De la Mesa de Redacción Rafael CastillejaDe Arcano Político
*Las primeras imágenes de Solar Orbiter, la nueva misión de
observación del Sol de la ESA y la NASA, han revelado la presencia de
innumerables minierupciones solares, apodadas “hogueras”, cerca de la
superficie de nuestra estrella.*Evento online en: http://www.esa.int/ESA_Multimedia/ESA_Web_TV
La percepción de fenómenos que hasta ahora no podían
observarse en detalle da cuenta del enorme potencial de Solar Orbiter, que
acaba de concluir la puesta en servicio durante sus primeros meses en el
espacio, según los científicos de la misión.
“No son más que las primeras imágenes y ya podemos ver
nuevos fenómenos de interés”, afirma en París, Daniel Müller, científico del
proyecto Solar Orbiter de la ESA. “No nos esperábamos unos resultados tan
buenos ya al principio. También podemos ver cómo se complementan entre sí los
diez instrumentos científicos, ofreciendo una imagen integral del Sol y su
entorno”.
Solar Orbiter, lanzada el 10 de febrero de 2020, incluye
seis instrumentos de detección remota (telescopios), que observarán el Sol y
sus alrededores, y cuatro instrumentos in situ para sondear el entorno
alrededor de la nave. Al comparar los datos de ambas clases de instrumentos,
los científicos obtendrán información sobre cómo se genera el viento solar, la
lluvia de partículas cargadas procedentes del Sol que afecta a todo el sistema
solar.
Lo que hace única a Solar Orbiter es que, hasta ahora,
ninguna otra misión había sido capaz de tomar imágenes desde cerca de la
superficie solar.
Las imágenes más cercanas al Sol revelan nuevos fenómenos
Las hogueras que aparecen en el primer conjunto de imágenes
fueron fotografiadas por la Cámara de Imagen del Ultravioleta Extremo (EUI)
durante el primer perihelio de Solar Orbiter, el punto en su órbita elíptica
más cercano al Sol. En aquel momento, la nave se hallaba a tan solo 77 millones
de kilómetros del Sol, aproximadamente la mitad de la distancia entre la Tierra
y nuestra estrella.
Los científicos aún no saben si se trata de versiones
minúsculas de grandes fulguraciones o si se deben a mecanismos diferentes. En
cualquier caso, ya existen teorías de que estas pequeñas erupciones podrían
contribuir a uno de los fenómenos más enigmáticos del Sol: el calentamiento de
la corona.
Desvelando los misterios del Sol
“Cada una de estas hogueras es insignificante por sí misma,
pero si sumamos su efecto a lo largo de toda la superficie, podrían contribuir
significativamente al calentamiento de la corona solar”, explica Frédéric
Auchère, del Instituto de Astrofísica Espacial francés (IAS) y coinvestigador
principal de EUI.
La corona solar es la capa más externa de la atmósfera del
Sol, que se extiende millones de kilómetros hacia el espacio exterior. Su
temperatura supera el millón de grados Celsius, varios órdenes de magnitud más
caliente que la superficie del Sol, que está “apenas” a 5.500 °C. Tras décadas
de estudios, aún no se entienden del todo los mecanismos físicos que calientan
la corona, pero identificarlos se considera el “santo grial” de la física
solar.
“Lógicamente, es demasiado pronto para saberlo, pero confiamos
en que, al vincular estas observaciones con las mediciones del resto de los
instrumentos que estudian el viento solar que pasa junto a la nave, podamos
resolver algunos de estos misterios”, señala Yannis Zouganelis, científico
adjunto del proyecto Solar Orbiter de la ESA.
La cara oculta del Sol
La Cámara de Imagen Polarimétrica y Heliosísmica (PHI) es
otro avanzado instrumento a bordo de Solar Orbiter. Efectúa mediciones en alta
resolución de las líneas del campo magnético en la superficie solar. Está
diseñada para vigilar regiones activas del Sol, zonas con campos magnéticos
especialmente fuertes que podrían dar lugar a fulguraciones.
Durante estas fulguraciones, el Sol libera ráfagas de
partículas energéticas que fortalecen el viento solar que la estrella libera
constantemente hacia el espacio. Cuando estas partículas interactúan con la
magnetosfera terrestre, pueden provocar tormentas magnéticas capaces de
perturbar las redes de telecomunicaciones y las infraestructuras eléctricas de
tierra.
“Ahora mismo nos encontramos en una parte del ciclo solar de
once años en que el Sol está muy tranquilo”, clarifica Sami Solanki, director
del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar en Gotinga
(Alemania) e investigador principal de PHI. “Pero como Solar Orbiter está a un
ángulo del Sol distinto del de la Tierra, podríamos ver una región activa no
observable desde nuestro planeta. Eso es algo totalmente nuevo; hasta ahora
nunca habíamos podido medir el campo magnético de la cara oculta del Sol”.
Los magnetogramas, que muestran cómo varía la intensidad del
campo magnético a lo largo de la superficie solar, podrían compararse después
con las mediciones de los instrumentos in situ.
“El instrumento PHI mide el campo magnético en la superficie,
mientras que con EUI vemos estructuras en la corona solar, pero también
intentamos inferir las líneas del campo magnético que se extienden al medio
interplanetario, donde se encuentra Solar Orbiter”, aclara José Carlos del Toro
Iniesta, del Instituto de Astrofísica de Andalucía y coinvestigador principal
de PHI.
Capturando el viento solar
Además, los cuatro instrumentos in situ de Solar Orbiter
caracterizan las líneas del campo magnético y el viento solar que pasa junto a
la nave.
Christopher Owen, del Laboratorio de Ciencia Espacial
Mullard del University College London e investigador principal del Analizador
de Viento Solar in situ (SWA), añade: “Con esta información podemos calcular
desde qué lugar del Sol se emitió esa porción concreta del viento solar, para
luego usar el conjunto de instrumentos de la misión para revelar y comprender
los procesos físicos que operan en las distintas regiones del Sol y que dan
lugar a la formación del viento solar”.
“Estamos muy ilusionados con estas primeras imágenes, pero
no son más que el principio”, añade Daniel. “Solar Orbiter ha comenzado un
largo viaje por el sistema solar interior, y en menos de dos años se acercará
mucho más al Sol. Al final, se aproximará a tan solo 42 millones de kilómetros,
que es casi un cuarto de la distancia de la Tierra al Sol”.
“Los primeros datos ya están demostrando el potencial que
ofrece esta exitosa colaboración entre agencias espaciales y la utilidad de
contar con distintos tipos de imágenes para desvelar algunos de los misterios
del Sol”, comenta Holly Gilbert, directora de la División de Ciencia
Heliofísica del Centro de Vuelo Espacial Goddard y científica del proyecto
Solar Orbiter de la NASA.
Solar Orbiter es una misión espacial de colaboración internacional entre la ESA y la NASA. Diecinueve Estados miembros de la ESA (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Suecia y Suiza) y la NASA han contribuido a la carga útil científica o la nave. El satélite ha sido construido por el contratista principal, Airbus Defence and Space, en el Reino Unido.
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