jueves, 20 de mayo de 2021

Muerte vivificadora, Cuento

Arcano literario


Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ

… el que a traición vive y crece, a traición muere! La dolorosa realidad del cadáver tendido en los oropeles palaciegos. ¡Él, el artista de la traición, fue abatido por lo mismo que practicó! El denso silencio ondula con los cuchicheos y la interrogante fantasmal que penetra en los huesos: Uno de esos tres debe ser el asesino ¿Pero cuál?

Levantan el tembloroso índice hacia los potenciales, curiosamente, ¡salvadores de la Patria!: El Gran Canciller conocido como la viuda del autoroclamado ideólogo del máximo Jefe de la Mafía del Poder, la clandestina nuera al frente del altépetl nacional y el narco ejecutor traidor de su género y disfrazado de senecto del lugar de los habitantes de la tierra donde abunda el zacate.

¡Los tres tenían razones! Más que su propia aspiración de crecimiento político, ls más importante, es la de sobrevivir a la insidia calumniosa del ignorante originario del Lugar de las cinco barreduras o limpiezas. ¡Tan inseguro y miedoso de que se le aplicará lo que tanto eludió desde el asesinato de su hermano en 1969: La Justicia!

La sospecha trasciende los muros palaciegos, testigos mudos de quinientos años de historia terca a ser ajustada a los caprichos del que hoy yace en estos oropeles ¡sin sangre! ¿Cómo lo asesinaron, entonces? “¡Con sal!”, comenta uno al agregar que fue muerte de babosa, “Veneno”, dice otra voz, el arma favorita de las féminas.

Al fondo, en un rincón de la habitación, en posición fetal con las manos en el rostro escondido entre las rodillas cubiertas por una túnica blanca, lloriquea el médico brujo cubano al musitar: ¿Por qué? ¿Por qué Nacida del Mar, la de los novecientos años? ¡Era tu protegido! ¿Por qué lo abandonaste?”

Y retiembla en su cerebro un eco estremecedor del miedo: “¡Me traicionó! Se sintió Todo Poderoso para enfrentarme y encontró su merecido ese fútil hombrecillo desagradecido, viuda sin valor alguno para su Iniciador en las artes amatorias de los políticos que lo adoctrino en el engaño y la mentira dictatorial”.

Para las dolorosas plañideras del Palacio, es oculta la verdad: ¡Fue un cuarto,  desconocido, que no estaba en escena tridimensional sino en la Cuarta Dimensión, el autor (in)material! Y con esa descarga energética que paralizó por segunda ocasión a su corazón murió y revivió a una Nación que también sufrió su traición.

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