Por Centro de Información
De las Naciones Unidas en México
Cada año, miles de personas migrantes y refugiadas
centroamericanas cruzan el río Suchiate que separa México de Guatemala para
buscar una vida mejor huyendo de la violencia que afecta a sus países.
José es de El Salvador y como muchas otras personas de su
país huyó junto con su madre y sus hermanas por la violencia que sufrieron.
"Las pandillas, homicidios, amenazas de muerte. Donde uno
trabaja, les piden una renta de 500.000 dólares mensuales y sin dinero
posiblemente lo matan o toda su familia. Eso es lo que hace que uno decida irse
para otro país", explicó
Ciudad Hidalgo es uno de los principales puntos de ingreso
de migrantes y refugiados centroamericanos a México. Por el estado de Chiapas
transitan miles de personas provenientes de Honduras, El Salvador y Guatemala,
pero recientemente se ha reportado un incremento de personas que llegan de
países africanos y asiáticos.
"Se supone que anualmente hay más de 450.000 personas
que cruzan desde el sur hacia México con diferentes intenciones. Son casi medio
millones de personas anualmente. Muchos son regresados, pero varios lo intentan
más de una vez por distintas razones que pueden ser económicas, por
reunificación familiar o huir de la violencia", indicó Christopher Gascon,
Representante de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en
México.
Los representantes de las agencias de la ONU en México
realizaron recientemente una visita a la frontera sur mexicana para analizar la
situación migratoria en esa parte del país, puesto que en Tapachula, la ciudad
mexicana más importante cerca de la frontera, se llevan a cabo varios programas
de las Naciones Unidas.
Foto: ONU México / Mónica Vazquez |
Como parte de las actividades de la ONU en la región, la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Oficina del Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) atienden a los
centroamericanos que llegan a México.
En los últimos años, se han detectado cada vez más niños,
niñas y adolescentes centroamericanos cruzando la frontera mexicana. La mayoría
de ellos viajaban sin el acompañamiento de un adulto.
“Hay un aumento desde hace tiempo de niños, especialmente de
niños, niñas y adolescentes no acompañados. Huyen de unas condiciones muy
difíciles de pobreza, de falta de oportunidades, pero también de violencia y de
extorsiones en sus países de origen, sobre todo en Guatemala, Honduras y El
Salvador. Hemos escuchado historias terribles. Para sobrevivir optan por huir”,
explicó Christian Skoog, Representante de UNICEF en México.
Lizeth, una joven de 17 años proveniente de Honduras, huyó
de su país a principios de marzo por las pandillas que amenazaron a su familia.
La menor, a quien se le cambió el nombre por su seguridad, viajó durante varios
días junto con su pareja y su bebé de un mes de edad para llegar a México.
"Tocaron la puerta. Yo la abrí pensando que eran mis
papás. Llegaron ocho hombres armados, con pasamontañas y nos dejaron amarados
dentro de la casa. Pero gracias a Dios un primo se pudo soltar y nos soltó a
todos. Abrimos la lámina de la casa y nos subimos por el techo y nos tiramos en
la casa de una vecina. Por ahí nos pudimos salir", relató la joven.
"Encontramos un trailero y nos preguntó que nos pasaba
y para dónde íbamos a esa hora de la noche. Eran las 10:30 horas de la noche.
Le contamos todo y le dijimos que veníamos para México y que después íbamos a
ver cómo seguíamos para delante", contó.
Los riesgos para los migrantes y solicitantes de asilo son
múltiples. Los traficantes aprovechan su situación para entregarlos a
criminales que pueden usarlos y explotarlos económicamente y sexualmente. Las
mujeres, los niños y las niñas son más vulnerables a la trata de personas.
En la medida en que aumenten los obstáculos a la migración
para que los flujos migratorios no logren avanzar a sus destinos, estas
personas se entregan a traficantes de migrantes, en los cuales existen
organizaciones de trata de personas que usan a las personas migrantes
indocumentadas.
Si en el cielo no hay barreras, que en la tierra nada nos
detenga, dice el slogan de la OIM, por lo que las agencias de la ONU llaman al
respeto y a no discriminar a los migrantes y refugiados.
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