de 240 hectáreas, Bethel, condado de Sullivan, a unos 171 kilómetros al Noroeste de Nueva York, que pasó a la historia como el Festival de Woodstock y que muchos años después, se le concedió la distinción a medio millón de seres humanos, de haber sido un parteaguas de la historia, al ser un movimiento revolucionario ¡sin derramar una gota de sangre! Bueno, murieron tres, pero por sobredosis.

Jamás pensaron los empresarios neoyorquinos Joel Rosenman y John P. Roberts que el concierto a 18 dólares por cada una de las sesenta mil personas esperadas, trascendiera a una filosofía de vida con el lema “Amor y Paz” con profundo sentido patriótico de los nacionales, al abrirse el evento de 32 artistas, con el Himno de Estados Unidos en la poderosa y solitaria guitarra del washingtoniano, Jimi Hendrix.

Y aquí, cincuenta y cinco años después, aquí, en el Museo Hippie, en el callejón de las Loras sin número, de San Marcos Sierra, Córdoba, Argentina, en la reunión y conteniendo las patas del chamuco en los pulmones, el identificado con sus iguales, los Baby boomers, expresa a la generosa mujer:

- “Estás bien gruexa, Maesa. ¡Gracias!”, y la responde: “¡Qué estoy gorda! Mira como correspondes a que te comparta de mi itacate. Mira una candorosa sonrisa al explicarse: “¡No! Nada de eso. No dije gruesa, de gorda, sino que dije Gruexa, de tus robustos principios de fraternidad amorosa, comprensión y tolerancia. ¡Somos duros e indestructibles! Forjados por nosotros mismos, al superar la adversidad. Aunque incomprendidos por los Milenias, esa Generación de Cristal incubada por sus padres, la Generación de Algodón que nos juzga y sentencia. ¡Peace and love, Maesa!”

Sale de su ensimismamiento de mirar esa fotografía que materializa al regresar a su tiempo y espacio, con la sacudida cerebral al escuchar la lectura del Manifiesto hippietalista, en voz de Daniel Domínguez, mejor conocido como “Peluca”, un bonaerense avecindado desde 1970, empieza la música simple y sencillamente porque… desde 1969, ¡todos queremos rock para salvarnos con el mundo!

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 7 de junio del 2024.

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