Análisis a Fondo
* Nos volvimos sucios y sinvergüenzas
* El olor del país es fétido como el caño
Por Francisco GÓMEZ MAZA
Para Arcano Radio
En qué país estamos, Catilina, un país en el que sobreviven
millones, medio viven otros millones, viven a toda madre unos cuantos millones,
y unos cuantos se enriquecen del robo al Erario, de los negocios turbios,
sucios, con olor a caca, del narcotráfico, de la complicidad con los capos de
la llamada delincuencia organizada.
Cuándo México se convirtió en un estercolero, donde los
políticos hacen de un sexenio (seis años) su “año de hidalgo”, o sea que
chingue su madre el que deje algo. Y se llevan todo, a los bancos de Suiza, de
los centros financieros del robo llamados off shore, donde nadie paga impuestos
a nadie y todos se enriquecen gracias a la gracia de diabólicos dioses.
Y nadie se salva. Todos van tras el dinero fácil, tras los
billetes grandes, tras el oro; muchos, tras el oro blanco que apendeja cerebros
y abulta cuentas bancarias.
Este escribidor lleva 52 años reseñando los datos con que
los hidsotiradores escriben la historia de los mexicanos. Ha visto mucho. A los
políticos del PRI que cuando robaban al Erario,k “salpicaban” a la gente. Los
ví. Se llevaban el dinero arrastrando las manos con los dedos abiertos. Y en el
camino dejaban mucho de obras para el desarrollo, infraestructura sobre todo;
instituciones de salud para salvar la vida de la gente, de los niños muy
pobres. Los ví.
Y ahora qué ocurrió. La política es la oportunidad de la
vida para ser millonario, para viajar en aviones de lujo, en helicópteros de
lujo, cobijarse en residencias lujuriosas, comprar la vestimenta en las tiendas
de lujo de Nueva York, por ejemplo; tener casa de lujo en Miami o en La Joya,
pagar en millones compañías seudomaritales; pasar el fin de semana en la costa
francesa, o en una paradisiaca isla del Caribe. O de perdida en una casa de
campo en lugares extremos, increíbles, como por ejemplo Berriozábal muy cerca
de la feísima Tuxtla, donde también hace su “sexenio” otro miembro de la
generación perdida llamado por fe de bautismo, Manuel Velasco Coello, a quien
habría que investigarloe su grandiosa riqueza.
México. Pobres mexicanos de a pie, que no tienen para
comprarse ni un pinche Spark (Dicen que es el auto más económico). Y que tienen
que subirse, ab ovum, a una camioncito del servicio público, todo destartalado
para ir al trabajo todas las madrugadas. Y no tienen lo suficiente para
alimentarse y alimentar a su familia. Y menos para ser tratados por un
especialista de cualquier hospital público o privado, porque las empresas ya no
los inscriben en el seguro social y tienen que aguantarse con el llamado seguro
popular, que sirve para maldita sea la cosa.
Pero sí, viven a grande, entre lujos y lujurias, entre
molicie y vidas regaladas, un grupo de gente (me refiero a miembros de la clase
política) –a propósito de los políticos ladrones (bueno, estoy seguro de que
político es sinónimo de ladrón), destapados a cada rato en la persona de
gobernadores y miembros del gabinete presidencia, y de la misma figura
presidencial -, grupo que hemos llamado de la generación perdida, de la
generación del hurto, que llegaron al “poder” a robar, amigos, aunque me digan
que son antisistémico.
Javier Duarte de Ochoa, Yarrington, el otro Duarte, y demás
cretinos que se robaron al país, no son más que una puntita del iceberg de la
corrupción que ha contaminado a toda la estructura de gobierno, desde Arriba
hasta un crucero urbano. Todos contagiados por ese virus de inmunodeficiencia
llamado corrupción. Por ello, la gente sigue votando por los candidatos del
PRI. Les juro que en el edomex “ganará” el PRI porque muchos, la mayoría votará
por Alfredo del Mazo, porque tanto el PRI como la presidencia de la república
ha maiceado a millones de ciudadanos jodidos, que sólo pueden gozar de una
canasta básica, o un techo para su choza, o… lo que sea, dando su voto al PRI.
Es corrupción por corrupción. Es yo transo, tu transas, él
transa, nosotros transamos, vosotros transáis, ellos tranzas. O aquello de que
vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. O el que no transa no avanza.
Un país que huele a caño, a coladera, a estercolero. Y si no me cree, salga a
la calle y por todas partes el drenaje urbano expele olor a caca. Pasa usted
por Los Pinos, o por Palacio y el humor citadino es de estiércol humano.
@AFDiario
@analisisafondo
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