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…ayuda, ayuda, por el amor de Dios, ayúdenos!”, clama bajo
la tormenta, una voz femenina que aprieta en sus brazos contra su pecho, a un
bebé de tres meses, sobre una casa que parece de cartón al ser llevada por la
violenta riada en la Avinguda Real de Madrid, muy cerca de la Iglesia
Evangélica La Cosecha, en el Barrio de la Torre en Valencia, el miércoles 30 de
octubre del 2024.
Horas después, uno de pregunta: ¿Se salvó? ¿Los salvaron? ¡Quién
puede saberlo! El pesado silencio de la soledad que constriñe las entrañas
al ver las pilas de autos, camionetas y camiones que, con sus toneladas de
acero y fibra de vidrio, ¡fueron simples juguetes de la Naturaleza! Arrastrados
por esas corrientes de agua con tres y cinco metros de profundidad en las
calles valencianas.
Los recuerdos estallan en la mente del
sobreviviente de su experiencia, ¡igual a esta vivencia dantesca!, empero, 62
años atrás, la noche del 25 de septiembre de 1962, en Barcelona. Con la
espantosa cifra oficial de 617 muertos en apenas unas horas, y que en el
recuento posterior superaron las mil víctimas con incuantificables desaparecidos
y los daños materiales, ni se diga con barrios enteros que fueron tragados por
lo que se conoce como DANA, cuatro letras tan solo que representan la puerta
del Hades para ¡tragarnos con todo y nuestras orgullosas propiedades!
Ahora, frente al espectáculo aterrador valenciano, piensa el
octogenario que en los olvidos de la historia caemos en la
repetición sistemática de las mismas impredecibles respuestas ante los
fenómenos de nuestro entorno. ¿Y qué es la DANA? La soberbia de la magnificencia
del ser humano lleva al arrogante “reduccionismo” en siglas de conceptos que,
al conocerlos, podrían crear conciencia del alto riesgo.
Paralizado ¿por el frío congelante de la lluvia o el miedo
de ver de cerca a la muerte en su forma hídrica?, parecería estar encantado
por algún extraño ritual de magia. Sacude la cabeza y recuerda el significado
de la DANA: “Depresión aislada en niveles altos” que algunos consideran como “la
gota fría” que puede permanecer casi estacionarias entre cinco y diez mil
metros de altura, y que al descender sobre una corriente de aire caliente
produce grandes perturbaciones atmosféricas acompañadas de imprevistas lluvias
muy intensas, ¡torrenciales!
Con esa palabra: Impredecibles, el observador de la
tragedia, trata de confortarse. Aunque fue muy breve ya que es imposible
olvidas la DANA del 15 y 16 de octubre de 1957 ¡precisamente en Valencia! Se
creó el Plan Sur para reencausar el río Turía y ¡asunto arreglado a nivel de
tierra de un problema de las alturas!
Y salta su corazón al memorizar lo peor: Fue en 1886, la
friolera de 138 años, en que la escuela alemana definió la castellanizada "gota
de aire frío". Más preocupantes que el antecedente más antiguo es la Riada
de Santa Teresa, del 15 de octubre de 1879, con más de mil muertes en las
provincias de Murcia, Almería y Alicante. ¡Hay cuando menos 31 fenómenos
similares tan solo en España!
Más, la desgracia que mira el testigo ocular que escucha en
un radio de baterías, es más fuerte en el 12 por ciento y dos veces más
probables que en un clima sin el calentamiento global en el que está inmerso el
mundo, con base en la conclusión de los científicos de World Weather
Attribution (WWA, por sus siglas en inglés).
Se dice a sus adentros: “Es decir, que toda esta destrucción
pudo ser menor si los hombres y mujeres del poder político en el mundo, dejaran
de lado sus intereses económicos coyunturales, producto de la corrupción para
hacerse de la vista gorda de la inclemente contaminación que amenaza con la extinción
del ser humano”. Suspira profundo y concluye: “¡Estos olvidos mortales! Dios
perdona siempre, el hombre algunas veces, pero la Naturaleza nunca”.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 31 de octubre del 2024.