De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Tuxtla Gutiérrez, 17 de jun.- Celebramos el Día Mundial de
Lucha contra la Desertificación y la Sequía este miércoles 17 de junio, con el
tema: lograr la seguridad alimentaria para todos a través de sistemas
alimentarios sostenibles. La situación de estas podría empeorar si la
degradación de las tierras, según se prevé, llegara a reducir la producción
mundial de alimentos en un 12% para 2035.
La ciudad anfitriona es Milán al recordar que el 19 de diciembre
de 1994 la Asamblea General de Naciones Unidas en la Resolución 49/115
"decide proclamar el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la
Desertificación y la Sequía, que se celebrará a partir de 1995.
Invita a todos los Estados a que dediquen el Día Mundial a
sensibilizar la opinión pública respecto de este tema mediante la publicación y
la proyección de documentales, la organización de conferencias, mesas redondas,
seminarios y exposiciones relacionadas con la cooperación internacional para
luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía, y la aplicación de
las disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la
desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación, en
particular en África, y sus anexos de aplicación regional".
La celebración quiere llamar la atención sobre la
importancia de llevar a cabo estas acciones:
(1) Un cambio en
el uso de la tierra, apostando por una agricultura más sostenible y que se
adapte al cambio climático, en especial en aquellas zonas áridas en las que la
escasez de comida es cada vez mayor.
(2) Un mayor
acceso a los avances tecnológicos y a la titularidad de tierras de los pequeños
agricultores que respetan el medio ambiente y dan una respuesta a las
necesidades alimentarias de millones de hogares, especialmente de los más
pobres.
(3) Un mayor
equilibrio entre las finalidades ecologistas y el consumo de alimentos.
(4) Un aumento de
las inversiones encaminadas a promover mejores prácticas y un sistema de
producción más sostenible y
(5) Un aumento de
las acciones encaminadas a visibilizar las consecuencias de la desertificación,
cuyos efectos sobre la paz, la seguridad y la estabilidad son invisibles pero,
sin embargo, una realidad para los países con escasez de agua y de comida, y
cuyos habitantes se ven obligados a emigrar como consecuencia de este problema.
Por considerarlo de interés, reproducimos íntegro el mensaje
del sudcoreano Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, en el Día Mundial de
Lucha contra la Desertificación y la Sequía
«Invertir en suelos sanos»
La degradación de las tierras y la desertificación
menoscaban los derechos humanos, empezando por el derecho a la alimentación.
Cerca de 1.000 millones de personas carecen de una nutrición adecuada, y las
personas que viven de las tierras degradadas se encuentran entre las más
afectadas. La situación de estas podría empeorar si la degradación de las
tierras, según se prevé, llegara a reducir la producción mundial de alimentos
en un 12% para 2035.
La seguridad alimentaria también se ve afectada por la disminución
de los recursos hídricos. Debido a la degradación de la tierra, se almacenan
menos agua y nieve en los suelos. En 10 años, dos de cada tres personas en el
mundo podrían estar viviendo en condiciones de estrés hídrico.
Degradamos 12 millones de hectáreas de tierras productivas
cada año, lo que equivale a una zona del tamaño de Honduras o Benin. Más de la
mitad de nuestras tierras agrícolas están degradadas y solo el 10% de estas
está mejorando. Alrededor de 500 millones de hectáreas podrían restablecerse de
forma eficaz en función de los costos, en lugar de ser abandonadas. Si no
podemos cambiar la forma en que utilizamos nuestras tierras, tendremos que
convertir cada año una superficie del tamaño de Noruega en nuevas tierras
agrícolas para atender las futuras necesidades de alimentos, agua dulce,
biocombustibles y crecimiento urbano. Esto causaría deforestación y otros
efectos negativos en el medio ambiente.
La amenaza no termina allí. Con la degradación de las
tierras y otras actividades de utilización inapropiada de las tierras,
liberamos alrededor de una cuarta parte de los gases de efecto invernadero que
están calentando el planeta. El cambio climático y el uso insostenible de la
tierra, en particular por la agricultura, están contribuyendo a la disminución
de los recursos de agua dulce en todas las regiones del mundo. Como
consecuencia de ello, se prevé que la producción mundial de alimentos
disminuirá en un 2% cada decenio.
Es posible un mundo en el que todos los derechos a la
alimentación, el agua y la seguridad humana estén garantizados. Pero debemos
cambiar de rumbo y empezar a asegurar cada hectárea de tierra que pueda proporcionar
alimentos o agua dulce.
La tierra es un recurso renovable pero solo si invertimos en
la neutralización de la degradación de las tierras, que constituye una
propuesta de los Estados Miembros de las Naciones Unidas para la agenda para el
desarrollo después de 2015. Debemos evitar la degradación de más tierras y, al
mismo tiempo, rehabilitar todas las tierras degradadas que podamos.
Entonces, también podremos adoptar medidas rápidas para
controlar el cambio climático.
Nuestras vidas y nuestras civilizaciones dependen de la
tierra. Invirtamos en suelos sanos para asegurar nuestro derecho a la
alimentación y al agua dulce.
Ban Ki-moon
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