En las nubes
Carlos RAVELO GALINDO, afirma:
Los profesionales de las promesas en 2018 de un mundo mejor. |
Para llegar a un mundo mejor, nuestro tema, es justo
hablar de las virtudes, como medio de
educación moral también a los seis que
pretenden presidir a los 120 millones de mexicanos.
Que en sus campañas
políticas, se ofenden, sin llegar a más.
Y a quienes elijan al que ocupe la
silla en diciembre próximo.
Coincide con nosotros nuestro amigo el doctor Fernando
Calderón Ramírez de Aguilar en que las
virtudes son disposiciones para hacer el bien. Son cualidades que se consideran
buenas.
Estas prácticas se encuentran en todas las leyes y las
religiones, pero sobresalen en el cristianismo. Pero como anillo al dedo a
nuestro estado laico.
Se dividen en virtudes teologales (fe, esperanza y caridad)
y en virtudes cardinales, humanas o morales (prudencia, justicia, fortaleza y
templanza).
Los profesionales de las promesas incumplidas en 2012 de un mundo mejor. |
Las virtudes cardinales son hábitos que se adquieren para
disponer al entendimiento y la voluntad para obrar según el juicio de la razón
iluminada por la fe para que esta escoja los medios más adecuados al fin
natural del hombre. Las virtudes cardinales no tienen, como las virtudes
teologales, a Dios como fin mismo, sino al bien honesto.
Los pecados mortales o vicios capitales (soberbia, avaricia,
lujuria, ira, gula, envidia y pereza) son aquellas faltas a las que la
naturaleza humana está principalmente inclinada.
Existen virtudes (humildad, generosidad, castidad,
paciencia, templanza, caridad y diligencia) para afrontar la tentación de
cometer alguno de los pecados capitales, puesto que se les contraponen.
Constituyen así un modo posible de salvar el alma.
Todas las virtudes han sido analizadas desde la antigüedad,
sobre todo por los griegos. Tenemos
grandes ejemplos en Platón y Aristóteles, así 5omo a Cicerón, Epicteto
y Marco Aurelio, que hacen suyo aquel
dicho de que la palabra enseña, pero el ejemplo arrastra.
Mediante los conocimientos, habilidades, destrezas,
disposición y voluntad necesarios para enseñar a que el joven asimile las
virtudes, los padres y los educadores transmitirán lo que significan y su
utilidad en la formación social para su vida futura. Así se obtendrán resultados sociales
inmejorables.
Un método excelente para lograrlo es la mayéutica socrática,
al igual que lo es el método heurístico en donde a través de la información, el
joven encuentre en donde está el mal y resuelva como corregirlo y hacer el
bien.
No hay que olvidar el gran valor del método inductivo
utilizado por la ciencia que va de lo particular a lo general y, por qué no, también el método deductivo, que
va de lo general a lo particular, como se puede apreciar en las historias del
genial detective Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle.
Naturalmente que existen otros métodos y técnicas que pueden
resultar muy satisfactorios al aplicar los procedimientos didácticos más
modernos al trabajar en los niveles
taxonómicos más altos posibles de las áreas cognoscitiva, psicomotora y
afectiva.
En nuestro país no faltó un gobierno que tuviera como lema y
objetivo la renovación moral de la sociedad. Desafortunadamente no lo logró, ya
que no aplicó los métodos efectivos y necesarios.
Esto se debió a no
haberlo hecho desde la edad
escolar y no soltarlo así como así a la población general que en realidad no
estaba preparada para aplicarlo, por lo que todo quedó sólo en una buena
intención.
No es conveniente, ni mucho menos permisible, que en una
sociedad exista el llamado analfabetismo moral.
Hace muchos años apareció una obra excelente de William J.
Bennett intitulada Libro de las virtudes, que sería mejor llamarlo Manual del
alfabetismo moral puesto que trataba de ayudar a resolver este problema. Muchos
padres y mentores se preguntarán cual es la mejor forma de lograrlo.
Vamos a establecer sólo unas sugerencias y sólo eso, ya que
cada quien debe emplear el método que mejor se adapte a sus posibilidades y
necesidades. Interrumpe don Fernando.
“Para mi es obvio que en la infancia lo primero que hay que
hacer es limitar enormemente la televisión, el cine, los teléfonos celulares y
las computadoras. Permitir su
utilización sólo para lo verdaderamente útil desde el punto de vista biopsicosocial
y de acuerdo con la edad”. Subraya.
Para iniciar, la mejor herramienta que permite abordar el
problema que significa el aprendizaje y aceptación de las virtudes es un método
utilizado desde antaño: las historias y cuentos infantiles, así como las
fábulas que contienen moraleja, máximas y analectas con fundamento.
Desde luego, hay que evitar cuentos de verdadero terror y
guerra, sobre todo nuclear, que no conducen a nada. La fantasía exalta la
imaginación y sobre todo es útil al futuro para la creatividad.
Estamos de acuerdo que no es fácil ayudarles a comprender y
valorar estos rasgos dándoles sólo el material para su lectura. Es conveniente
siempre acompañarlos, y enseñarles y leerles las historias que poco a poco y a través del tiempo podrán aumentar en complejidad.
Lo trágico ha sido que los avances de la ciencia y la
tecnología que deberían facilitar la labor de crear una clara conciencia del
bien y del mal no han sido utilizados en forma adecuada para estos fines.
El cine y la televisión no han cooperado como debieran para
enaltecer las virtudes. Por el contrario, con sus formas rodeadas de
corrupción, infidelidad, violencia y guerras, han invertido los valores.
No muestran paz sino guerra. Honradez sino inmoralidad.
Amistad sino enemistad, Lealtad sino deslealtad. Bondad sino maldad.
Perseverancia sino obstinación. Coraje sino cobardía. Y así podríamos seguir de
forma interminable. Todo eso sólo ha servido para despreciar las virtudes.
Es obvio que es necesario y urgente resarcir nuestros
valores a través de la educación y la instrucción pertinentes para la época en
que vivimos. Desde luego, hay opiniones diferentes, las cuales hay que
respetar, ya que cada cabeza es un mundo.
Habrá quien no lo acepte y lo vea desde otro punto de vista.
Si obtiene mejores resultados, pues adelante. Una persona moralmente
alfabeta, formada desde su infancia,
estará mejor preparada para la vida, y será más útil a su familia y a la
sociedad que un analfabeto moral.
En un momento dado los ejemplos que se usarán podrán parecer
simples, pero definitivamente no lo serán para un niño. No se trata de hacer un
recetario ni un compendio de historias, sino de tomar sólo aquellas que
transmitan lo que se desea, en la inteligencia de que, por supuesto, habrá otras
quizá mejores.
Sólo recordemos que cualquier cosa que la mente reciba a esa
edad puede volverse indeleble e inalterable y, por lo tanto, es sumamente
importante que las historias que oigan o vean los infantes se conviertan en
paradigmas de pensamientos virtuosos.
El libro del poeta latino Prudencio nos habla de un concepto
llamado psicomaquia que consiste en que las virtudes humanas abstractas
representadas por personas entablan una lucha contra los vicios también
personificados.
Ya desde la Edad Media así se conceptuaba la lucha entre el
bien y el mal.
La autodisciplina.
Es aquella pauta de conducta que una persona se impone
voluntariamente sin ningún control exterior.
Es útil para dominar arrebatos, apetitos, pasiones e impulsos, ya que la
incapacidad de lograrla causa mucha infelicidad y angustia en este mundo.
Es como una medicina que resulta difícil de tragar.
El verso Niños buenos, niños malos que forma parte de una
obra de Robert Louis Stevenson titulada Jardín de versos para niños la ilustra:
“Sed alegres y tranquilos y comed dieta sencilla: a pesar de las zozobras
conservad vuestra inocencia. Más los rudos y los groseros y los que comen con
gula no gozarán de la gloria, otra historia les espera. Los crueles y llorones
sólo llegan a patanes y si alguna vez son tíos, ni sus sobrinos los quieren”.
Otros autores que pueden ayudar son:
Hilaire Belloc con tres poemas: Rebeca, Jim y El
buitre.
Sor
Juana Inés de la Cruz con Respuesta a Sor Filotea de la Cruz en donde
ejemplifica singularmente cual fue la disciplina que una niña debió imponerse
para estudiar en América en el siglo XVII.
James Baldwin con El señor vinagre y su fortuna, y El rey y
su halcón, una historia sobre Genghis Khan de cómo su azoro no lo deja beber
agua varias veces y el rey enojado lo mata y descubre que la causa por la que
el ave no lo dejaba beber era que el agua estaba envenenada con lo que aprendió
la lección de que nada se debe hacer impulsado por la furia.
Charles y Mary Ann Lamb en su obra Cólera de su libro Los
cuentos de Shakespeare.
Y Esopo con las fábulas El niño y las nueces, La gallina de
los huevos de oro, Las ranas y el pozo (en la que la moraleja es piensa dos
veces antes de actuar), Las moscas y el frasco de miel (en la que la moraleja
es ay de las criaturas necias que por gozos fugaces se destruyen).
La compasión.
Es una virtud que impacta rigurosamente el área afectiva del
individuo. Es tomada como un sentimiento de tristeza al ver padecer a alguien,
lo que impulsa rápidamente a aliviar por los medios a la mano su dolor o
sufrimiento. A remediarlo si es posible por propia mano o al conseguir ayuda
ajena para evitarlo.
En realidad, se convierte en un desafío con los demás en los
momentos de desconsuelo, ya que es una virtud que tiene en cuenta la realidad
de otras personas, cercanas o lejanas, conocidas o desconocidas. Es una acción
altruista, sobre todo, con los que han quedado afectados de alguna forma
biopsicosocial.
David Hume siempre afirmó que existe cierta benevolencia,
por ínfima que sea, insuflada en nuestro pecho, una chispa de amistad por el género
humano.
Juan Jacobo Rousseau afirmaba que era un sentimiento natural
que al moderar el egoísmo virulento del individuo contribuye a la preservación
de la especie. La compasión se puede despertar en forma particular o grupal tal
y como ocurre en las grandes desgracias colectivas.
El arte de cultivar la naturaleza compasiva en los niños es
indispensable, sobre todo en este momento, ya que la vida moderna ha causado
una tendencia a dejar de practicarla por el peligro que puede significar el
otorgarla a quien no se conoce.
Se ha formado ya un prejuicio difícil de evitar, ya que los
niños imitan lo que ven y si aprecian en sus allegados una fría
desconsideración, será hercúlea la tarea por realizar para bien lograr que
tengan compasión.
La compasión puede aprenderse mediante la bondad con todas
las criaturas. No se debe despreciar
ninguna, pues cada cual tiene una función en la vida, aun los considerados como
enemigos naturales. Es siempre preferible si así se puede alejarse de ellos. Da
tristeza ver niños pequeños con rifles matan pajarillos o lagartijas.
Es conveniente recordarles: niño nunca hagas daño al amable
y bello petirrojo. Que tome la miel de las flores el hermoso colibrí. Deja que
cante la alondra o el canario, y nos entonen un canto de eterna primavera. Aquí
son útiles varias fabulas y cuentos como:
La del león y el ratón de Esopo en la que aprendemos como la
compasión está al alcance tanto de los poderosos como de los mansos;
El cuento del famoso Charles Perrault sobre diamantes y
sapos que enseña la vieja lección de que lo cortés no quita lo valiente, y que,
en cambio, la ira y la antipatía pueden causar infelicidad;
El cuento La cena de acción de gracias del viejo señor
conejo, de la estadounidense Carolyn Sherwin ganadora de la medalla Newbery
(que honra a contribuciones destacadas a la literatura infantil
estadounidense) muestra que es mayor
satisfacción dar que recibir ayuda. La historia lleva al niño a descubrir una
importante lección que lleva más allá de los límites del Yo.
El Canto de vida de Charles Mackay con un poema de Séneca
que muestra que donde hay un ser humano hay posibilidad de bondad.
El cuento de navidad El fantasma de Marley de Charles
Dickens en el que demuestra que nuestro mejor negocio es el género humano.
El cuento del médico y la muerte que representa un ejemplo
abrumador cuando la compasión de un médico le lleva a romper el trato con su
madrina e invierte la cama dejando a la muerte en los pies y salva al enfermo.
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