* Frente a estos grandes desafíos, que no pierda la memoria
de su madre *
De la mesa de redacciónDe Vatican News
Insta el Papa Francisco a la Guadalupana, a pedir que frente a estos grandes desafíos “nuestra tierra latinoamericana no se ‘desmadre’, es decir, que no pierda la memoria de su madre, que la crisis lejos de separarnos nos ayude a recuperar y valorar la conciencia de ese mestizaje común que nos hermana y nos vuelve hijos de un mismo Padre”.
Y finaliza: Una vez más nos hará bien recordar que la unidad es superior al conflicto. Que su manto, su manto de Madre y de Mujer, nos cobije en un solo pueblo que, luchando por la justicia, pueda decir: «Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido nuestros padres» (Le. 1, 54-55).
Es necesario “rehabilitar la política”, una de las formas más preciosas de la caridad, por el bien de todos los pueblos. La profundidad de la crisis actual reclama proporcionalmente “la altura” de la clase política- dirigente, para que sea “capaz de levantar la mirada y dirigir y orientar las legítimas diferencias en la búsqueda de soluciones viables para nuestros pueblos”.
Lo dijo este jueves 19 de noviembre en el Vaticano, el Papa
en un video mensaje dirigido al Seminario virtual «América Latina: Iglesia,
Papa Francisco y los escenarios de la pandemia».
El Santo Padre se hizo presente con un video mensaje en el
Seminario virtual «América Latina: Iglesia, Papa Francisco y los escenarios de
la pandemia», organizado por la Pontificia Comisión para América Latina (CAL)
junto con la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y el Consejo Episcopal
Latinoamericano (CELAM). Con la esperanza de que la iniciativa pueda “inspirar
caminos, despertar procesos, crear alianzas e impulsar todos los mecanismos
necesarios para garantizar una vida digna a nuestros pueblos, especialmente a
los más excluidos, a través de la vivencia de la fraternidad y la construcción
de la amistad social”, el Sumo Pontífice saludó a los participantes y agradeció
a los organizadores que se reunieron de forma virtual para reflexionar y
analizar la situación de pandemia de Covid-19 en la región, sus consecuencias y
las posibles líneas de acción y ayuda solidaria a desarrollar.
Contribuir, compartir y distribuir
En el vídeo el Pontífice constata que la pandemia del COVID
hizo “aún más visibles vulnerabilidades preexistentes”, como la falta de un
techo seguro donde poder cumplir el distanciamiento social, la falta de agua y
de recursos sanitarios para higienizarse y desinfectar los ambientes, un
trabajo estable que garantice el acceso a los beneficios. Francisco piensa en
aquellos que “además de sufrir el embate de la pandemia, ven con tristeza que
el ecosistema de su entorno está en serio peligro por los incendios forestales
que destruyen extensas zonas como el pantanal, la amazonia”, que son “el pulmón
de América Latina y del mundo”.
Somos conscientes – dice el Papa – de que los efectos
devastadores de la pandemia los seguiremos viviendo por mucho tiempo, sobre
todo en nuestras economías, que requieren atención solidaria y propuestas
creativas para alivianar el peso de la crisis. En el Reino de Dios, "que
inicia ya en este mundo", afirma "el pan llega a todos y sobra, la
organización social se basa en el contribuir, compartir y distribuir, no en el
poseer, excluir y acumular".
De ahí que “estamos todos llamados, individual y
colectivamente, a realizar nuestro trabajo o misión con responsabilidad,
transparencia y honestidad”. Es más que nunca necesario, subraya Francisco,
“retomar la conciencia de nuestra pertenencia común”, y, el virus, “nos recuerda
que la mejor forma de cuidarnos es aprendiendo a cuidar y proteger a los que
tenemos al lado”.
De esta crisis podemos salir mejores
Francisco vuelve luego sobre las famosas tres “T”, es decir,
techo, tierra y trabajo, cuya falta requiere “una respuesta generosa y una
atención inmediata”. Ensalza los pueblos latinoamericanos “que supieron
enfrentar con valentía las crisis y engendrar voces que gritando en el desierto
allanaron los caminos del Señor”, y pide que “no nos dejemos robar la
esperanza”. De esta crisis, como lo han testimoniado “tantas hermanas y
hermanos nuestros en la entrega cotidiana de su vida y en las iniciativas que
el Pueblo de Dios fue generando”, “podemos salir mejores” reitera.
Rehabilitar la política, preciosa forma de caridad
El Sumo Pontífice se dirige también a quienes ejercen
responsabilidades políticas y convoca a una rehabilitación de la misma, pues,
dice, la política “es una de las formas más preciosas de la caridad, porque
busca el bien común”. “No es una mera utopía”, reafirma el Papa citando
Fratelli tutti, “reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y
buscar una amistad social que integre a todos”. Esto exige “la decisión y la
capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles”
y, “cualquier empeño en esta línea”, asegura, “se convierte en un ejercicio
supremo de la caridad”.
Se trata – explica más adelante - de avanzar hacia un orden
social y político cuya alma sea la caridad social. Esto “pide a todos aquellos
que tenemos una función de liderazgo aprender el arte del encuentro y no
propiciar ni avalar o utilizar mecanismos que hagan de la grave crisis una
herramienta de carácter electoral o social”.
El desprestigio socava la posibilidad de encontrar acuerdos
El Papa resalta luego cuánto la profundidad de la crisis
reclame proporcionalmente “la altura” de la clase política- dirigente, para que
sea “capaz de levantar la mirada y dirigir y orientar las legítimas diferencias
en la búsqueda de soluciones viables para nuestros pueblos”. El desprestigio
del otro – asevera – lo único que logra es dinamitar la posibilidad de
encontrar acuerdos que ayuden a aliviar en nuestras comunidades, principalmente
en los más excluidos, los efectos de la pandemia. Es “el pueblo”, afirma, quien
en fin de cuentas “paga” ese proceso de desprestigio. Por ese motivo “es tiempo
que la nota distintiva de aquellos que fueron ungidos por sus pueblos para
gobernarlos, sea el servicio al bien común y no que el bien común sea puesto al
servicio de sus intereses”. Algo que vale “también para los hombres y mujeres
de Iglesia” porque “las internas eclesiásticas son una verdadera lepra que
enferma y mata el Evangelio”.
Amor, justicia y solidaridad han de ser conquistados cada
día
Concluyendo su mensaje el Santo Padre anima a todos a que,
impulsados por la luz del Evangelio, sigan "saliendo junto a todas las
personas de buena voluntad, en busca de los que claman por ayuda, a la manera
del buen samaritano”, pues, “el bien, como también el amor, la justicia y la
solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados
cada día”.
A la Guadalupana insta a pedir que frente a estos grandes desafíos “nuestra tierra latinoamericana no se ‘desmadre’, es decir, que no pierda la memoria de su madre, que la crisis lejos de separarnos nos ayude a recuperar y valorar la conciencia de ese mestizaje común que nos hermana y nos vuelve hijos de un mismo Padre”. Y finaliza: Una vez más nos hará bien recordar que la unidad es superior al conflicto. Que su manto, su manto de Madre y de Mujer, nos cobije en un solo pueblo que, luchando por la justicia, pueda decir: «Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido nuestros padres» (Le. 1, 54-55).
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