Análisis a Fondo
* Pasamos a ser Jueces, jurado y verdugos
* ¿Y no vemos la viga que cargamos en el ojo?
Por Francisco GÓMEZ MAZA
Para Arcano Radio
Con qué derecho, con qué autoridad moral (entiendo la moral
como el conjunto de usos y costumbres con que un individuo o una colectividad
norman sus relaciones sociales y económicas), he de aprobar, ensalzar, o
desaprobar, condenar, al gobierno o al sistema de gobierno de una nación como
es, en el caso, Venezuela.
Y con qué impunidad un sector de mexicanos, presuntos
izquierdistas contagiados por el virus de la extrema derecha, empezando por
importantes oficiales del gobierno federal, condena al gobierno de Nicolás
Maduro, acusándolo de la autoría de crímenes políticos.
No asumo defensa alguna. Simplemente me pregunto si los
mexicanos, más estando como estamos, gobernados por un grupo de corruptos,
estamos en condiciones de señalar a otros, de acusar a otros.
Se nos han olvidado los principios que nos dieron vida como
nación, como Estado, y el respeto del concierto de las naciones. El respeto.
Y lo que más duele es que haya gente de izquierda, que se
autoproclama revolucionaria, que condena a Maduro - lo califica de payaso -, y
le endilga un sinnúmero de muertos en manifestaciones políticas, el desastre
humanitario, la prisión política, el derrumbe de la división de poderes, “y un
largo etcétera...”
No voy a entrar a enumerar los infortunios que los gobiernos
emanados del PAN y del PRI nos han traído a los mexicanos, a todos; inclusive a
sectores de las clases acomodadas. Tan sólo esa extensa lista de desgracias
conocida por muchos, y más por los ciudadanos letrados, que leen periódicos
impresos, electrónicos y digitales, nos inhibe para cuestionar a otros
gobiernos. No nos otorga el derecho a condenar o a ensalzar.
Pero, como les dije antes, hemos hecho a un lado nuestros
principios y ahora el gobierno está dedicado a condenar a otros como si pudiera
hablar ex cathedra, como dicen que hablaban los Papas católicos.
Los próceres del PAN y del nuevo PRI echaron al bote de la
basura la Doctrina Estrada, los principios de no intervención en los asuntos
internos de otras naciones.
Todo marchó desde 1930 cuando el entonces canciller Genaro
Estrada sostuvo e hizo doctrina el principio que dice que cada pueblo tiene el
derecho de establecer su propio gobierno y de cambiarlo libremente y que, en
consecuencia, él no necesita del reconocimiento de los demás para cobrar plena
validez jurídica, reconocimiento que, de otro lado, implicaría una indebida
intervención de un Estado en los asuntos internos de otro.
De acuerdo con estos principios, la doctrina Estrada afirma
que “el gobierno de México no otorga reconocimiento porque considera que esta
práctica es denigrante ya que, a más de herir la soberanía de las otras
naciones, coloca a éstas, en el caso de que sus asuntos interiores pueden ser
calificados en cualquier sentido por otros gobiernos, quienes, de hecho, asumen
una actitud de crítica al decidir favorable o desfavorablemente sobre la
capacidad legal de regímenes extranjeros. El gobierno mexicano sólo se limita a
mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos, sin
calificar precipitadamente, ni a posteriori, el derecho de las naciones para
aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades”.
El canciller Estrada estuvo muy influido por las largas y
penosas controversias suscitadas entre México y Estados Unidos en aquella
época, en que el gobierno estadounidense se negó a reconocer a los gobiernos
que surgieron de acciones militares o paramilitares durante el proceso de la
revolución mexicana.
En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, la Junta
Consultiva de Emergencia para la Defensa Política, establecida en Montevideo a
raíz de la ruptura de relaciones diplomáticas de los países latinoamericanos
con las potencias del Eje - Alemania,
Italia y Japón - adoptó una
recomendación a los gobiernos de la región para que, mientras durara el
conflicto armado, no reconocieran a régimen alguno establecido por la fuerza en
cualquiera de sus países sin antes realizar consultas mutuas para determinar si
el nuevo gobierno cumplía con los compromisos interamericanos de defensa
continental. Esta fue, sin duda, una medida tomada para alejar el peligro de
que los simpatizantes del nazi-fascismo en América Latina pudieran derrocar uno
de los gobiernos a fin de impedirle cumplir los acuerdos contra el
totalitarismo.
Espléndida praxis política – la aplicación de la Doctrina
Estrada - que fue desechada por los
gobiernos del Eje mexicano, los gobiernos neoliberales, los violentos, los
socios de la delincuencia organizada, cuya guerra ha dejado, en poco más de una
década, cientos de miles de familias huérfanas de padre, de madre, de hermanos,
de hijos, que han sido masacrados por los guerreros de la delincuencia; miles
de desapariciones forzadas, cientos de cementerios clandestinos, periodistas y
defensores de derechos humanos asesinados, mujeres muertas por odio
particularmente en el Estado de México. E incontables desgracias que serían ya
suficientes para que las Asambleas de la OEA y de la ONU condenaran a México, Y
no lo hacen. Y no se dan cuenta de que en México condenamos a millones de
inocentes a muerte por hambre. Es mayor
el sufrimiento que si les diéramos un balazo en la sién. Y los periodistas y
ciudadanos críticos son vigilados por las lupas electrónicas del naturalizado,
por 80 millones de dólares, Pegasus…
Entonces, dejemos de ver la paja en el ojo ajeno y pongamos
nuestra mirada en la viga que llevamos cargando nosotros.
@AFDiario
@analisisafondo
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