* América Latina y el Caribe en 2019: una expansión moderada
Por Alejandro WERNER
Director del Departamento del Fondo Monetario Internacional
del Hemisferio Occidental
Para Arcano Radio
En México, la perspectiva sigue nublada por la incertidumbre. Las proyecciones de crecimiento para 2019 y 2020 se revisaron a 2.1 y 2.2 por ciento, respectivamente, debido a un impulso de crecimiento más débil en 2018, la incertidumbre en torno a las políticas del nuevo gobierno y las condiciones monetarias y financieras más ajustadas de lo esperado.
La implementación estricta del presupuesto prudente para 2019, que busca mantener el superávit primario en un 1 por ciento del PIB, será crucial para demostrar el compromiso del nuevo gobierno con la responsabilidad fiscal y la reducción continua del índice de deuda pública. El avance de reformas estructurales muy necesarias puede impulsar el crecimiento potencial a mediano plazo.
En América Central y República Dominicana, se proyecta que la actividad económica repunte en 2019-20, pero a un ritmo más lento de lo que se anticipó originalmente. Las principales revisiones tuvieron lugar en Costa Rica, donde se aprobó un proyecto de reforma fiscal en diciembre. Si bien este fue un paso crítico hacia el restablecimiento de la sostenibilidad fiscal, reducirá el crecimiento en el corto plazo. En Nicaragua, el descontento social y la incertidumbre política también han afectado las perspectivas de crecimiento.
Se prevé que la actividad económica en el Caribe se reanudará en 2019-20, gracias al robusto turismo de los Estados Unidos, la reconstrucción de los devastadores huracanes de 2017 en algunos países que dependen del turismo y la mayor producción de productos básicos en algunos exportadores de productos básicos.
La actividad económica en América Latina sigue aumentando,
pero a un ritmo más lento de lo que se anticipó anteriormente.
El debilitamiento de la economía mundial y la creciente
incertidumbre política están contribuyendo a frenar el impulso del crecimiento
de América Latina. En general, se espera que la región avance un 2 por ciento
en 2019 y un 2,5 por ciento en 2020, aún muy por debajo de los países pares en
otras regiones.
El endurecimiento de las condiciones financieras mundiales y
los menores precios de los productos básicos provocados por las tensiones
comerciales entre Estados Unidos y China han contribuido a la desaceleración de
la región. Además, la política monetaria se restringió en algunas economías
para contener las presiones inflacionarias derivadas en parte de la
depreciación de la moneda, lo que frenó aún más el crecimiento.
Al observar la política fiscal, que también se ha vuelto
menos acomodaticia, aproximadamente la mitad de las economías de la región
redujeron sus déficits primarios como porcentaje del PIB en 2018. Pero esto no
ha sido suficiente para poner la deuda pública en una trayectoria descendente,
excepto en Argentina.
La incertidumbre política nubla la perspectiva.
Tras una serie de elecciones altamente anticipadas en toda
América Latina, la incertidumbre política en algunas de las economías más
grandes de la región ha aumentado, lo que pesa sobre las perspectivas.
Por ejemplo, en México, la detención de un proyecto de
construcción de un aeropuerto y un retroceso en las reformas de energía y
educación han aumentado la incertidumbre política en el país. En Brasil, un Congreso
fragmentado podría crear obstáculos para la implementación de la ambiciosa
agenda de reformas estructurales, la consolidación fiscal y la reforma de las
pensiones.
La continua incertidumbre política podría desalentar la
inversión futura y perjudicar las perspectivas de crecimiento para la región.
Riesgos: globales y domésticos.
Varios riesgos podrían perjudicar aún más las perspectivas
para América Latina y el Caribe. Por ejemplo, la escalada de las tensiones
comerciales entre China y los Estados Unidos, o la desaceleración de algunas de
las principales economías, podría resultar en un menor crecimiento del comercio
para la región.
La región también se vería afectada si las condiciones
financieras globales se ajustaran aún más, incluidos los aumentos en la
volatilidad financiera mundial, las tasas de interés más altas en los EE. UU. Y
un dólar estadounidense más sólido.
Además, una mayor volatilidad en los mercados globales
podría ocasionar que fluya menos capital a la región, lo que podría perjudicar
el potencial de inversión.
Los riesgos domésticos incluyen una menor confianza debido a
la incertidumbre política en Brasil y México, y la incertidumbre relacionada
con las elecciones en Argentina.
En Brasil, el sentimiento del mercado podría deteriorarse
con la falta de progreso en las reformas del sistema de pensiones o la
consolidación fiscal. La confianza empresarial de México podría verse afectada
si el papel del sector público en la economía se expande, la posición fiscal se
deteriora o si se producen contratiempos en el nuevo pacto comercial con
Estados Unidos y Canadá. En Argentina, las próximas elecciones generales en
2019 podrían reducir el apetito de la reforma.
Políticas para apoyar la expansión.
A medida que la economía global se desacelera, la estrecha
ventana de oportunidades en la región para completar las reformas ( la fijación
del techo metafórico) se está cerrando.
La deuda y la reducción del déficit deberán continuar en
varios países para garantizar la sostenibilidad de la deuda. Estas políticas
deberían minimizar los efectos adversos sobre la actividad económica y la
pobreza, incluso protegiendo la inversión en infraestructura y el gasto social
bien orientado, al tiempo que reducen el gasto no prioritario.
Además, la política monetaria deberá gestionar la
compensación entre apoyar el crecimiento y mantener las expectativas de
inflación ancladas frente a la depreciación de la moneda y los precios
volátiles de los productos básicos. Mantener la flexibilidad del tipo de cambio
es fundamental para resistir los choques.
Sudamérica
En Argentina, la economía cayó en recesión en 2018. Mientras
que una grave sequía redujo significativamente la producción agrícola y las
exportaciones, la fuerte depreciación del peso en torno a mediados de 2018
impulsó la inflación, reduciendo los ingresos disponibles y la confianza de los
inversores. El plan de estabilización del gobierno, basado en políticas
monetarias y fiscales revisadas y fortalecidas, ayudó a reducir la crisis
financiera y estabilizó el tipo de cambio. La inflación y las expectativas de
inflación han estado en una tendencia a la baja desde octubre, y parece que
continuará una lenta caída en 2019. Esto debería permitir una caída gradual en
las tasas de interés, que junto con los salarios reales más altos y las
exportaciones más fuertes se espera que provoquen una recuperación de Actividad
económica a partir del segundo trimestre de 2019.
En Brasil, se proyecta que el crecimiento aumente a más del
2 por ciento en 2019-20 por primera vez desde 2013. La agenda reformista
amigable con el mercado de la nueva administración ha ayudado a aumentar la
confianza empresarial y mejorar las perspectivas de crecimiento a corto plazo.
Las prioridades políticas clave son reformar el sistema de pensiones y reducir
el déficit presupuestario para garantizar la sostenibilidad de la deuda
pública.
El crecimiento en Chile se mantendrá sólido en 2019-20,
liderado por un fuerte consumo privado y una fuerte inversión. Se espera que la
normalización de la política monetaria que comenzó en octubre de 2018 continúe
gradualmente. Se espera una reducción moderada del déficit estructural, guiada
por los objetivos fiscales anunciados. La implementación de la agenda de
reformas estructurales de las autoridades conduciría a una perspectiva de
crecimiento más favorable.
Se proyecta que el crecimiento económico de Colombia
aumentará: liderado por el apoyo continuo a la política monetaria, el gasto del
año electoral por parte de los gobiernos subnacionales, la implementación de la
agenda de infraestructura 4G y un impacto positivo de los recientes cambios en
la política fiscal sobre la inversión. Se espera que una Ley de Financiamiento
aprobada en diciembre pasado que incluya una reforma fiscal que mejore los
ingresos, incluidos los aumentos al IVA, el consumo y los impuestos a la renta
personal, ayude a alcanzar la meta fiscal para 2019. Sin embargo, se puede
generar una menor carga fiscal corporativa, al tiempo que se puede impulsar la
inversión y el crecimiento en ingresos fiscales más débiles a partir de 2020.
Se estima que la economía de Perú se expandió casi un 4 por
ciento en 2018 gracias a los mayores precios de los productos básicos y las
políticas fiscales y monetarias anticíclicas. Se proyecta que el crecimiento se
mantendrá cerca del 4 por ciento en 2019-20, con una fuerte demanda interna
privada que compensará una consolidación fiscal gradual.
En Venezuela, la crisis económica y humanitaria ha
continuado. Se proyecta que el PIB real disminuirá aún más en 2019, lo que
elevará la caída acumulada desde 2013 a más del 50 por ciento, impulsado por la
caída de la producción de petróleo y el empeoramiento de las condiciones para
el sector no petrolero. También se prevé que la hiperinflación y la migración
hacia el exterior se intensifiquen en 2019. La evolución política evolutiva
agrega otra capa de incertidumbre a la perspectiva del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario