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Las teorías conspiratorias que han permeado las redes
sociales durante la pandemia van más allá de la idea de que las señales 5G sean
las que transmitan el virus, o que el COVID-19 sea un engaño o que un
billonario quiera implantarnos microchips. Grupos terroristas, extremistas,
supremacistas blancos y hasta carteles mexicanos están utilizando las redes
sociales para difundir su narrativa, aumentar la polarización mundial y la
desconfianza los Gobiernos, y así reclutar más adeptos para infundir más terror
y odio, y ganar territorio para sus actividades ilegales.
Las agrupaciones criminales aumentan su capacidad delictiva con las nuevas tecnologías. UNODC
Grupos violentos no estatales, incluidos terroristas,
extremistas de derecha y del crimen organizado como los carteles mexicanos, han
utilizado las redes sociales maliciosamente para reforzar sus agendas durante
la pandemia de COVID-19, revela un nuevo informe del Instituto de Investigación
Interregional sobre Crimen y Justicia de las Naciones Unidas.
Según el estudio, estos grupos han diseminado
intencionadamente teorías conspirativas sobre el origen del COVID-19 que
generalmente atribuyen a los gobiernos, determinadas etnias o religiones,
supuestas redes secretas, compañías o empresarios, que, según ellos, tienen
objetivos como la aniquilación de la población, el control mundial o
enriquecerse mediante la venta de vacunas y tratamientos. En todos estos casos,
los grupos afirman tener “el verdadero conocimiento” sobre el origen del
COVID-19.
Los mensajes a menudo se personalizan para coincidir con la
audiencia y las ideologías de estos actores violentos no estatales. Por
ejemplo, en grupos de extrema derecha de Estados Unidos han circulado teorías
que culpan a los inmigrantes y extranjeros como los responsables de propagar al
virus.
La Asociación de Patrimonio Europeo de Nueva Jersey (NJEHA)
compartió una campaña donde colocaron pegatinas con consignas como "Alto
al coronavirus – a deportar todos los extranjeros ilegales”, “migrantes
aceptados y ahora estamos infectados”, y “el virus son las fronteras abiertas”.
Otros grupos han adoptado narrativas similares y las han mezclado con mensajes
anti islámicos y antisemitas.
Personas asociadas al ISIS y Al-Qaeda también han difundido
teorías de conspiración que afirman que el virus es un “soldado de alá” que
está castigando a los incrédulos y a los enemigos de los musulmanes. Los grupos
terroristas han dicho que el COVID-19 es la ira de Dios sobre el Occidente. De
manera similar, Al-Shabaab declaró que la enfermedad del coronavirus se
transmite como “el soldado más pequeño de Dios”.
La pandemia de COVID-19 está siendo explotada por
terroristas y criminales para socavar la confianza en los Gobiernos. Unsplash/Markus
Spiske
Los objetivos de los grupos violentos
Según el informe, estas teorías están dirigidas a socavar la
confianza en los Gobiernos, y al mismo tiempo a reforzar narrativas extremistas
como una estrategia de reclutamiento.
Por ejemplo, el grupo supremacista Blanche Europe ha dicho
que la solución a la crisis de salud es exterminar a las poblaciones
inmigrantes y evitar que las minorías éticas reciban tratamiento médico. Este
grupo además culpó al Gobierno de Francia por no actuar rápidamente para
prevenir la crisis y no priorizar a las “familias blancas”.
AlShabaab en Somalia también difundió desinformación
distorsionando la naturaleza del virus y usándolo como motivación para
continuar sus violentos ataques. El portavoz pidió la expulsión de todas las
fuerzas extranjeras luego de afirmar que los incrédulos están propagando
deliberadamente el COVID-19. En particular, culparon a la Misión de la Unión
Africana en Somalia (AMISOM) desde que se reportaron los primeros casos de
COVID-19 en la base de Halane.
Un segundo objetivo de los actores no estatales es
incrementar el “terrorismo inspirado” o la motivación de los terroristas
auto-radicalizados para perpetrar ataques reales. Hay casos en los que grupos
de extrema derecha, como CoronaWaffen, pidieron explícitamente a sus seguidores
que propagaran el virus tosiendo en su minoría local o asistiendo a lugares
específicos donde se reúnen minorías religiosas o raciales.
Otros grupos, como Eco-Fascist Central, abogan por propagar
la enfermedad del coronavirus en países con grandes poblaciones o altos niveles
de contaminación. Además, CoronaWaffen ha publicado varias encuestas en línea
en las redes sociales y aplicaciones de mensajería preguntando a las personas
si habían propagado el virus como se les indicó.
Un ejemplo de "terrorismo inspirado" lo representa
Timothy Wilson, quien, el 24 de marzo de 2020, recibió un disparo de la Oficina
Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI) en Kansas City cuando
planeaba detonar una bomba en un hospital que atendía a pacientes con
coronavirus. Wilson participó activamente en al menos dos canales neonazis de
Telegram y mantuvo comunicación con un soldado de infantería del ejército que
quería planear un ataque a una importante red de noticias estadounidense y
discutió sobre apuntar a un candidato presidencial demócrata. El último
comentario en línea de Wilson fue un mensaje antisemita sobre el origen de
COVID-19.
La influencia en línea de estos grupos extremistas también
se puede observar en una serie de ciberataques perpetrados en abril de 2020,
cuando 25.000 emails y contraseñas que supuestamente pertenecían a los
Institutos Nacionales de Salud, la Fundación Gates y la Organización Mundial de
la Salud, fueron difundidas en la red por grupos de extrema derecha.
Mogadishu, Somalia, vista a través del agujero de bala
dejado por un ataque terrorista de Al-Shabab. UN Photo/Stuart Price
Una oportunidad para los carteles en México
Un tercer objetivo estratégico, según el estudio, es
promover una imagen positiva de organizaciones durante las pandemias como un
reemplazo viable de las instituciones de salud y como un actor político
responsable. En algunos casos, los actores no estatales se han aprovechado de
la frágil situación socioeconómica debido a la crisis, que ha llevado a un
aumento de los precios y una reducción de la disponibilidad de alimentos.
Algunos grupos criminales han intentado desempeñar el papel
de las instituciones gubernamentales y oficiales dentro de los territorios
donde tienen una fuerte presencia adoptando estrictas medidas de salud, como
encierros, o apoyando directamente a la población con desinfectantes y
alimentos. Sin embargo, el objetivo principal de estos grupos no es proteger a
la población local, sino proteger sus intereses criminales, ya que les preocupa
que una gran crisis de salud pueda provocar la llegada y la participación de
las fuerzas del orden o del ejército en las áreas bajo el control del crimen
organizado y, como resultado, poner en peligro sus actividades ilegales. Estos
"servicios" han sido ampliamente promocionados a través de las redes
sociales.
El objetivo de estos grupos no es proteger a la población
local, sino proteger sus intereses criminales.
Por ejemplo, en México, los grupos delictivos han etiquetado las cajas de ayuda que han distribuido con el nombre o logo de la organización y, posteriormente, promovido sus acciones en las redes sociales y en las noticias. Este es el caso del Cartel del Golfo que distribuyó paquetes de ayuda con alimentos y desinfectantes en Tamaulipas, colocando en cada caja una calcomanía que indica el nombre del cartel y de su líder. Una de las hijas de Joaquín Guzmán Loera (El Chapo), líder histórica del Cartel de Sinaloa, también distribuyó víveres con la imagen de su padre a los ciudadanos de Guadalajara, Jalisco.
También se han producido casos similares en otros países de
América Latina, así como en Italia, Sudáfrica y Japón. Después de distribuir
comida en un barrio de Palermo, Sicilia, el hermano de un líder narcotraficante
hizo un llamamiento a otros en Facebook para que siguieran su ejemplo. Cuando
un periodista reportó la noticia en un diario italiano, el hermano del criminal
respondió enfáticamente en Facebook que “el Estado no quiere que hagamos
caridad porque somos mafiosos” y luego amenazó al periodista.
La actual crisis económica creada por COVID-19 además está
facilitando en gran medida las posibilidades de que los grupos criminales
adquieran el control y la propiedad directa o indirecta de empresas legítimas.
La crisis financiera y la potencial quiebra de varias empresas, comercios y
actividades económicas podrían representar oportunidades para que el crimen
organizado penetre e infiltre la economía legal, advierte el informe.
En México, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en
colaboración con otros cárteles como La Nueva Familia Michoacana y Los
Granados, incrementó la producción de medicamentos falsificados en el país con
la intención de obligar a las pequeñas y medianas farmacias a vender sus
productos y empresas a los carteles de la droga en los estados de Guanajuato,
Jalisco, Guerrero y Michoacán.
Los grupos terroristas y supremacistas han utilizado
las redes sociales para promover su narrativa durante la pandemia de COVID-19. Unsplash/Evstyle
Las tácticas en redes sociales
Los actores no estatales violentos se han aprovechado de las
características inherentes de las redes sociales y las aplicaciones de
mensajería donde los contenidos se pueden subir de forma anónima, instantánea y
sin costo alguno.
La táctica más común utilizada especialmente por los grupos
de extrema derecha para atraer seguidores es crear contenido simple y muy
visual, incluidos los "memes de Internet".
Un meme consiste en una frase, imagen o video que se
transmite rápidamente de persona a persona a través de Internet a través de
canales de redes sociales y aplicaciones de mensajería. Los memes a menudo
pretenden provocar humor para facilitar su difusión.
Los memes se han convertido en un fenómeno social para
promover ideas, comportamientos o estilos, y esta es la razón principal por la
que los actores violentos no estatales se han sentido atraídos por ellos.
Desafortunadamente, los utilizan como método para compartir contenido
antisemita, xenófobo y radical con una gran audiencia potencial.
Los agentes no estatales violentos también pueden explotar
funciones y servicios proporcionados por las plataformas de los sitios de redes
sociales. Por ejemplo, las principales plataformas de redes sociales, como
Facebook o Twitter, trabajan con algoritmos que sugieren expandir su propia red
y encontrar nuevos contactos ("amigos") basados en criterios como
amigos mutuos, trabajo y educación.
Como ya lo ha hecho el ISIS en los últimos años, los actores
no estatales violentos, en particular los grupos de derecha, se han aprovechado
de estos algoritmos durante la pandemia para ponerse en contacto con
"amigos sugeridos" y reclutar nuevos miembros. Como resultado, los
miembros de los grupos extremistas violentos participan con frecuencia en
diferentes foros y grupos en las redes sociales en un intento de radicalizar a
las personas y encontrar otros grupos o personas con quienes comparten puntos
de vista extremistas similares.
Algunos grupos también están tratando de eludir las medidas
de control en las principales plataformas sociales evitando el uso de ciertas
palabras o símbolos que pueden identificarse fácilmente como parte del
“lenguaje extremista” e incluso tratando de parecer legítimos para una gran
audiencia.
Otros han mostrado resiliencia al difundir desinformación
incluso después de que sus cuentas hayan sido eliminadas. Una posible táctica
es reproducir los mismos contenidos creando nuevas cuentas en plataformas de
redes sociales. Otra estrategia es redirigir seguidores y visitantes a canales
menos controlados y cifrados (enlaces externos), como Telegram, VK, Gab o
sitios web.
Este fue el caso del 'movimiento boogaloo' que primero
publicó contenidos en Facebook para atraer seguidores, y luego los invitó a
unirse a discusiones en redes de aplicaciones de mensajería como los canales de
Telegram, donde era posible compartir materiales más extremos.
El uso de canales encriptados y menos controlados comenzó
antes de la crisis del COVID-19. Según un informe del Consejo Europeo de
Relaciones Exteriores, la suspensión de Twitter de más de 200.000 cuentas de
extremistas en agosto de 2016 resultó en un "éxodo en línea hacia
servicios de mensajería cifrada de extremo a extremo como Telegram, WhatsApp y
Viber".
Extremistas violentos se han sentido atraídos por la gran
libertad en términos de contenidos que brindan estos servicios de mensajes que,
al mismo tiempo, dificultan a los organismos encargados de hacer cumplir la ley
el control de las actividades extremistas. Es probable que esta tendencia se
refuerce aún más a medida que avanza la pandemia.
Otro aspecto importante es el uso malintencionado de social
bots o chatbots. Se trata de algoritmos informáticos que producen contenido
automáticamente, interactúan con humanos en las redes sociales e intentan
influir en su opinión y comportamiento.
Los bots (abreviatura de robot) sociales se están
convirtiendo cada vez más en una herramienta esencial para campañas de
desinformación orquestadas a gran escala en las redes sociales. Un estudio
reciente de la Universidad Carnegie Mellon observó que el 45% de las cuentas de
Twitter que comparten más de 200 millones de mensajes sobre el coronavirus
probablemente sean bots.
Esos relatos han alimentado más de 100 narrativas falsas
sobre la pandemia entre enero y mayo de 2020. Varios estudios demuestran que
los grupos de extrema derecha y los grupos asociados con el EIIL y Al-Qaida
poseen suficientes habilidades y conocimientos para utilizar maliciosamente
bots sociales para promover su retórica y radicalizar nuevos afiliados.
Muchos países continúan sufriendo el flagelo del
terrorismo. UNODC
Consecuencias potencialmente mortales
Es muy probable que la acción corrosiva de estos violentos
actores no estatales no se limite a la crisis actual, sino que continúe
después, ya que los grupos terroristas, extremistas violentos y criminales
buscarán influir en las políticas post-COVID-19 para su propio beneficio.
Además, existe una peligrosa convergencia de diferentes
teorías conspirativas que continúan extendiéndose por todo el mundo. Estas
teorías reúnen historias diferentes y a menudo contradictorias, como la
identificación de la señal del teléfono móvil 5G como vehículo para transmitir
el virus, o la falsa afirmación de que la pandemia ha sido ideada por Bill
Gates para implantar microchips en seres humanos, o la idea de que el virus es
un engaño y no existe.
Esta convergencia de teorías de conspiración puede tener un
efecto multiplicador, reforzando la polarización y el aislamiento intergrupales
y, como resultado, haciendo que las personas no escuchen la orientación de sus
Gobiernos frente al coronavirus (como con el rechazo de utilizar mascarillas,
las medidas de confinamiento y futuras vacunas) y potencialmente aumentando los
riesgos de ataques terroristas contra personas o contra infraestructuras que
estén falsamente conectadas al COVID-19.
La tecnología 5G será imprescindibles para cubrir la
enorme demanda de información. UIT
La tecnología como herramienta positiva
El informe destaca que la información precisa, responsable y
confiable sigue siendo fundamental para intensificar los esfuerzos colectivos
para contener la transmisión de COVID-19.
Teniendo en cuenta que las redes sociales se han convertido
en una fuente principal de información para millones de personas en todo el
mundo, una estrategia anti-COVID eficaz debe incluir el uso de tecnología para
prevenir y combatir la desinformación y la desinformación en línea.
El informe destaca cinco herramientas:
La visualización de datos: A través del Big Data (los
macrodatos) se pueden visualizar las capas de desinformación, mostrar
narrativas interconectadas, detectar sentimientos y cuentas de bots, para tomar
decisiones oportunas basadas en conocimientos visuales
Inteligencia artificial: Se trata de sistemas inteligentes
que utilizan algoritmos para guiar al público a detectar la desinformación. Una
solución que puede escalarse potencialmente y detectar en el menor tiempo las
noticias e informaciones falsas
Aplicaciones móviles y bots de mensajería: A través de
calificar noticias como “falsas o confiables” pueden ayudar al público a
diferenciar entre verdades y mentiras dentro de aplicaciones como Whastapp,
Viber y Facebook Messenger
Una extensión para los navegadores: Esta puede monitorear la
fiabilidad de los sitios de noticias al navegar y desplazarse dentro de las
redes sociales
Educación sobre los medios digitales: Se trata de luchar
contra las noticias falsas educando y ayudando a las personas a identificarlas
El estudio indica que la tecnología puede jugar un
importante rol en enfrentar los retos complejos impuestos por estos grupos
violentos no estatales, pero advierte que por sí sola no puede resolver el
problema ni remplazar el juicio humano para contrarrestar estas amenazas.
La tecnología aumenta la velocidad y la escalabilidad para
analizar datos, identificar tendencias y detectar noticias sospechosas, pero la
capacidad humana para evaluar la veracidad de un texto permanece (por el
momento) indiscutible. Por lo tanto, la tecnología, incluida la IA, puede
ayudar a los humanos a mejorar su rendimiento, pero no puede reemplazarlos.
Además, las contramedidas basadas en la tecnología ofrecen
ventajas, pero al mismo tiempo, pueden traer efectos negativos, incluido el
riesgo de que las herramientas tecnológicas infrinjan la libertad de expresión
y la privacidad, o que contengan sesgos ocultos que reflejen inequidades
sociales.
El estudio recalca que los usuarios son la fuerza de
Internet y algunos grupos son particularmente hábiles para crear burbujas
sociales y promover comportamientos antisociales y, al mismo tiempo, generar
desconfianza hacia los medios tradicionales.
El uso efectivo de la tecnología para detectar y desacreditar las noticias falsas debe tener como objetivo involucrar y empoderar a los usuarios para que puedan comprender el problema y tomar su propia decisión informada sobre lo que es verdad y lo que no, concluye la investigación del Instituto de Investigación Interregional sobre Crimen y Justicia de las Naciones Unidas.
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