viernes, 5 de marzo de 2021

Los Sísifos, cuento

Cuento


Por Mario Luis ALTUZAR SUAREZ

Feliz Día Internacional de la Mujer

… por acá debe de estar! No es posible que la haya perdido. Está bien que era una bola imperfeta de estambre, ¿cómo me dijo? ¡Ah, cierto!: Me buscas ese ovillo de lana, si no, ¡ya sabes lo que te puede pasar! Una advertencia en la frágil línea de la amenaza de una boca con gestos de músculos endurecidos y la mirada centelleante como rayos laser que intento evadir con movimientos casi felinos aunque… viéndolo bien, parecen grotescos fantasmas danzarines.

Imágenes que pasan por mis recuerdos como una cinta, una película surrealista con mi madre y sus dedos ágiles dominadores de cualquier grosor de estambre. Que sentí liberarme después del arduo esfuerzo de llevarla a las fiestas familiares sabatinas, con la esperanza secreta de que alguien se interesara en ella y se atreviese a ser el sucesor de mi padre que, alguna tarde antes de que la razón llegase a mi mente, se fue, seguramente cansado de estos violentos sermones que ya me habían hartado a mis trece años.

Fue casi un año de constancia asistencia, una inversión que rompiese mis cadenas y respirar mi correspondiente aire de libertad, que no de libertinaje, porque la disciplina militar de los seis años de primaria, formaron mi comprensión de ser con derechos y obligaciones en un punto angular equidistante, y sin cumplir la obligación se carecía del derecho. Una conciencia de respeto tridimensional: Respetarse uno para respetar a los demás y recibir el respeto. Augusto Principio de vida legado por el Mayor Federico Evers, instructor militar del internado con 600 elementos de seis a trece años. Y al concluir el periodo de instrucción y reintegrarme a la convivencia materna, fue el infierno de una mujer temerosa de que algo le pasara al único hijo y, en la dura experiencia de ser padre y madre, someter al vástago hasta asfixiarlo y por instinto de sobrevivencia, buscar ¡la libertad!

Y… sí. La liberación es una tarea sísifica de pesados eslabones de una cadena dispuesta como hábitos y costumbres de las reglas de una sociedad que evoluciona en la interpretación de sus conceptos ajustados a modas impuestas por un sistema de hilos invisibles en donde aparecen de la nada frutas y legumbres y los desaparecen de improviso en ese adoctrinamiento del Poder Adquisitivo, instrumento de ese oculto prestidigitador capaz de desaparecer los ingresos con sus mágicos impuestos que en cascada incrementan el llamado costo de la vida.

¡Claro que ejercemos nuestro Libre Albedrío! En su máxima expresión se proyecta en el resignado asentimiento de engordar la amorfa masa humana del robótico cotidiano, y obediente a las consigas de las modas en el comportamiento, comida, vestido y sustento. Como aquella frase de la Contracultura: ¡A los holgazanes que los mantenga el gobierno! Y al hacerse gobierno los delincuentes y criminales, se cumple la premisa en el derroche del dinero recaudado de los trabajadores como impuestos.

Se impone el adoctrinamiento milenario como tablero de ajedrez en el inconsciente de los peones se hicieron para ser sacrificables en la defensa del rey, su reina, sus torres y caballos con la habilidad de los alfiles. ¿Sistema del Medioevo? ¡Seguimos igual! Cambiaron las formas más se mantiene el fondo. Los nombres son diferentes y tan iguales en sus facultades, lo mismo en la democracia dirigida que en la dictadura del proletariado. ¡Cambia, todo cambia… para permanecer igual!

Lo confirma este libro “Como hacer regalos y objetos con elementos naturales” escrito en octubre de 1996 por la británica Gillian Souter que nació en 1962, traducido al catalán en 1997 y al español en 1998: Diferentes idiomas para decirnos lo mismo en su propuesta de “ahorrar” en tiempo de crisis sin perder la tradición de regalar en esas efemérides familiares, sociales o religiosas. N hilo conductor de la masa amorfa de robots que ahora, se le roba incluso sus sueños con la esperanza de que algún día se terminarán los eslabones de esa pesada cadena invisible.

Así como liberarme de las amenazas maternas en la orden de buscar el estambre de piezas que se tejían de día y se destejían de noche en tributo eterno a Penélope que espera y al paso del tiempo se olvidó de lo que espera. Tantos años después, soy el Eterno Sísifo, ignorante de si empuja la piedra a la cima o simplemente la detiene para que no lo aplaste, al recibir las mismas palabras con los mismos gestos de mi madre encarnada en mi esposa… por acá debe de estar!

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