Las algas marinas pueden usarse como alimento para los animales y podrían ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Unsplash/Shane Stagner
De la mesa de redacciónDe nuestra asociada RNU
Las algas pueden dar de comer a miles de millones de
personas y pueden atrapar los gases de efectos invernadero presentes en la
atmósfera. Pero, además, se pueden usar como fertilizante natural, como
reemplazo sostenible para los plásticos, como componente de medicinas y
cosméticos y desempeñan un papel importante en la lucha contra la contaminación
de los océanos limpiando el agua de nitratos y fosfatos.
Si la humanidad cultivara de manera sostenible tan solo el
2% de los océanos se podría alimentar fácilmente a todo el mundo. Pese a que la
agricultura oceánica continúa siendo una gran desconocida para el gran público,
las algas marinas poseen un enorme potencial transformador para la reducción
del cambio climático, la disminución de la contaminación marina y el objetivo
de las Naciones Unidas de poner fin al hambre.
"Cuando se habla de los océanos, se sigue haciendo con
una mentalidad de cazadores-recolectores", dice Vincent Doumeizel, asesor
principal para cuestiones relacionadas con el océano del Pacto Mundial de las
Naciones Unidas y especialista en algas marinas.
"Si cultiváramos sólo el 2% del océano, podríamos
aportar las proteínas suficientes para alimentar a una población de 12.000
millones de personas. Las algas marinas son extremadamente ricas en proteínas,
vitaminas, zinc y hierro, y bajas en grasas y carbohidratos."
Como bien saben los aficionados al sushi, ciertas variedades
de algas marinas son aptas para el consumo humano. Desde hace muchos años,
estas especies marinas gozan de una gran popularidad en Asia, especialmente en
Japón, y el resto del mundo las está descubriendo poco a poco. Doumeizel
considera que las algas poseen el potencial de convertirse en un alimento de
uso común.
"La mayoría de los japoneses comen algas marinas tres
veces al día, en Corea se usan en muchos platos y en China las consumen muchas
personas. Este puede ser un factor importante en la disminución de los niveles
de enfermedades no transmisibles en estos países”.
Los rollos japoneses de sushi suelen envolverse en algas
marinas. Unsplash/freetousesounds
Las algas como elemento para resolver la crisis alimentaria mundial
Pero el factor nutritivo para los humanos no es el único
para tener en cuenta. Las algas también poseen beneficios ambientales si las
usamos como alimento para los animales.
“Las algas marinas no necesitan tierra, agua dulce o
pesticidas, sólo sol y agua salada. Si el ganado se alimentara con alimentos a
base de algas marinas, en lugar de soja, las emisiones de metano podrían
reducirse en un 90%, y mejorar la digestión al tiempo que reforzarían el
sistema inmunológico de los animales, reduciendo al mismo tiempo la necesidad
de antibióticos. En algunos países como Escocia e Islandia ya lo están
implementando".
Entre sus múltiples usos y beneficios, las algas se pueden
usar como fertilizante natural, como reemplazo sostenible para los plásticos,
como componente de medicinas y cosméticos y desempeñan un papel importante en
la lucha contra la contaminación de los océanos limpiando el agua de nitratos y
fosfatos.
Si las algas proporcionan esta amplia gama de beneficios,
¿por qué no se usan más a menudo? Doumeizel, indica que una de las principales
razones son las dificultades técnicas.
"Hay una falta de espacio para cultivar bosques
submarinos cerca de las costas, y obtener una licencia para cultivarlas en alta
mar puede ser complicado. Tenemos que aprender de las compañías petroleras, que
tienen mucha experiencia en el manejo de fuertes corrientes y grandes
olas".
Pese a esos obstáculos ya hay empresas que tienen grandes
planes para la producción de algas y una de ellas está dirigida por un antiguo
ejecutivo de la compañía petrolera Shell.
La empresa Kelp Blue prevé cultivar enormes bosques de algas
frente a la costa de Namibia abarcando unas 70.000 hectáreas. Estos bosques,
según la empresa, ayudarían a resolver la crisis alimentaria mundial y, al
mismo tiempo, eliminarían de la atmósfera grandes cantidades de gases de efecto
invernadero y crearían cientos de puestos de trabajo.
Estos bosques se poblarían de algas gigantes, una forma de
hierba marina que puede crecer hasta 30 metros. Según Kelp Blue, los bosques
conseguirían retener un millón de toneladas de dióxido de carbono, y al usarlas
como alimento para ganado se lograría una reducción de las emisiones de metano.
Otro posible beneficio es el incremento de hasta un 20% de
las poblaciones de peces en aguas circundantes, ya que se espera que alrededor
de 200 especies vivan en las algas marinas.
Cultivar sólo el 2% del océano podría alimentar a 12 mil
millones de personas. Manahas Farquhar Matthew Morgan
La importancia del manifiesto sobre las algas
Aunque compañías como Kelp Blue aparentemente poseen las
soluciones ante las dificultades técnicas, el principal obstáculo a superar es
la falta de normas de seguridad de ámbito mundial y la resistencia a colaborar
entre empresas, todo ello en una industria que aún depende de empresas y empresarios
relativamente pequeños, que no están dispuestos a compartir.
Para intentar solucionar este problema, el Pacto Mundial de
las Naciones Unidas ha publicado un manifiesto sobre las algas, donde se insta
a la adopción de normas concertadas internacionalmente, a implementar nuevos
esfuerzos de inversión y a una mayor colaboración entre los gobiernos, la
comunidad científica y la industria, con el objetivo final de impulsar la
producción al siguiente escalón.
La presentación oficial del manifiesto tuvo lugar durante un
evento virtual celebrado al margen de la Asamblea General de las Naciones
Unidas de este año que reunió a numerosos representantes del sector público y
el privado.
Entre los asistentes destacó la presencia de Alexandra
Cousteau, nieta del famoso explorador e investigador oceánico, Jacques
Cousteau, y fundadora de Océanos 2050, una campaña y plataforma que busca
recuperar la salud marina durante los próximos treinta años.
Si acaba prosperando y obteniendo los resultados previstos,
la industria de las algas marinas podría llegar a desempeñar un papel todavía
más importante que la lucha contra la crisis climática y el fortalecimiento de
los ecosistemas marinos: el fin del hambre.
El archipiélago de Tuvalu en el Océano Pacífico está a solo
dos metros por encima del nivel del mar, por lo que es muy suceptible al cambio
climático. PNUD Tuvalu/Aurélia Rusek
El compromiso de la ONU con los océanos
El Pacto Mundial de las Naciones Unidas, que celebra su 20º
aniversario, busca que las empresas se adhieran a los principios universales en
materia de derechos humanos, trabajo, medio ambiente y lucha contra la
corrupción, y que adopten medidas que promuevan los objetivos sociales.
La Plataforma de
Acción Empresarial Oceánica Sostenible del Pacto Mundial de las Naciones Unidas
promueve el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 2, que busca acabar con el
hambre en el mundo, mediante el fomento de la producción de alimentos marinos
sostenibles.
También trabaja para lograr las metas asociadas al Objetivo
número 14, que busca el uso sostenible de mares, océanos y recursos marinos,
fomentando la gestión eficaz de los océanos y las normas para reducir la pesca
excesiva, la contaminación marítima y la acidificación de los océanos.
Las algas marinas pueden jugar un destacado rol en la consecución de las metas del Objetivo número 13, que busca adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, mediante su capacidad para retener el carbono de forma natural como para reducir las emisiones de gas metano del ganado, responsable de una parte considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura.
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