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Día
histórico. Se aplastó la democracia. Se avaló la usurpación de la voluntad del
electorado. Una validación sucia, de supuesta “presidenta electa”, ensordecida
a las flagrantes violaciones al proceso del 2 de junio. Desechadas burdamente, se
cumplió la orden obsequiar un capricho al usurpador de Palacio Nacional para su
sueño de Maximato.
En
gacetillas pagadas dice que por “unanimidad”, la Sala Superior del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). ¿Te cae? ¿Unanimidad?
Según la Real Academia de la Lengua, unanimidad se entiende como el “dicho
de dos o más personas: Que tienen un mismo parecer, dictamen, voluntad o
sentimiento.
Dicho
de otra forma, la unanimidad es un acuerdo y consenso hecho por todas las
personas en una situación dada sin discrepancia.
Y no,
¡no! Fue el caso el miércoles 14 de agosto, que pasará a la historia como el
Día del Asesinato de la Democracia por 4 magistrados perjuros, al incumplir sus
votos y juramentos de respetar y hacer respetar la Ley. En cambio, es
indignante, sometieron su conciencia a la orden del vengativo que se siente amo
y señor de vidas y haciendas.
Son
registrados en el basurero de la historia Patria; la magistrada presidenta, la
sudcaliforniana de 53 años Mónica Aralí Soto Fregoso, la magistrada bajacaliforniana
Claudia Valle Aguilasocho, muy cercana al magistrado Felipe de la Mata Pizaña y
Felipe Alfredo Fuentes Barrera.
Cuatro
de seis que se adjudican una supuesta unanimidad para decir que, “el triunfo a
Sheinbaum Pardo, candidata de la Coalición Sigamos Haciendo Historia, las seis
magistraturas integrantes del Pleno concluyeron que las elecciones del pasado 2
de junio fueron libres, auténticas; además de que cumplieron con los principios
de la constitución”.
Sin
embargo, existen los registros de la oposición con dignidad de sus 66 años de la
magistrada Janine Madeline Otálora Malassis y el magistrado Reyes Rodríguez
Mondragón, defenestrado como presidente el 12 de diciembre de 2023 para imponer
en su lugar a Soto Fregoso, hija de un “aviador” en la Suprena Corte de
Justicia de la Nación, con la ministra plagiaria de tesis Yasmín Esquivel Mossa.
Curiosamente, esposa del principal cómplice constructor de su Bajeza Serenísima.
Un
resumen de la valiente exposición de la ministra capitalina Otálora Malassis: 1-
Hubo procesos adelantados, 2- Injerencia del Presidente en la elección a través
de sus mañaneras, 3-Magistrados incompletos y lo más grave, el punto 4-
Intervención del CO en la elección que le lleva a preguntar: “¿Es el crimen
organizado un autor autónomo o un coadydabte (que coadyuva)?”
Dicho
en castellano: ¡Vivimos unas narcoelecciones! A favor del minoritario, con
menos de 30 millones de votos de su partido a su empleada que se siente
mexicana de un padrón de 99 millones 84 mil 188 mexicanos en su contra y que
fueron impedidos de votar, secuestrados, suplantados sus votos en falsas actas
en el INE, incendio de casillas y…
Pero,
el TEPJF 35 millones 924 mil 519, que representa el 59.76 por ciento del total
de los sufragios emitidos, no del padrón impedido de votar, además de que se
asienta en su documento de “validación” que fueron en Coalición con la
franquicia Verde del nieto de Emilio Martínez Manautou, que fuera Secretario
Particular del presidente Gustavo Díaz Ordaz, y del salinista del Trabajo,
financiado por Raúl Salinas de Gortari en la presidencia de su hermano.
Y si es
Coalición, así deben recibir las curules plurinominales que representen ese
59.76 por ciento y no como se ordenó en Palacio Nacional, se distribuyan a cada
uno de los 3 partidos que sumarían cerca del 80 por ciento y burlarse, otra
vez, de la voluntad electoral de los mexicanos que, es pecata minuta para la
sonorense Guadalupe Taddei y, será cuestión de trámite para que el Espuriato
consume la destrucción de México.
Cuenta
con el debilitamiento opositora con la guerra intestina del PRI con el
campechano Alito, el mismo que fue propuesto en su reunión el 16 de abril de
2019 en Palacio Nacional y un Marko que se muestra como el Mesías del panismo,
sin importar la voz en el desierto de las ambiciones de la apartidista
hidalguense Xóchitl Gálvez.
Recordemos
que el Plan C, pretende imponer una caricatura de la Constitución Cubana, la reducción
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a simple tribunal popular con
jueces, magistrados y ministros con 50 mil trabajadores, sean electos en una
tómbola con los nombres escritos de puño y letra del que se asume como
Emperador, satisfecho de un espuriato que oculte su Maximato.
En ello
le va la libertad y conservar el saqueo de recursos naturales y financieros de
México. La pregunta ante el ignominioso futuro es: ¿Cómo se llamará lo que
alguna vez fue una orgullosa nación? ¿Honorable República Popular de Kksman?
Claro que si no sucede algo inesperado desde el Brooklyn neoyorquino.
Y, hasta la próxima.
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