Por Griselda MUTUAL
Periodista de Radio Vaticano
"Hijos amados, certeza de
la esperanza".
Catequesis del Papa.
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En su meditación en italiano el Santo Padre constató que
muchos narcisismos del hombre nacen de un sentimiento de soledad, y que detrás
de muchas formas de odio social a menudo hay un corazón que no ha sido
reconocido: cuando quien no se siente amado es un adolescente – dijo - puede
ser que nazca la violencia.
Pero no existen niños malos, ni adolescentes del todo
malvados, sino “personas infelices”, añadió, y recordó que existe Alguien que
ha imprimido en nosotros “una belleza primordial que ningún pecado ni mala
elección puede nunca borrar por completo”: nosotros somos, a los ojos de Dios,
pequeñas fuentes hechas para manar agua buena.
Nuestra esperanza se basa en la certeza de ser hijos de
Dios, queridos y deseados por Él, explicó el Obispo de Roma. Pero, ¿es posible
que Dios tenga algunos hijos que no ame?, planteó. “No. Todos somos hijos
amados por Dios. No hay ninguna maldición sobre nuestra vida, sino sólo una
benévola palabra de Dios, que hizo surgir nuestra existencia de la nada”.
Si queremos cambiar el corazón de una persona triste, -prosiguió
- es necesario ante todo, hacerle sentir que es querida e importante, porque
“el amor llama al amor, de modo más fuerte de cuanto el odio llame a la
muerte”.
A continuación, el resumen de la catequesis del Papa Francisco pronunciado en español:
Queridos hermanos:
En la catequesis de hoy consideramos cómo la certeza de la
esperanza se funda en que somos hijos amados de Dios. Nadie puede vivir sin
amor. En cierto modo, detrás de muchas reacciones de odio y violencia se
esconde un gran vacío interior, un corazón que no ha sido amado verdaderamente.
Lo único que puede hacer feliz a una persona es la experiencia de amar y de ser
amado.
El primer paso que da Dios hacia nosotros es su amor
anticipado e incondicionado. Dios nos ama antes de que nosotros hayamos hecho
algo para merecerlo. Él es amor, y el amor tiende por naturaleza a difundirse,
a donarse. Como una madre, que no deja nunca de amar a su hijo, aunque haya
cometido un error y deba cumplir con la justicia, así Dios nunca deja de
amarnos, porque somos sus hijos queridos.
El amor llama al amor. Para cambiar el corazón de una
persona, en primer lugar hay que abrazarla, que sienta que es importante para
nosotros y que es querida. Así comenzará a despuntar también en ella el don de
la esperanza.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Pidamos a
la Virgen María que nos dejemos guiar
siempre por el amor de su Hijo. Que sepamos transmitir a los demás ese
amor de Dios, para que se encienda en todos una esperanza nueva. Que el Señor
los bendiga. Muchas gracias.
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