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…penetré esos ojos con la mirada impávida y… ¡penetraba los míos!
El desconcierto desoriento el consciente. Fue el momento en que estiré la mano
izquierda para buscar en dónde apoyarme con la palma extendida y ¡sentí el
contacto de su palma fría… en mi mano! Un contacto que anuda el estómago y
constriñe las vísceras al expandirse la sensación a los huesos, los músculos y
la piel sudorosa con los espasmos del miedo.
La razón del temor se funda en la confusión de espacio sin
saber de qué lado me encontraba. Parecía oscilar mi cuerpo energético en el
intercambio sistemático de los dos cuerpos y frente a frente, los dos parecían
uno solo en la Luz y su ¿intercambio? Lo veo frente a mí. ¡Tan iguales!, y…
¡tan distintos! Rechazo a la idea de que somos lo mismo por qué ¡yo soy real!
Una frase que incuba la duda: ¿Qué es lo real? ¡Bah! Todos los sabemos: Lo verdadero,
lo tangible. Lo de enfrente es… ¡sí! Es una imagen intangible, que se difumina,
¡desparece si me muevo! Aunque, abro grande la boca, porque el del otro lado,
transfiere mentalmente la idea de que sin la estampa… ¡desaparezco!
Será, entonces, que ¿se trata de un mundo paralelo conectado
con una especie de cordón umbilical al mundo que pertenezco? Los Hermanos
Mayores conceptualizaron en su Cosmovisión, hacia arriba, trece cielos y, hacia
abajo, nueve inframundos. Los físicos teorizan el tiempo como la “cuarta
dimensión” que complementa esta realidad cotidiana tridimensional, por la
vibración en que percibimos el espacio con el ancho, largo y fondo y especulan
con la existencia de una quinta dimensión.
Curiosidad de curiosidades para los escépticos: El mundo
prehispánico contempló el espacio en el Norte, Sur, Este y Oeste cohesionados
por el quinto punto cardinal que es el centro. Los griegos creyeron que la
materia se compone de Agua, Viento Tierra y Fuego que se unifican por la
Energía intangible conocida como Amor. Y el 25 de abril de 1953, el biólogo
estadounidense James Watson y el físico británico Francis Crick publicaron un
artículo en la revista Nature sobre sus “descubrimientos” de la estructura del
ADN de doble hélice y siempre con cuatro elementos y que deben unirse por la
intangible energía.
¡La forma es distinta empero, el fondo es el mismo! Balbuceo
una pregunta que lastima mi garganta reseca por esa adrenalina generada en la
angustia del miedo. En la primera sílaba de la oración, el ring del despertador
con el sonido tintineante que vibra por el tímpano y el cerebro decodifica la
urgencia de abrir los ojos. ¡Se activó el sentido de auto conservación que
permite preservar la actividad corporal!
Al sentarme en el borde de la cama y después de frotarme los
ojos, descubro el espejo del encuentro de dos imágenes confusas por no saber quién
era quien, y de qué lado se encontraba la realidad establecida por los dogmas
divisionistas de los principios cosmogónicos y científicos de meshicas, griegos
y físicos. ¡Ah! Como nos despojaron del Conocimiento de lo que somos para
perdernos en la mazmorra del Hombre-Masa.
¡Claro! Al interrogar una de las dos imágenes: ¿Mamá, quien
es ese niño que está aquí? El mensaje dado en el encuentro del espejo, es tan
sencillamente complejo: ¡Recuperemos nuestra Divinidad para salvar a la
especie, para salvar al mundo!
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, a 9 de octubre del 2024.
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