De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Como ahora lo han comprobado arqueólogos del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) al descubrir a escasos centímetros
de la Plaza Pino Suárez, restos de una subestructura prehispánica que debió ser
parte de la delimitación del espacio sagrado del calpulli de Cuezcontitlan,
“Lugar de las trojes” o “Donde están las trojes”.
La arqueóloga Donají Montero Guzmán, de la Dirección de
Salvamento Arqueológico (DSA) del INAH, refiere que hace poco más de un mes se
procedió al rescate de estos vestigios arquitectónicos que quedaron expuestos
con la apertura de dos calas, durante los trabajos del proyecto de
rehabilitación integral que realiza en el lugar la Autoridad del Espacio
Público de la Ciudad de México.
La especialista califica este hallazgo de afortunado,
considerando que en las inmediaciones de las avenidas José María Izazaga y San
Antonio Abad, durante la construcción de la segunda línea del Metro para la
capital a finales de los años 60, fueron descubiertos los restos de edificios
que conformaron el centro ceremonial de Cuezcontitlan, entre ellos su
adoratorio dedicado al dios mexica del viento, Ehécatl.
Foto Melitón Tapia. Cortesía del INAH. |
“Había pocas
expectativas de encontrar elementos arquitectónicos prehispánicos, por el
contrario, pensábamos hallar más evidencias de la época colonial considerando
que a fines del virreinato hubo mayor urbanización hacia esta sección
suroriente de la ciudad”, expresó.
Las líneas de estudio en materia arqueológica, impulsadas
por la Secretaría de Cultura y el INAH, han derivado en el avance de diversas
investigaciones, entre ellas el Templo de Ehécatl en el Templo Mayor de
Tenochtitlan; los restos de un recinto de nobles mexicas que habitaron el
barrio de Colhuacatonco, en la calle República del Perú; la detección de un
posible túnel en la Plaza y Pirámide de la Luna, en Teotihuacan; y el
descubrimiento del zócalo original de la Ciudad de México, durante las labores
de rehabilitación de la Plaza de la Constitución.
Un calpulli estratégico
A escasos 35 metros al noreste del Templo de Ehécatl —que se
localiza dentro de la estación Pino Suárez del Metro y es visto por más de 50
millones de usuarios al año—, la arqueóloga explora los testimonios que
debieron corresponder al tercer cuerpo de un basamento sobre el que
desplantaban habitaciones destinadas, posiblemente, a cuestiones
administrativas o religiosas por parte de la élite de ese barrio.
El calpulli o barrio de Cuezcontitlan era estratégico, pues
permitía una rápida y eficaz distribución de productos agrícolas en las
parcialidades de Teopan (también llamado Zoquipan o Xochimilca) y Moyotlan.
En la cala más amplia de las dos abiertas, se observa un
muro de aproximadamente siete metros de largo que corre dirección este-oeste; y
una sección más del muro de 1.20 metros de longitud que va en sentido
norte-sur, alcanzando 1.70 metros en su punto más alto. Sobresalen restos de
sus aplanados originales que están siendo debidamente conservados por la
arqueóloga; ese mismo aplanado de cal destaca en el piso que tiene la misma
longitud de los muros al rebasar los 8 metros.
“Tenemos aproximadamente 25 metros cuadrados de la
estructura prehispánica, entre muros y piso”, calcula la arqueóloga Donají
Montero.
En la segunda cala se identificó la sección de un piso de
dos metros cuadrados y lo que al parecer es un segundo cuerpo del basamento, el
cual alcanza 4 metros de altura.
La investigadora explicó que es complicado conocer las
dimensiones y la planta general de la subestructura mexica, no obstante, se
sabe que contó al menos con dos cuerpos y que tuvo una cenefa similar a la que
circunda el Templo de Ehécatl, como lo constatan cuatro clavos arquitectónicos
hallados en las excavaciones y las imágenes de archivo que resguarda la
Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, respecto a los trabajos de
construcción de la Línea 1 del Metro.
Por la presencia de fragmentos de cerámica Azteca III y IV
(1430-1521 d.C.), la experta de la Dirección de Salvamento Arqueológico del
INAH infiere que este edificio estuvo activo a lo largo de dicho siglo, el de
mayor expansión militar y comercial del imperio mexica.
Una vez recuperada la mayor cantidad de información y
registro de los vestigios identificados, los restos arquitectónicos
prehispánicos quedarán debidamente protegidos para permitir la continuidad del
proyecto de rehabilitación de la Plaza Pino Suárez, además sobre ellos no
quedará mobiliario urbano que los pueda afectar.
Vestigios de un rastro colonial
La parte sur de la parcialidad de San Pablo Teopan —pese a
su innegable importancia en época prehispánica porque conectaba con la que hoy
es la Calzada de Iztapalapa (por la que llegaron los españoles en 1519)— se
convirtió en la época virreinal en un territorio extramuros y marginal, con
escasa población y que agrupó un matadero, el Convento y Hospital de San
Antonio Abad, la acequia real y algunas capillas de origen franciscano.
En la supervisión de los trabajos del proyecto de
rehabilitación, en una cala de 30 metros de largo por seis de ancho y un metro
de profundidad, frente a un hotel próximo a la Plaza y Capilla de San Lucas
Evangelista, la arqueóloga Donají Montero identificó rellenos de la época
colonial de los que sobresale una gran cantidad de restos animales, evidencia
del citado rastro. Cabe señalar que las primeras constancias documentales en
torno a San Lucas Cuezcontitlan de los Carniceros son de finales del siglo XVII
y principios del XVIII.
Como detalla la historiadora del INAH, Gabriela Sánchez
Reyes, “la denominación del santo patrono de esta capilla (San Lucas, cuyo
atributo iconográfico está identificado con un toro) quizás estuvo más en
relación con sus feligreses, conformados originalmente por los operarios del
matadero y el rastro, es decir, aquellos trabajadores cuya labor consistía en
matar ganado, de ahí que eligieran a un santo asociado con un toro”.
La arqueóloga Donají Montero Guzmán concluye que los restos
de la estructura prehispánica hallados en Plaza Pino Suárez y los rellenos
coloniales en la contigua Plaza de San Lucas, son apenas un acercamiento a
ambos espacios que han sobrevivido a los cambios urbanos.
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