miércoles, 17 de junio de 2015

Prevén se reduzca en 12 por ciento producción mundial de alimentos en 2035

De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político

Tuxtla Gutiérrez, 17 de jun.- Celebramos el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía este miércoles 17 de junio, con el tema: lograr la seguridad alimentaria para todos a través de sistemas alimentarios sostenibles. La situación de estas podría empeorar si la degradación de las tierras, según se prevé, llegara a reducir la producción mundial de alimentos en un 12% para 2035.

La ciudad anfitriona es Milán al recordar que el 19 de diciembre de 1994 la Asamblea General de Naciones Unidas en la Resolución 49/115 "decide proclamar el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebrará a partir de 1995.

Invita a todos los Estados a que dediquen el Día Mundial a sensibilizar la opinión pública respecto de este tema mediante la publicación y la proyección de documentales, la organización de conferencias, mesas redondas, seminarios y exposiciones relacionadas con la cooperación internacional para luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía, y la aplicación de las disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación, en particular en África, y sus anexos de aplicación regional".

La celebración quiere llamar la atención sobre la importancia de llevar a cabo estas acciones:

(1)       Un cambio en el uso de la tierra, apostando por una agricultura más sostenible y que se adapte al cambio climático, en especial en aquellas zonas áridas en las que la escasez de comida es cada vez mayor.

(2)       Un mayor acceso a los avances tecnológicos y a la titularidad de tierras de los pequeños agricultores que respetan el medio ambiente y dan una respuesta a las necesidades alimentarias de millones de hogares, especialmente de los más pobres.

(3)       Un mayor equilibrio entre las finalidades ecologistas y el consumo de alimentos.

(4)       Un aumento de las inversiones encaminadas a promover mejores prácticas y un sistema de producción más sostenible y

(5)       Un aumento de las acciones encaminadas a visibilizar las consecuencias de la desertificación, cuyos efectos sobre la paz, la seguridad y la estabilidad son invisibles pero, sin embargo, una realidad para los países con escasez de agua y de comida, y cuyos habitantes se ven obligados a emigrar como consecuencia de este problema.

Por considerarlo de interés, reproducimos íntegro el mensaje del sudcoreano Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, en el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía

«Invertir en suelos sanos»

La degradación de las tierras y la desertificación menoscaban los derechos humanos, empezando por el derecho a la alimentación. Cerca de 1.000 millones de personas carecen de una nutrición adecuada, y las personas que viven de las tierras degradadas se encuentran entre las más afectadas. La situación de estas podría empeorar si la degradación de las tierras, según se prevé, llegara a reducir la producción mundial de alimentos en un 12% para 2035.

La seguridad alimentaria también se ve afectada por la disminución de los recursos hídricos. Debido a la degradación de la tierra, se almacenan menos agua y nieve en los suelos. En 10 años, dos de cada tres personas en el mundo podrían estar viviendo en condiciones de estrés hídrico.

Degradamos 12 millones de hectáreas de tierras productivas cada año, lo que equivale a una zona del tamaño de Honduras o Benin. Más de la mitad de nuestras tierras agrícolas están degradadas y solo el 10% de estas está mejorando. Alrededor de 500 millones de hectáreas podrían restablecerse de forma eficaz en función de los costos, en lugar de ser abandonadas. Si no podemos cambiar la forma en que utilizamos nuestras tierras, tendremos que convertir cada año una superficie del tamaño de Noruega en nuevas tierras agrícolas para atender las futuras necesidades de alimentos, agua dulce, biocombustibles y crecimiento urbano. Esto causaría deforestación y otros efectos negativos en el medio ambiente.

La amenaza no termina allí. Con la degradación de las tierras y otras actividades de utilización inapropiada de las tierras, liberamos alrededor de una cuarta parte de los gases de efecto invernadero que están calentando el planeta. El cambio climático y el uso insostenible de la tierra, en particular por la agricultura, están contribuyendo a la disminución de los recursos de agua dulce en todas las regiones del mundo. Como consecuencia de ello, se prevé que la producción mundial de alimentos disminuirá en un 2% cada decenio.

Es posible un mundo en el que todos los derechos a la alimentación, el agua y la seguridad humana estén garantizados. Pero debemos cambiar de rumbo y empezar a asegurar cada hectárea de tierra que pueda proporcionar alimentos o agua dulce.

La tierra es un recurso renovable pero solo si invertimos en la neutralización de la degradación de las tierras, que constituye una propuesta de los Estados Miembros de las Naciones Unidas para la agenda para el desarrollo después de 2015. Debemos evitar la degradación de más tierras y, al mismo tiempo, rehabilitar todas las tierras degradadas que podamos.

Entonces, también podremos adoptar medidas rápidas para controlar el cambio climático.

Nuestras vidas y nuestras civilizaciones dependen de la tierra. Invirtamos en suelos sanos para asegurar nuestro derecho a la alimentación y al agua dulce.


Ban Ki-moon

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